Hagamos un experimento, te daré cinco segundos para mencionar lo primero que venga a tu mente después de escuchar el nombre de un país. Por ejemplo, si menciono Francia, seguramente dirás Torre Eiffel, o si menciono Rusia, dirás Vodka o Tchaikovski.
Pues bien, vayamos a nuestra prueba: Armenia: ¿Tuviste suerte…? ¿Cuántas cosas pudiste encontrar en tu baúl mental?, ¡¡¡¿Cuántas?!!!... Bueno, la verdad es que hasta hace muy poco tiempo yo tampoco tenía idea de la trascendencia y aportación que este minúsculo país ha hecho al mundo y a la música. Así que empecemos nuestra aventura. Armenia es un país de tan sólo 30 mil kilómetros cuadrados…, considera que México tiene casi 2 millones de kilómetros cuadrados, y una población de menos de 4 millones de habitantes. Se habla la lengua armenia, que posee su propia escritura, por cierto, muy estética y amable a la vista.
Y bueno, desde 1991, Armenia es una república independiente. Quizá toda esta información no te haya arrancado un suspiro, sin embargo, que pensarías si te dijera que los armenios se consideran la cuna de la actual civilización viviente sobre la tierra, al ser los descendientes directos de Noé, sobreviviente del diluvio Bíblico. Dice el Génesis: “... el barco reposó en una montaña en la cordillera del Monte Ararat”…, a propósito, ¿sabes dónde se encuentra dicho monte? Pues adivinaste: en el corazón de Armenia.
Si no te has sorprendido lo suficiente, deberás saber que según los estudiosos de las sagradas escrituras, Adán y Eva tenían su finca en el Jardín del Edén, en Armenia, llamada también la Tierra de Ararat. Haik, que viviera hacia 2100 a.C. y descendiente directo de Japheth –hijo de Noées el patriarca de Armenia. De hecho, los armenios se saludan ¡Hai! en honor a Haik…. Bueno, ¿y la música? Aram Khachaturyan es el compositor más importante de Armenia. Nace en 1903. Khachaturyan siempre amó la música, sin embargo, sus estudios formales los tiene hasta los 19 años en 1922, al inscribirse en la clase de cello en la escuela de música Gnessin, al tiempo que lograba graduarse en biología en la Facultad de Física y Matemáticas en la Universidad Estatal de Moscú. Su rápido desarrollo le permitió en el corto plazo, lograr presentarse en conciertos estudiantiles en las salas del Conservatorio de Moscú.
Es importante mencionar que en aquella época había una importante división entre la Sociedad Musical Rusa y el Teatro de Ópera italiana. En ese contexto, se conformaría su estilo de composición. De esta manera pueden citarse algunos rasgos importantes en la música de Khachaturyan, empezando por los famosos “segundos de Khachaturyan”, siendo estos, ostinatos rítmicos, es decir, figuras repetidas una y otra vez generando atmósferas de gran emoción.
Ello fue producto de haber escuchado, desde niño música folklórica con instrumentos como el sazandar, la qyamancha y las percusiones. Así, Khachaturyan pasa del arreglo de la música folklórica al desarrollo de esta. En la madurez Khachaturyan escribiría para el teatro el cine y la danza, mostrando siempre sentimientos de victoria y fuerza. En 1944, Khachaturyan compondría el Himno Nacional Armenio. Su Danza del Sable del conocido ballet Gayaneh, es un ícono de grandilocuencia, elegancia y magnanimidad. A manera de corolario, Khachaturian amaba los animales. Él tenía un perro llamado Lado (en relación a las notas musicales La y Do) con quien solía caminar por horas. Tal fue el cariño que le tenía que llegó a componerle una pieza titulada “Lado se siente terriblemente enfermo”. Armenia en un suspiro.