Audacio, tipo despreocupado, de palabra fácil y convincente; Astucio, empleado en una dependencia municipal; ambos de treinta y cinco años; Timoratio, individuo precavido, moderado, cauteloso, prudente, discreto; y Frivolio, sujeto práctico y de acción; uno de 24 años, el otro de 26; los dos, estudiantes universitarios; el primero de Ciencias Políticas, el segundo de Derecho. No obstante, la diferencia y contraste de sus personalidades, fueron convocados por el primero de ellos a reunirse en el Café-Bar "Las Victorias de Villa", lugar en el que se reunían desde varios meses atrás y que prácticamente habían escogido como salón de sesiones, con autorización de su propietaria Versatilina, quien también participaba en las reuniones y sus comentarios eran respetados y tomados en cuenta.
No militaban en partido político alguno, pero les interesaban los temas y las cuestiones políticas para analizarlas y hacer un comentario crítico. Se reunían en aquel establecimiento ubicado en la Colonia "Las Rosalías" de Ciudad Laguna, cada vez que había un tema interesante y trascendente; y éste lo era, sin duda alguna; tomaban café y galletas y comenzaban la sesión.
Audacio, comenzó de modo solemne diciendo: "Amigos, nos hemos convocado porque hay un asunto de carácter trascendente que vamos a tratar aquí". Y continuó ante la cara de asombro y curiosidad del resto de los concurrentes: "Tal parece que el presidente ha perdido el piso o se ha ausentado de la realidad política de nuestro País, al proponer que los integrantes del Poder Judicial Federal sean electos mediante el voto popular".
"Esa es una aberración que debe impedirse" - terció Frivolio-, añadiendo: - "Se equivoca el señor si espera que con esta medida acabará la corrupción y se fortalecerá el trabajo de jueces y magistrados".
"¡Claro que no!, intervino Astucio, y esto debe saberlo muy bien el presidente; los integrantes del Legislativo y el titular del Ejecutivo han sido siempre electos popularmente, y los casos de corrupción abundan".
"Para hacer lo que pretende se necesita una reforma constitucional", -asumió muy seguro de lo que decía, Audacio.
"Es verdad, complementó, Timoratio, y agregó: "Reformar la Constitución, requiere una mayoría calificada de los integrantes del Congreso"; comentó Frivolio, presumiendo que sabía: "mayoría calificada son las dos terceras partes de los diputados y senadores, presentes en la sesión en que se tome el acuerdo", se apresuró a opinar Timoratio; o sea, amplió su discurso "Si la Cámara de Diputados la integran 500 legisladores, necesita de 333 votos a favor de la reforma, suponiendo que asistieran a la sesión la totalidad de sus miembros, lo que es muy difícil que se dé".
"Más la mayoría de votos de las legislaturas de los Estados, o sea 17", adujo Timoratio, muy seguro de lo que decía. "En el Congreso, con los votos de Morena y de sus aliados, el PT y el Verde Ecologista, fácil alcanza esa mayoría".
"Y también tiene mayoría congresos de los Estados", apuntó Astucio, - entonces no tiene de que preocuparse el presidente o su sucesora", dijo burlesco-.
En ese momento, Versatilina, mujer brava y agresiva, hembra de armas tomar, lideresa de colonias, en las que controlaba el correo, el teléfono, el registro civil, el Comité de Obras y de agua potable, quien había permanecido callada, como simple espectadora, con el rostro que demostraba cansancio, desesperanza, fastidio y ganas de pelear, irrumpió, y con voz estentórea y galopante, que le permitía prescindir del micrófono, dijo:
"Ya déjense de pendejadas y de palabras bonitas; se andan por las ramas y se olvidan del follaje que es rico y abundante; ¿qué importancia tiene que se necesite una mayoría relativa, absoluta, simple o calificada". Argumentando con lógica y precisión ¿Qué no se dan cuenta de que lo que realmente quiere el Presidente con su propuesta es entregar el Poder Judicial a los partidos políticos, ya que los jueces y ministros sean electos por la gente, implica que sean postulados por un partido político, es poner la justicia en manos de los partidos, "partidizar la justicia", y entonces tendremos funcionarios judiciales de Morena, del PAN, PRD u otros; y el magistrado o ministro que llegue por esa vía a la judicatura, tendrá compromiso con el partido que lo postuló y sus decisiones serán de carácter político y no jurídico, y cuando le toque dictar sentencia en un conflicto donde sea parte algún militante de su partido, seguramente resolverá en favor de éste. No es terminar con la corrupción, es partidizar la justicia. Y habrá más corrupción que la que hoy vemos. Eso es lo verdaderamente grave y de eso deben preocuparse", terminó Versatilina, dejando pensativos a los integrantes de aquel grupo. [email protected]