Mark Rothko
Él sabía que muchos lloraban al ver sus murales, los cuales se apoderaban del lugar donde eran colocados: eran tan gigantescos como una piscina. Más que contemplarlos, se volvía una confrontación; puede ser que, por eso, muchos se rendían ante ellos.
Mark Rothko (Letonia, 1903) era amante de la música de Mozart, de hecho estaba obsesionado con el compositor austríaco, tanto que lo consideraba su principal influencia. Podemos imaginarlo pintando uno de sus grandiosos murales escuchando La Sinfonía Nº 40 en sol menor KV 550, una escena de gran carga dramática para cualquiera que se lo imagine. Me convertí en pintor para elevar la pintura al nivel de intensidad de la música y poesía, declaró alguna vez Rothko.
El fotógrafo Hans Namuth realizó un retrato del pintor en su estudio en 1964. Podemos observarlo descansando en una silla, mirando uno de sus célebres murales, conocidos por poseer colores intensos, Rothko parece estar haciendo lo que todas las personas hacen con sus obras, el arte de contemplar. Él sabía que muchos lloraban al ver sus murales, los cuales se apoderaban del lugar donde eran colocados: eran tan gigantescos como una piscina. Más que contemplarlos, se volvía una confrontación; puede ser que, por eso, muchos se rendían ante ellos.
Aunque es considerado un maestro del arte abstracto americano, Rothko odiaba esa categoría, le parecía alienante; a diferencia de otros pintores del movimiento abstracto, él podía ofrecer una explicación sencilla sobre sus intenciones artísticas: la simple expresión del pensamiento complejo, inspirado por Mozart. En un libro sobre su padre, Christopher Rothko cuenta que le preguntó cuál era el entendimiento que tenía con el compositor: Mozart sonríe aunque sus ojos estén llenos de lágrimas.
Los murales de Rothko son portales hacia el entendimiento de la condición humana.
UN ARTISTA COMPLEJO
En el episodio The Golden Violin o El Violín Dorado, de la aclamada serie Mad Men, se corre el rumor en la agencia de publicidad neoyorquina de que hay una pintura de Rothko en las oficinas. Específicamente el dueño y jefe de todos, Cooper, lo acaba de comprar por 10 mil dólares. Recordemos que Mad Men sucede entre finales de la década de los años 50 y hace un recorrido a través de la década de los 60.
El encargado del departamento de televisión le comenta a los demás, emocionado, que tiene una junta con Cooper. Los demás le dicen que seguro es para que mire el Rothko y le diga lo que piensa sobre la pintura. La emoción del cabecilla de televisión desaparece; pensaba que la junta sería para hablar de nuevos planes de expansión. Piensa que los demás le están haciendo una broma. Pero es cierto, Cooper tiene un Rothko en su oficina y quiere saber la opinión de todos sobre la obra: la escena es un comentario certero sobre la obra del artista: es difícil hablar de Rothko y expresar los sentimientos. Y además que por esos años en New York, el artista había recibido su primer gran cheque: el joven prodigio que fue aceptado en Yale y que abandonó esa universidad para buscar suerte en La Gran Manzana, lo había logrado.
En 1958, Rothko recibió 35 mil dólares para que sus murales (conocidos como The Seagram Murals) fueran puestos en el nuevo restaurante del Four Seasons de New York. El artista abstracto se había convertido en uno de los mejores pagados. Pero siempre había sido un hombre complejo y el éxito no lo cambió. Declaró sobre The Seagram Murals: Espero arruinar el apetito de todos los hijos de perra que vengan a comer a este lugar.
Después de ser exhibidos, Rothko pidió el retiro de sus murales y regresó el dinero que había recibido.
MURALES CON CARGA EMOTIVA
El reconocido crítico Robert Goldwater, primer director del Museo de Arte Primitivo de Nueva York, dijo que el trabajo de Rothko era una representación de la nada y que no representaba ninguna cosa. Por supuesto, Rothko estaba en desacuerdo y otorgó una explicación contundente sobre la visión que poseía para realizar sus murales: "Debe haber una preocupación genuina con la muerte; con las intimidades provocadas por la muerte". Y termina con un pensamiento sumamente poético: "El arte trágico, el arte romántico… acepta la muerte como una realidad". La tragedia, el éxtasis y la perdición son las emociones que los murales de Mark Rothko tienen en demasía.
El artista se suicidó a la edad de 66 años en su estudio de Nueva York. El diario The New York Times publicó la noticia en su portada: Mark Rothko se cortó las venas.
Imposible separar los murales Rothko con los detalles de su muerte. Lo que antes era sublime, ahora tiene un valor incalculable. Un hombre melancólico, descrito por sus amistades más cercanas, pero también un brillante y astuto conversador. El poeta Stanley Kunitz dijo: "Amaba a Mozart. Era un amigo leal y maravillosamente cariñoso".
En Mark Rothko’s Mirrors of the Soul (disponible en Youtube), Jasper Sharp, curador de la retrospectiva de Rothko en Museo de Historia del Arte de Viena, hablar sobre el amor del artista por el color rojo intenso: “Rothko amaba el color rojo por ser un color primario. El color que corre por nuestras venas. El primer color usado por el hombre para pintar las cavernas. El rojo es el máximo vehículo de las emociones”.
La última pintura realizada por el artista sería Untitled 1970, un mural donde predomina el color rojo en diferentes intensidades. Mark Rothko fue encontrado en un mar de sangre. No dejó ninguna nota.
Sufrió una profunda depresión.
INFLUENCIAS Y LA UNION DE SÍMILES
En la pintura llamada La entrada del metro, de 1938, podemos notar la influencia de Henri Matisse y Edward Hopper en los inicios de la carrera artística de Mark Rothko. El pintor hizo una serie inspirada en el transporte público de Nueva York, donde trabajó desde la perspectiva del expresionismo.
Años antes, en 1935, fundó el grupo The Ten, cuyos miembros incluían a los artistas Willem de Kooning, William Baziotes, y Adolph Gottlieb. El más prolífico de todos sería Rothko.
Sobre el grupo, Gottlieb declaró: "La principal preocupación era buscar la manera de escapar de las trampas impuestas por Picasso y la corriente del surrealismo".
Los principales temas tratados por la agrupación eran de carácter social, sobre la vida de la clase trabajadora americana. Es aquí donde las pinturas del metro de Rothko cobran un significado especial, pues hay que recordar que por esa época, La Gran Depresión todavía mostraba sus estragos: Rothko miró un paisaje gris y lo dotó de colores brillantes.
Rothko nació en Dvinsk, Rusia (ahora Daugavpils, Latvia), el 25 de septiembre de 1903. Cuando cumplió 10 años, su familia decidió dejar Rusia, para mudarse a Portland. Esta línea temporal nos permite imaginar de forma clara, lo rápido de su ascenso. No solamente consiguió el éxito como artista, sino que logró escapar de las trampas de Picasso y ponerse a su altura.
En el manifiesto de The Ten publicado por The New York Times, escrito junto con Gottlieb, explican las formas que utilizaron para triunfar como grupo: "Favorecemos la expresión simple del pensamiento complejo. Estamos a favor de la forma grande porque tiene el impacto de lo inequívoco. Deseamos reafirmar el plano de la imagen. Estamos a favor de las formas planas porque destruyen la ilusión y revelan la verdad."
A partir de aquí, Rothko comenzaría su evolución hacia los grandes murales y el uso estricto de pocos colores.
CUADROS QUE ANUNCIAN MUERTE
Los murales conocidos como Black On Grays Paintings, de 1970, eran reconocidos como obras sobre la muerte, por el propio Rothko. Para el artista no existía un mundo más que el nuestro; era ateo, una postura que mantendría hasta sus últimos días. Los Black On Grays Paintings rápidamente aumentaron su valor en millones: algunos críticos consideran que estas pinturas fueron su nota suicida. Rothko era bebedor y fumaba muchos cigarros. Nunca encontró la paz. O tal vez la pudo experimentar mientras escuchaba a Mozart: su gran fanatismo por el compositor debe tener una razón sentimental, algo alejado de la visión artística. Suena dramático imaginarlo en EL estudio dejando que Mozart tuviera la última palabra, pero era el drama de una vida de un hombre con depresión lo que nos dejó experimentar al artista Rothko.
Los Black On Grays Paintings son obras maestras; la manera simple de comprender algo complejo: nos aterra pensar en la muerte aunque sea natural.
En la actualidad, todas las personas pueden conocer el trabajo de cualquier artista. Con tan sólo un clic, podemos ver los murales de Mark Rothko en orden cronológico y en alta resolución, sin embargo, la experiencia no será igual que verlos en un museo colocados como si estuvieran en una capilla: La Capilla Rothko, según el sitio Wiki Arquitectura, es un santuario interreligioso; un museo de arte para un sólo hombre, el artista Mark Rothko quien realizó 14 monumentales obras para decorar sus muros. Desde 1970, la capilla ha fomentado la cooperación entre personas de todas las religiones, o de ninguna fe.
Kate Rothko habla de su padre desde una habitación donde se encuentran los Black On Grays Paintings y dice que más que considerarlos el final del trabajo del artista, los considera una especie de nuevo comienzo, nada sombrío: "están alejados del estado emocional que vivía mi padre; la inmediata reacción de los colores oscuros asociados con su depresión, necesitan una nueva perspectiva". Y luego nos dirige a otra habitación donde hay otros cuadros de colores pastel y señala que Rothko estaba trabajando en ellos, al mismo tiempo que trabajaba en los Black On Grays Paintings.
¿Colores alegres en un Rothko?, difícil de imaginar, pero existen.