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Los otros fundadores de Torreón

JULIO CÉSAR RAMÍREZ

Torreón fue elevado al rango de ciudad el 15 de septiembre de 1907, pero ya tenía su historia. Primeras pobladoras de la orilla poniente de Torreón, rumbo a los cerros, fueron familias de peones agrícolas y de obreros de la industria textil, migrantes borrados literalmente del mapa, desaparecidos, en torno al año 1893.

Hilanderos, tejedores, matriceros, estampadores, modelistas, mecánicos, aprendices, campesinos pobres, desempleados; arrumbados en jacales y campamentos -su única alternativa-, conformaron un desfile inusitado, perplejo, inaudito, paradójico, cerca de las plantaciones de algodón, del Polvorín y de las fábricas La Fé, La Constancia y de las vías de los ferrocarriles Central Mexicano e Internacional, senda a las bajas laderas y cuevas del Cañón de Calabazas y del Cerro de la Cruz.

Sobrevivían ahí los que menos dinero ganaban por su fuerza de trabajo, los más pobres.

Tres pesos por día los hilanderos, entre 1 y 1.50 los trabajadores manuales.

Las mujeres, 75 centavos o un peso. Los niños, 50 centavos.

Estos datos los registró el historiador William K. Meyers.

Los administradores y supervisores mexicanos podían ganar hasta 3.50 pesos diarios.

Aunque los sueldos variaban, según reflejan los datos que publicó Esteban L. Portillo, geógrafo, en el año 1897.

Doscientos obreros de la fábrica La Constancia, dice, fundada por Luis Veyán y Compañía en "1890", trabajaban con un jornal de 37 centavos a un peso. Cien mujeres que ganaban de 50 centavos a un peso; y los niños -sin número- recibían de 25 a 50 centavos.

El trabajo en las fábricas textiles era pesado, sucio y monótono -describe Meyers.

"Y los administradores tenían dificultades para conservar a los trabajadores, especialmente en vista de la demanda que representaban las otras industrias. En todas las fábricas, los obreros trabajaban 12 horas diarias, seis días por semana". Eran los más explotados.

En La Constancia, puntualiza Portillo, los obreros produjeron anualmente 30 mil piezas de manta, con un valor de 72 mil pesos, empleando como materia prima algodón de La Laguna en cantidad de 120 mil kilógramos y usando como fuerza motriz vapor con potencia de 200 caballos, consumiendo leña por valor de 12 mil pesos anuales.

No habían sido los primeros trabajadores en Torreón, pero sí los más pobres.

Antes habían llegado los obreros ferroviarios y en seguida los artesanos y pequeños comerciantes, panaderos, carniceros, fonderas, sastres, zapateros, sombrereros, peluqueros, curtidores, impresores, carpinteros, pintores, albañiles, herreros.

Y más tarde, los mineros, electricistas y los de la Continental Rubber Company, entre otros.

Los trabajadores textiles se componían en Torreón de aproximadamente 50 % de hombres, 35 % de mujeres y 15 % de niños -registra Meyers. "Se enfrentaban a las condiciones más difíciles".

Eran las condiciones de la clase obrera en Torreón.

Vivían en las afueras de Torreón. "Estas secciones sufrían de sobreexplotación, carecían de agua suficiente, servicios sanitarios o comida", subraya; "lo cual explica por qué muchas grandes fábricas construían viviendas para obreros".

Y Meyers no anda con rodeos: "Aplicaron los inversionistas la fórmula que consideraron adecuada, no obstante su esencia especulativa y marginadora".

Abunda: "Las industrias se ubicaban en las orillas de la ciudad para estar cerca de las vías del ferrocarril, sacar provecho de la tierra más barata, y mantener la mugre, el bullicio y a los trabajadores lejos del centro de la ciudad".

Era el clasismo, la discriminación y la soberbia en el origen de Torreón durante la dictadura porfirista.

Más el historiador no habla únicamente de los trabajadores textileros: "En general, los residentes urbanos, mayoritariamente extranjeros, veían poco a la fuerza obrera industrial, excepto cuando disminuía el empleo y trabajadores agrícolas e industriales vagaban por las calles en busca de trabajos o limosnas. En estos casos, los pueblos reforzaban sus de por sí severas leyes contra la vagancia, y los trabajadores industriales permanecían separados de la mayoría de los habitantes de las ciudades".

Campamentos aislados, primero al poniente de la villa, mientras Torreón crecía como un "próspero pueblo ferroviario típico del oeste de los Estados Unidos".

Así encontró el año 1907 a los ancestros de los actuales habitantes del poniente de la ciudad, que eran peones agrícolas y obreros de los industriales Veyán, Joaquín Serrano, Adolfo Aymes y Praxedis de la Peña, entre otros: Alrededor y afuera de la ciudad, al margen incluso del primer plano oficial.

Obtuvo Torreón el reconocimiento de ciudad en medio de una grave crisis financiera internacional en 1907, que motivó que muchos negocios quebraran y mandaran a la calle a sus trabajadores.

Recrudeció la desigualdad social, el despojo de tierras, el acaparamiento de agua, la imposición de gobiernos, la corrupción.

El mensaje era claro: "Mugre, bullicio y trabajadores, fuera del centro de Torreón".

@kardenche

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