Nostalgia por las tunas

Aparte de mezquites y nueces, pocos frutos habrá que se puedan contar como naturales de esta parte del Desierto Chihuahuense y del Bolsón de Mapimí, porción conocida como Comarca Lagunera. Por eso las tunas, en náhuatl nochtli, igual que otros dones de la naturaleza son para nosotros importados y su temporada 2023 ya concluyó.

Para mí las mejores nochtli son las amarillas por su sabor y porque, según el color, sus virtudes luchan contra el colesterol. Me parece que Sahagún las describe como muy apetitosas. Digo parece, porque al describir los nopales apunta: “En unos árboles de estos se dan tunas que son amarillas por dentro, otros las dan que por de dentro son coloradas, o rosadas, y éstas son de muy buen comer […].” Lamentablemente, no son abundantes las amarillas que traen a la comarca. Es necesario otear muchos rumbos, localizar algunos expendedores, acercarse a mercados y súpers a ver si.

Fray Bernardino de Sahagún, en su Historia general de las cosas de Nueva España fue quien me quitó de la duda acerca de por qué se llama tuna ese sabrosísimo y ubicuo fruto que se encuentra en el escudo nacional. En el último de los seis párrafos que le dedica en el “libro XI” dice al final: “Hay otros árboles de estos cuyas tunas tienen los hollejos muy gruesos. El nombre propio de tuna es nochtli.” Sahagún ha usado “tuna” pero en seguida aporta el nombre náhuatl, nochtli.

No sólo por ser retratada la tuna en el escudo, el término nochtli es de considerarse. Se le encuentra en el topónimo Tenochtitlan. En el Diccionario del náhuatl en el español de México, coordinado por Carlos Montemayor, se lee: “Sahagún registra el nombre de la ciudad como Lugar de la Tuna Silvestre, de Tenochtli, tuna […].” Para abundar, Guido Gómez de Silva en su diccionario de etimologías dice que el término procede del taino tuna y en la definición de nopal anota: “[…] náhuatl no’palli ‘nopal’, de la misma familia que nöchtli ‘tuna’, fruto del nopal […]”.

Sé que no es fácil acercarse al libro de Sahagún porque no es frecuente el gusto de leer, menos el de comprar libros y todavía menos el de ir a una biblioteca a buscar la posibilidad de sostener en las manos un librote de 1093 páginas, como es el de la edición de Porrúa. Por eso termino con la transcripción de algunos párrafos de Sahagún dedicados a las nochtli:

“Hay unos árboles en esta tierra que se llaman nopalli, quiere decir tunal, o árbol que lleva tunas; es monstruoso este árbol, el tronco se compone de las hojas y las ramas se hacen de las mismas hojas; las hojas son anchas y gruesas, tienen mucho zumo y son viscosas; tienen espinas las mismas hojas. La fruta que en estos árboles se hace se llama tuna (y) son de buen comer; es fruta preciada, y las buenas de ellas son como camuesas. Las hojas de este árbol cómenlas crudas y cocidas.

“En unos árboles de estos se dan tunas, que son amarillas por dentro, otros las dan que por de dentro son coloradas o rosadas, y éstas son de muy buen comer; otros árboles de estos hay que tienen en las hojas vetas coloradas, y las tunas que se hacen de éstas son coloradas por de fuera y por dentro moradas, son grandes, y tienen grueso el hollejo. Hay otros árboles que la fruta que en ellos se hace son coloradas de fuera y de dentro, son gruesas y largas.

“[…] Hay otros árboles de estos cuyas tunas tienen los hollejos muy gruesos. El nombre propio de tuna es nochtli.”

Las nochtli ya pasaron por aquí este año. Se queda el paladar bogando en la nostalgia que le dejaron. Volverán hasta ya entrado el próximo verano. Se nos quedan en Te nochti tlan y en el escudo nacional. Al hurgar en su existencia historiográfica me expliqué también por qué en la Ciudad de México muchas veces escuché la expresión popular que la describía como “Mexicalpán de las tunas” (es decir, de las nochtli).