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Recuerda que muchos de los músicos que escuchaba de niño estaban preocupados por la situación política de su país. La dictadura de Augusto Pinochet imperaba en Chile cuando Mauricio Durán (Concepción, 1976) daba sus primeros pasos con las manos en los trastes de una guitarra. El integrante de la exitosa banda de rock Los Bunkers, fundada en 1999, se ha entregado a sus memorias para redactar el libro Canción para mañana (Planeta, 2022).
"No hacían sólo música por divertimiento, sino que daban cuenta de ese entorno como tú bien dices. Creo que por eso es como muy natural que los músicos chilenos tengamos ese tipo de canciones".
A unos meses de que se conmemore el 50 aniversario del golpe militar en Chile, mismo que derrocó al gobierno de Salvador Allende, Durán habla de que sus compatriotas artistas de generaciones anteriores mostraban una preocupación colectiva más allá de lo individual. Sus compañeros y él crecieron con esa ideología y la marcaron en las primeras composiciones de Los Bunkers, algo que los distinguió de otras bandas latinoamericanas.
Narrado a través de 248 páginas, Durán surca sus vivencias personales y las forjadas al lado de los otros integrantes de Los Bunkers. El texto toca temas políticos, sociales e incluso familiares. En palabras del también escritor chileno Alejandro Zambra, se trata de "un libro apasionante y divertido, escrito con maestría, que puede leerse como una historia de Los Bunkers, pero también por una generosa y cálida lección sobre el poder transformador de la música".
Sobre este volumen, Mauricio Durán conversó en exclusiva con El Siglo de Torreón y dio cuenta sobre el origen de sus canciones más emblemáticas. Desde aquellas que hablan sobre los detenidos en el Estadio Nacional de Chile durante la dictadura, los recuerdos que le prestó a personajes como Eduardo Miño (obrero y militante del Partido Comunista de Chile, quien en 2001 se inmoló frente al Palacio de La Moneda en protesta a su condición de desempleado y por las víctimas de asbestosis), o la vigencia que ostentan canciones como Canción para mañana, que fue entonada por manifestantes chilenos durante las revueltas de 2019.
En el libro narras cómo surge el título para la canción de El detenido, una pieza que cierra el documental Estadio Nacional (2001) de Carmen Luz Parot. Para ti, ¿qué puertas crees que abrió esta composición?
Primero, para nosotros era muy importante, como banda nueva, desmarcarnos de otros grupos de la época. Y las canciones que tenían este tipo de contenido (social) sí marcaba una diferencia con nuestros contemporáneos. Eso por un lado. Y segundo, ahora a la luz del tiempo y sin pecar de autorreferente, soberbia ni nada por el estilo, es una canción importante en el sentido de que planteé un tema que se venía arrastrando desde hace un rato, pero es una canción política cantada por gente de otra generación. Es como la mirada de la generación que viene después, porque de esto nuestros antecesores habían escrito mucho y ellos eran quienes habían vivido el exilio, las desapariciones, las detenciones forzadas, etcétera. Que una generación nueva se hiciera cargo del tema con otro punto de vista generacional, de espectador, de "mira, esto todavía está pendiente", ahí radica la importancia de la canción.
La anécdota con Paul McCartney, donde intenta sacar los acordes de Miño porque quería aprender canciones chilenas. En ese intentar de emular la sonoridad, ¿crees que también estaba tocando alguna parte de la historia de Chile por la raíz que tiene el personaje de esa canción?
Sí, claro. Creo que eso es lo significativo. Ahora tengo muy claro, supongo que por la barrera del idioma, lo que debió entrarle a él habría sido la melodía y la armonía. Pero no deja de ser significativo que no era un tema cualquiera, ni siquiera dentro de nuestra discografía, sino que tiene una importancia de un tema muy popular, en el sentido de que tiene esta carga social por el tema de Eduardo Miño. Es más que haya sido con un tema de esas características, porque no es como Llueve sobre la ciudad o Bailando solo, que su acento y su valor está en otra parte, pero esta que tiene un valor de contenido no creo que él lo haya entendido para nada. Pero no deja de ser bonito que haya sido por un tema así.
Dices también que no conocías los recuerdos de Eduardo Miño y en esa canción decides prestarle los tuyos. ¿Cómo trabajas ese diálogo con un personaje que existió pero del que desconoces sus memorias?
En el momento, dije 'no sé nada de él'. Voy y me lanzo con lo mío porque eso es lo puede servir y puede tener esa suerte de identificación. Pero además, era una canción más o menos temprana en nuestra carrera y no sabes que va a tener una identificación para mucha gente más. Eso es algo de lo que me doy cuenta ahora y digo: "¡Claro! Fueron las canchas donde corrí…". Son situaciones muy comunes que cualquier niño de México lo podría vivir.
También podría estar sometido a esa misma situación y ser como en tu recuerdos. Pero obviamente, cuando uno lo escribe no es tan maquiavélico, para entender muy bien lo que está pasando. "No tengo esta información a la mano, la que tengo es esta otra, que es mía y voy y la pongo. Por eso muchas reflexiones tienen que ver también con cierta claridad que el paso del tiempo me ha podido dar.
Estaría fanfarroneando si tratara de dar una explicación de que lo entendía, porque en ese momento no sabía lo que estaba haciendo. Actuaba más bien por intuición, por corazonada.
El libro se llama Canción para mañana, como esa pieza musical de Los Bunkers escrita en el marco del 30 aniversario del golpe militar en Chile. El próximo 11 de septiembre se cumplirán ya 50 años de ese mismo suceso. En la actualidad, ¿qué reverberación encuentras en esta canción?
Es una canción bastante especial, porque tuvo un camino como muy diferente. Siempre se pensó como un sencillo del álbum, lo fue pero incluso en el libro cuento que no nos funcionó el videoclip que estábamos haciendo, que terminó saliendo un video de la presentación en vivo. Y es un tema que, curiosamente, es de cocción lenta, por así decirlo: el tiempo, el tiempo, el tiempo lo ha ido asentando, asentando, asentando y luego se convirtió en una de las canciones más emblemáticas de la banda y creo que ahora, en las manifestaciones sociales que hubo (en Chile) a fines de 2019, como que ahí se notó la vigencia de la canción, porque empezó a aparecer en pancartas de jóvenes que habían salido a pelear a la calle, en un momento donde la banda no estaba en actividad, estaba desaparecida, probablemente ni siquiera era el público natural de Los Bunkers.
Ahí es cuando uno se da cuenta y dice: "Dios, nuestra canción corre por un carril aparte". La verdad, a mí no me deja de maravillar que logre esa conexión política, hasta el día de hoy, con generaciones diferentes.
En Bailando solo hay una frase que dice: "Los altavoces están amplificando las verdades". ¿Consideras que este libro es una especie de altavoz para amplificar verdades de la banda que tal vez eran desconocidas?
Espero que sí, que sí sea un altavoz que amplifique eso. Yo creo que hay una cosa de sinceridad en nuestros procesos o de nuestra forma de conducirnos siempre con la música como principal motor y móvil de nuestras carreras. Al menos me gustaría que eso reflejara el libro; si hubiera algo que tuviera que amplificar, me gustaría que amplificara eso.