Imagen: Carol Highsmith
Cada año, alrededor de 160 mil personas visitan el inmueble ubicado en la esquina de Hope Street y Grand Avenue, en la cima de Bunker Hill, en Los Ángeles, California. Su original sala, cuyo diseño pertenece a la tendencia arquitectónica deconstructivista, se suma a su llamativo exterior elaborado con láminas de metal, donde las curvas acentúan la fachada como las velas de un barco. La combinación de esta estética causa un gran impacto en el espectador.
A simple vista se puede pensar que el diseño carece de lógica respecto a su entorno, que no tiene relación con las construcciones adjuntas y que rompe con el contexto. Esto tiene algo de cierto, pero en realidad, el edificio es fiel a la idea de una arquitectura contemporánea que busca otorgar contraste.
El proyecto del Walt Disney Concert Hall se planeó en 1992 y su construcción culminó en 2003, para abrir sus puertas el 23 de octubre de ese año. Situado en una superficie aproximada de 27 mil metros cuadrados, está conformado por 12 mil 500 piezas individuales de acero inoxidable, cuyas dimensiones alternan entre las 13 pulgadas (33.02 centímetros) y los 113 pies de largo (34.45 metros). Fue diseñado por el arquitecto canadiense Frank Gehry y su costo ascendió a los 247 millones de dólares (aproximadamente cuatro mil 246 millones 473 mil pesos mexicanos).
Cuenta con anfiteatro, auditorio, sala multiusos, oficinas, áreas de apoyo, camerinos, estacionamiento, restaurante, espacio para exposiciones y una tienda. Hoy en día funciona como sala de conciertos, con una capacidad para dos mil 265 personas, y es la sede de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles (LA Phil) y del Coro Magistral de esa misma ciudad.
EL ARQUITECTO
Frank Gehry nació en Toronto el 28 de febrero de 1929. Realizó sus estudios de Arquitectura en la Southern California University entre 1949 y 1951. Durante nueve años trabajó para distintos estudios en Los Ángeles y París, hasta establecer el propio en Santa Mónica, California en 1962.
Según se narra en una entrevista realizada por Fredy Massad y Alicia G. Yeste, publicada por la revista Oh, espectacular en 1997, Gehry obtuvo el reconocimiento internacional con sus maquetas de la Casa Gehry (1978) y la Residencia Familiar (1978), dentro de la exposición que el arquitecto neozelandés Mark Wigley y el estadounidense Philip Johnson realizaron en el Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York, en 1988, sobre el deconstructivismo.
Rodrigo Garzón Pezzano, especialista en Diseño Arquitectónico de la Universidad Autónoma del Caribe (Colombia), escribe en su artículo La arquitectura de Frank Gehry: Espacialidad, envoltorio y yuxtaposcición radical, que el trabajo del canadiense tiene base en la “envoltura del espacio arquitectónico y la yuxtaposición de capas, lo que permite generar un tipo de arquitectura escultórica, rica en perspectivas y volúmenes llenos de sensaciones”.
Los proyectos de Gehry destacan también por su espacialidad interior y un “sinsentido” del lugar, con un concepto creado para sentir y experimentar. Sus espacios están cargados de estímulos, los cuales emergen de formas, colores, texturas y luces. Bárbara Scardamaglia indica que las exploraciones del canadiense se fundan en el modelo tridimensional, como si esculpiera “el futuro objeto arquitectónico”.
Estos y otros factores propiciaron que Frank Gehry fuese reconocido con el prestigioso Premio Pritzker de 1989.
Además del Walt Disney Concert Hall, la genialidad de este arquitecto se puede apreciar en obras como la Norton House (1984) y el Binoculars Building (1985-1991), en Los Ángeles; el Museo del Diseño de Vitra (1989), en Alemania; el Hotel Marqués de Riscal (2003-2006), en España; el Lou Ruvo Brain Institute (2007-2010), en Las Vegas; la torre New York (2008-2011), en Nueva York; la Fundación Louis Vuitton (2006-2014), en París; la Fundación Luma (2007-2019), en Francia, y quizá la más importante de todas: el Museo Guggenheim de Bilbao (1993-1997), en España.
EL AUDITORIO
Desde su inauguración en 2003, el Walt Disney Concert Hall es la sede invernal de la LA Phil que dirige el maestro venezolano Gustavo Dudamel. La orquesta realiza aquí un aproximado de 165 presentaciones por temporada. Y es que este inmueble es reconocido precisamente por ser un monumento a la música y por contar con una acústica de primera calidad.
Encima del vestíbulo se encuentra la BP Hall, una íntima sala donde se realizan actuaciones musicales, recepciones y pláticas previas a los conciertos.
El gran auditorio del Walt Disney Concert Hall es imponente. No importa si se eligen los balcones más altos o los asientos en la orquesta delantera, la sala está diseñada para disfrutar de una escucha perfecta.
El responsable de la acústica del auditorio y de la BP Hall fue el maestro japonés Yasuhisa Toyota, quien es considerado uno de los genios acústicos del mundo. Entre sus trabajos se enlista el sonido de salas como la Suntory Hall de Tokio, la Sala Pierre Boulez de Berlín, la Filarmónica de París y la Filarmónica del Elba en Hamburgo.
El japonés no es músico, pero desde la infancia estuvo expuesto a la música clásica, por eso entiende que conseguir una buena acústica exige un profundo conocimiento de los materiales a emplearse en los edificios. De ahí su inclinación a laborar cercano a los arquitectos, comprender las necesidades de los músicos, aplicar simulaciones computarizadas, emplear modelos a escala de las salas y analizar la reverberación del lugar a diseñar.
El Walt Disney Concert Hall es uno de los más grandes éxitos de Toyota. Para su diseño acústico trabajó codo a codo con Frank Gehry.
En una entrevista otorgada en junio de este año para el portal Bachtrack, Toyota compartió que el proyecto fue interesante, pues existía una disputa entre dos grupos de personas: uno de ellos estaba centrado en la economía y solicitaba dos mil 400 o más asientos, mientras que el otro abogaba por la calidad del sonido y pedía no más de dos mil lugares.
Fue entonces que Frank Gehry acudió a resolver el problema. Empezó por atender la preocupación de que ningún asiento fuese demasiado lejano del escenario y a partir de ahí fijó las dimensiones de la sala. Para este primer paso no tomó en cuenta el número de asistentes.
Más adelante modeló el espacio, a prueba y error, hasta que quedó satisfecho con el resultado e instaló tantos asientos como fuese posible. Pero esto sólo se podía realizar con espacios reducidos, lo cual no fue viable para los intereses de ambos grupos; así que aumentó el tamaño de los asientos hasta quedar en dos mil 265, que fue el número aceptado por todos.
En el auditorio también destaca el gran órgano, para cuyo diseño Gehry decidió colaborar con Manuel Rosales, un reconocido constructor de órganos. El colosal instrumento ha sido empleado por maestros como el compositor estadounidense Terry Riley, quien lo bautizó como “Hurricane Mama” tras una noche de improvisación.