"Históricamente siempre ha habido mucha conexión a nivel personal de gente que trabaja para el Estado, pero también como García Luna recibe dinero de organizaciones delictivas, esto no es nada nuevo en México".
Tal sentencia viene de Pablo Piccato, profesor en el Departamento de Historia en la Universidad de Columbia, Nueva York quien en entrevista para El Siglo de Torreón aborda el caso del exsecretario de Seguridad Pública y el estado del sistema de justicia en México.
Doctor en Historia por la Universidad de Texas en Austin y autor del libro Historia Nacional de la Infamia (Grano de Sal, 2020), donde aborda la historia del crimen y la justicia en el México moderno, Piccato destacó que "desde el siglo XX, la policía siempre ha tratado de tener una relación especial con ciertos grupos o individuos que están considerados del otro lado de la ley, pero que pueden serles útiles para sus investigaciones y para controlar la percepción de la amenaza del crimen".
Ante ello, apunta que el exsecretario era un extremo, "porque él estaba a nivel de gabinete". Precisó que no todas las policías, agentes de seguridad y las Fuerzas Armadas están corrompidas, "se trata de algunos individuos, pero es un patrón que tiene décadas, desde principios del siglo pasado".
EL JUICIO CONTRA GARCÍA LUNA
P) Una de las críticas que se hizo del juicio fue entre el tema de testimonios contra las pruebas materiales o de datos, ¿cómo lo compara con lo que pasa en México?
Para entender el juicio a García Luna, primero hay que entender que en Estados Unidos desde la segunda mitad del siglo XX ha habido juicios contra integrantes del crimen organizado, de la mafia, donde se les acusa de conspiración para cometer un delito.
Es decir, se les acusa de ponerse de acuerdo con otra gente para cometer un delito, no quiere decir que ellos los acusados necesariamente hayan estado ahí presentes cuando se cometió el delito, pero que sí se coordinaron con otra gente para cometerlo.
Esta forma de acusación fue considerada necesaria para juzgar a jefes de la mafia porque nunca hacían nada ellos directamente, siempre le encargaban a alguien hacer las cosas y porque también nunca dejaban un testimonio escrito, un tipo de evidencia física.
Entonces esos juicios contra la mafia, básicamente se basaban en testimonios de gente que había estado participando en esas actividades ilegales y luego se convertían en testigos de la acusación y también en grabaciones.
Eso lo utilizó mucho la policía aquí (Estados Unidos), sobre todo el FBI, grabar conversaciones y utilizarlas como evidencia.
Sobre el caso de García Luna, ve claro que ese es el patrón de la acusación, "no necesariamente presentar evidencia física de los hechos, si no testimonios de personas que fueron asociadas con el acusado en la conspiración para cometer esos delitos".
Apuntó que es distinto el trato porque el exsecretario era parte de un gobierno en otro país. "Entonces si es que hay grabaciones hablando de esos delitos, sería muy difícil para el gobierno de Estados Unidos utilizarlas, porque quedaría en evidencia que está espiando a altos funcionarios mexicanos... crearían un problema diplomático".
LA IMPUNIDAD Y LOS CAMBIOS EN EL SISTEMA JUDICIAL
P) ¿Cree que la impunidad en México ha ido creciendo al conformarse el Estado mexicano desde la Revolución hasta nuestros días o más bien ha sido ese vacío constante de que no se resuelven los delitos?
Es un viejo problema, de que pocos delitos son investigados y aún menos son juzgados y terminan con una sentencia culpable, para casos de homicidio en México el porcentaje que se resuelve con una sentencia el porcentaje es mínimo.
Ahora, impunidad es un término general, es como la gente lo percibe, pero creo que se puede ser más específico y el problema de la justicia en México es que es vulnerable a presiones políticas, económicas y amenazas, de parte de los grupos criminales. Es muy difícil para un juez simplemente dictar una sentencia, porque hemos visto casos donde han sido amenazados y hasta asesinados.
Es un problema, que el gobierno obviamente está muy consciente de eso.
El otro es que la forma en que se ha atacado el problema de la violencia y crimen organizado en México ha enfatizado los recursos para la actuación policial y militar, es decir, ha habido mucho dinero para las Agencias de Investigación, para la Policía Judicial, para el Ejército, pero no ha habido ningún tipo para consolidar el aparato de justicia, para darles autonomía a los jueces y los fiscales y entrenar a la gente, preparar a técnicos forenses, todo eso cuesta mucho dinero y lo que sabemos es que la mayoría de las Agencias del Ministerio Público están rebasadas totalmente, tienen demasiados casos que investigar, entonces tienen que decidir qué investigar y generalmente investigan los casos más sonados ante la opinión pública o los que tienen más alto impacto".
Es un problema que va, es estructural, no es un punto de nadie, pero si no se soluciona va a seguir habiendo impunidad.
P) ¿En su contexto histórico cree que ha ido creciendo desde el inicio de la "¿Guerra contra el Narcotráfico", cree que fue lo que alteró el sistema de justicia?
Ciertamente es un problema que se ha vuelto más agudo, pero ya existía desde antes, los recursos del gobierno para el sector judicial y para la policía de investigación siempre habían sido limitados, nunca ha sido la prioridad el sistema de justicia.
Ahora se ha vuelto más agudo porque el número de delitos violentos ha aumentado a causa de las disputas entre los grupos criminales, entonces eso hace que sea aún peor porque hay más homicidios y los recursos para investigarlos siguen siendo iguales.
ABOLICIÓN DE LOS JURADOS
"Otro momento (en la historia) donde se volvió más claro, es después de que se abolieron los jurados en México en 1929, el proceso judicial, lo que sucedía cuando alguien era acusado de un crimen y se llevaba adelante la investigación, ese proceso se volvió muy oscuro, muy cerrado".
"Ya no había audiencias públicas, todo ocurría en las oficinas de los juzgados y todo era por escrito, entonces eso hizo que el proceso judicial se volviera algo que mucha de la gente no le prestó atención, porque era muy difícil de entender lo que estaba sucediendo ahí en las agencias, en los juzgados. Eso causó en parte el escepticismo de la sociedad civil hacia el sistema judicial, como está tan poco transparente y en muchos casos como hay tanta corrupción, la mayoría de la población realmente no considera que el sistema judicial sirva para encontrar la verdad sobre los casos".
"Más bien lo que sucede ahí es o inercia o corrupción. Entonces la mayoría de la gente no cree en el sistema judicial, porque la experiencia indica que es muy poco confiable, entonces eso es lo que ha agudizado el problema que tenemos ahora, esa es la causa del problema que tenemos".
TORTURA EN MÉXICO
P) Se estima que el 79 % de los detenidos en México sufrieron tortura o malos tratos, según datos del World Justice Project, al volverse más oscuro (el sistema judicial), ¿cree que aumentó la percepción de tortura o más bien ya era una característica en México?
"Yo encontré testimonios de tortura desde los años 20 del siglo pasado y sí me parece claro que el uso de la tortura por la policía, por lo menos en la Ciudad de México, ha sido una constante, se usaba mucho para obtener una confesión, porque con una era suficiente para turnar a un sospechoso al juez y para probar la culpabilidad".
"Eso cambió hace unos años, donde el sistema ahora requiere otro tipo de evidencia aparte de la confesión. Entonces la tortura para obtener una confesión ya no es tan eficaz para la policía, ya no es tan simple como obligar a alguien a firmar una confesión, pero de todas maneras ha permanecido hasta donde sabemos".
Apuntó que durante la época de los 60 se utilizaba mucho contra las personas acusadas de pertenecer a grupos revolucionarios de izquierda, "en grupos guerrilleros hubo un uso bastante extenso".
"También hay información de que era utilizada contra narcotraficantes desde el siglo XX para sacarles información y extorsionarlos, entonces eso no es nuevo tampoco". Agregó que últimamente sí han surgido algunos mecanismos institucionales para tratar de prevenir la tortura; entrenar a la gente, las Comisiones de Derechos Humanos, la posibilidad de apelación ante confesiones obtenidas bajo tortura.
Remarcó que hay testimonios de que eso sigue ocurriendo, como el caso de la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, donde ha habido declaraciones de acusados que fueron obligados a confesar bajo tortura.
"Es un problema que sigue ahí y que hace que haya aún más escepticismo hacia el proceso penal en México, porque la gente piensa que la tortura en distintos grados o las amenazas son parte del proceso de investigación".
LA JUSTICIA EN MÉXICO Y LA LITERATURA
Cuestionado finalmente sobre las diferencias entre la representación de las autoridades mexicanas, comparadas con las extranjeras en la ficción, expresó que "el género de novela policiaca ha cambiado mucho, sobre todo desde los años 60, ya no hay casi novelas y cuentos en el formato de la investigación tipo Sherlock Holmes, eso ya nadie lo escribe así".
"Más bien lo que hay en México lo que se describe es la realidad más sucia, digamos, lo que es el mundo de la policía y del delito; se escribe mucho sobre narcotraficantes y es como un género que vende muchos libros, pero ahí ya no es una cuestión de detectives contra criminales. Ahí ya es un tipo de historia, totalmente distinto donde en realidad, lo que vemos ahora en muchos casos es que el personaje más importante en las historias no es el detective o el policía si no el criminal".