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Verdad Amarga

Patrimonio histórico tangible e intangible en El Continental de Torreón

ENRIQUE SADA SANDOVAL

De acuerdo con lo determinado por la UNESCO en el 2003, el Patrimonio cultural inmaterial-también definido como Patrimonio vivo- incluye prácticas y expresiones heredadas de nuestros antepasados transmitidas a nuestros descendientes como tradiciones orales, artes escénicas, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos, prácticas, costumbres, saberes o técnicas vinculadas a la artesanía y hasta recetas culinarias.

En este sentido la ciudad de Torreón se honra con el hecho de contar no solo con una amplia riqueza de ambas que se concentran lo mismo en su Centro Histórico que en su parte rural -la región de Jimulco- que desde el siglo XVIII es la más extensa, antigua y menos conocida del Municipio.

Ahora bien, volviendo a las definiciones el patrimonio material es todo bien tangible, mueble o inmueble creado por grupos sociales o comunidades en el pasado mientras el patrimonio inmaterial es aquel bien intangible que forma el acervo o legado cultural de un determinado sitio o colectividad-calificando ambos como patrimonio histórico-cultural a su vez-lo cual se entiende como una herencia que se transmite de una generación a otra.

En el caso del Hotel Río Nazas de Torreón, construido para ser proyectado como primer Hotel de Gran Nivel en 1954, este cumple con la encomienda de concentrar ambos tipos de riqueza al interior de sus muros al igual que en su cocina.

Desde el lobby, pintados sobre lienzo, se aprecian tres grandes murales del artista madrileño Juan Bueno y tres murales más al interior de su Restaurante -El Continental- donde Alberto Ruíz Vela plasmó auténticas obras de arte representativas de la ciudad en su "Belle époque".

Al entrar al comedor se vislumbra el primer mural de Ruiz Vela: "Paseo en la Plaza 2 de abril"; estampa porfiriana de la Plaza de Armas con el Casino de La Laguna como fondo, donde damas y caballeros con ropa de época se saludan y cortejan mientras al centro de la escena, puro en mano, aparece sonriente el Ingeniero José F. Ortiz que fue uno de los empresarios más importantes de La Laguna y entre los responsables del Hotel como proyecto.

En contraparte a este mural, al otro extremo de donde están las mesas, se encuentran otras dos obras del autor con distinta temática: detrás de un piano clásico en espera de quien armado de valor y de una copa de cognac interprete algo, destaca el mural conocido como "Bellezas laguneras"; mismo de donde emergen elegantemente y mirando desafiantes, con toda su natural belleza al espectador, jóvenes damas ataviadas a la usanza de la Posguerra (retratando a Patricia de la Peña, María Luisa Estrada, María Luisa Valencia de Torres y María Rosa Bredeé de Bremen) teniendo como fondo la figura del legendario Hotel en el que se encuentra este tesoro artístico, representando una escena clásica de lo que solía ser el paseo dominical que solían realizar los jóvenes por la Avenida Morelos hasta la década de los sesentas.

Junto a esta estampa, resaltará el último de los murales: "Noche de Covadonga", que retrata las tradicionales fiestas de Romería que se llevaban a cabo en la Alameda Zaragoza-celebradas ahora en el Parque España-cada 18 de Septiembre en honor a la Virgen de Covadonga como una verbena popular iniciada por la comunidad española asentada en La Laguna, misma donde se realizaban corridas de toros y muy diversas puestas artísticas en escena como las de danza en que destacaron durante años tanto Magdalena Briones como la misma Pilar Rioja.

Pero esto no es todo su legado: como parte de esta herencia contamos no solo con el tesoro de los muros de El Continental al interior de dicho Hotel sino también con la enorme riqueza culinaria que alberga su cocina, donde lo mismo es posible degustar una exquisita Barbacoa o Birria de Cordero (único sitio en la región que ofrece este platillo), machaca norteña, café con miel de abeja, pan de elote bañado en cajeta de cabra y calabaza en piloncillo; todos platillos originarios del Antiguo Real de Minas de Jimulco, con sus ingredientes autóctonos venidos de esta zona, gracias al buen tino del matrimonio formado por Iván Fuentes y Maricela Avelino quienes nos brindan a la carta buena parte de esa riqueza lagunera -tangible e intangible- cuyo sazón e historia se encuentran al alcance de la mesa, y por fortuna aún entre nosotros.

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Escrito en: Editorial Enrique Sada Sandoval editoriales

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