Sturm und Drang. Literalmente, entendido como tormenta o arrebato, fue un movimiento que concede y da libertad de expresión a los artistas en la plástica y en la música, en la segunda mitad del siglo XVIII. La cultura comienza a alejarse de las formas geométricas y patrones rígidos, para dar paso al libre y pleno desarrollo del talento humano.
El Sturm und Drang evoca la expresión de las pasiones y los artistas eran ahora libres de proyectar su percepción, pudiendo además llegar a los extremos emocionales, rompiendo así las limitaciones impuestas por el racionalismo de la lustración. Si bien Francia hizo su parte con la revolución sociopolítica, Alemania hizo lo propio en la revolución artística.
Si bien era ya una tendencia, el movimiento Sturm und Drang tomó nombre de la pieza teatral homónima escrita por Friedrich Maximilian Klinger en 1776. De ahí vendrían los más clásicos exponentes del Sturm und Drang, a saber: Johann Wolfgang von Goethe, Friedrich Schiller y Johann Gottfried Herder, por mencionar solo algunos.
En la pintura, la obra típica por excelencia es “El Caminante sobre el Mar de Nubes” del artista Caspar David Friedrich.
En la música encontraría sus principales exponentes en Haydn, Franz Xaver Richter, Johann Christoph Friederich Bach y Carl Philipp Emanuel Bach, ambos hijos de Johann Sebastian Bach. La música del Sturm und Drang es una forma de reacción contra el barroco. Critica la compleja estructura polifónica y el simbolismo matemático, pues al ser patrones o cánones impiden la expresión humana que totalmente libre de formas. Estamos en la antesala de la subjetividad.
El artista creará para sí y de sí, sin el compromiso de agradar a nadie. El barroco expresaba la realidad exterior. Para ello había que observarla detalladamente para después plasmarla en una obra determinada siguiendo un método objetivo y racional.
En el Sturm und Drang la música busca la naturaleza interior del hombre. Es dejar de proyectar la cosa de ahí afuera, para voltear al interior y sacar ese contenido sensible que hasta entonces había sido reprimido. El Sturm und Drang sería la semilla o la base sobre la que se establecerá el Romanticismo en el siglo XIX.
A partir del Sturm und Drang los artistas aman la naturaleza, la fantasía, lo enigmático, las novelas, en general todo aquello que está fuera de los límites de la razón; persiguen la libertad de sus sentimientos; serán sinceros con sus impulsos creadores, hasta el extremo de considerar el arte como algo sagrado y el artista como un mesías.
Al respecto, Beethoven escribió: “Me preguntaréis de dónde extraigo mis ideas. No puedo decirlo con seguridad: acuden a mí sin ser invitadas. Podría casi tomarlas en mis manos, en plena naturaleza, en los bosques, durante mis paseos, en el silencio de la noche, con los primeros albores. Las despiertan estados de ánimo que, en el caso del poeta, se transforman en palabras y, en el mío, en sonidos que resuenan, rugen y gritan hasta que, por fin, se convierten para mí en notas”