El beisbol es un deporte perfecto, preciso y bello, que exige mucha inteligencia y (contra lo que algunos creen) fortaleza física y condición atlética, astucia, arrojo, conocimiento a detalle de cómo juega el contrario; que en apariencia se desarrolla con lentitud pero a la que frecuentemente siguen acciones relampagueantes, ejecutadas en uno o dos segundos y a veces en décimas de segundo, difícilmente vistas en otros deportes de conjunto. Pero el beisbol es impredecible. Lo que a su vez es parte importante de su encanto.
Por ello en el deporte rey no hay enemigo pequeño ni adversario invencible. En los tres grandes ámbitos en los que el beisbol se juega, que son: el amateur, el semiprofesional y el profesional (que ciertamente es anchísimo) cualquier equipo te puede ganar, así lo consideres muy débil, y a cualquiera lo puedes vencer, por muy fuerte que lo veas.
Es exactamente lo que hasta ahora le ha sucedido a la Selección Mexicana en lo que va del Clásico Mundial de Beisbol 2023. Perdió el sábado frente a Colombia, pero le ganó el domingo, y por paliza de 11-5, nada menos que a EUA, el gran coloso del beisbol.
En las previas, aunque con reservas, la mayoría de los analistas consideraba que el encuentro contra Colombia era prácticamente de mero trámite. Que el equipo sudamericano no tenía las credenciales como para superar a México.
Pero sucedió que sí, en extrainnings, pero Colombia nos ganó 5-4. La carrera de la diferencia se registró en la décima entrada por error del campocorto Luis Urías, quien resultó por ello ser el "chivo expiatorio", lo cual no es del todo justo porque la derrota también pudo haber obedecido al relevo tardío del abridor Julio Urías en el quinto episodio, después del par de dobletes que le batearon debió haber sido relevado antes de pitcharle al muy peligroso Reynaldo Rodríguez (recio toletero, bien conocido en México porque en verano juega para Tigres de Cancún y en invierno para Águilas de Mexicali) quien le conectó tremendo cuadrangular bueno para dos carreras. Y fue hasta después que el mánager Benjamín Gil relevó a Urías, cuando en buena medida, en un juego que se adivinaba tan cerrado, el daño ya estaba hecho.
Decía don Pedro "El Mago" Septién que el buen piloto es aquel que sabe cuándo relevar a sus pitchers, lo cual debe ocurrir ni un lanzamiento antes ni un lanzamiento después. Luego, aunque México cerraba el juego, hay que darle crédito al taponero colombiano, Guillermo Zúñiga, tremendo velocista que con su recta invisible impidió que los bateadores mexicanos le hicieran daño.
Por lo que hace a la victoria de México sobre Estados Unidos (país que fácilmente podría integrar cuando tres trabucos), me parece que la clave estuvo en el pitcheo mexicano, en especial del abridor Patrick Sandoval, que tenía muy bien estudiados a los grandes bats de EUA (como Mike Trout, Nolan Arenado y demás), al débil pitcheo norteamericano (quizá por exceso de confianza, al suponer a México un equipo muy débil), a la inolvidable noche de gloria de Joey Meneses, con su par de cuadrangulares y 5 carreras producidas, y al bateo oportuno de Randy Arozarena y Rowdy Téllez.
Hoy martes en la noche México se enfrenta a Gran Bretaña, que ayer por cierto superó a Colombia 7 carreras por 5.
