Discusiones pueden ser un paso cercano para crear intimidad y fortalecer cualquier relación.
Cuando uno solo busca ganar la guerra para defender su ego, lo más probable es que esté dispuesto a desenfundar una espada cargada con críticas severas, crueles reproches y, sobre todo, con la necesidad de tener siempre la razón. Lamentablemente nadie gana ya que la única batalla que se perderá será la de poder mantener una buena relación.
Es por esta razón que las discusiones y los desacuerdos a menudo tienen una mala reputación. Muchas personas los temen y prefieren evitarlos porque sienten que solo generan resentimientos y angustia, sin llegar a una resolución positiva.
Sin embargo, cuando se manejan de manera adecuada, las discusiones y desacuerdos pueden convertirse en una llave que abre la comunicación sincera, liberando el dolor y aclarando la visión de las personas.
Las discusiones son senderos que conducen hacia una mayor intimidad y entendimiento con aquellos que amamos y con las personas que tenemos algún tipo de relación ya sea afectiva o de trabajo.
Al enfrentar las diferencias con respeto y apertura, se abre un mundo de posibilidades transformadoras y sanadoras.
Las conversaciones incómodas, donde los puntos de vista difieren, pueden generar heridas emocionales sin ser expresadas debido a la falta de palabras adecuadas y claridad en la situación, la ausencia de fortaleza emocional necesaria, la falta de una oportunidad adecuada y la falta de disposición para entender y resolver el problema.
Una buena discusión no busca establecer quién tiene la razón o quién se ha equivocado, sino construir puentes para que las personas puedan expresarse libremente, priorizando la conservación y protección de la relación y el bienestar de todos los involucrados.
Dos concepciones que obstaculizan la comprensión mutua son:
"Yo estoy bien y tú estás mal" y "Tú estás bien y yo estoy mal"
Ambas peligrosas, ya que llevan a la arrogancia, la castigación, la victimización, la impotencia y la culpa.
En cambio, una perspectiva sana es: "Yo estoy bien y tú estás bien", reconociendo que cada individuo tiene una historia, una opinión y un sentimiento válido.
Es imposible tener siempre la razón, y las discusiones pueden llevar a ver el mundo desde diferentes perspectivas, fomentando la humildad y la empatía. En una buena discusión, se aprende a valorar otros puntos de vista, aunque no se esté de acuerdo.
Para mantener una relación sana, es necesario dejar de lado el ego y la necesidad de tener siempre la razón.
LA RECETA INGREDIENTES:
Aceptación - reconocer que cada uno tiene otra visión y ambos tienen su razón.
Perspectiva - visión panorámica que permite ver otros ángulos de la situación.
Empatía - comprender los sentimientos de los otros desde la mirada de ellos.
Fortaleza - valor para mantener el respeto, resistir los desacuerdos y encontrar consensos.
Honestidad - autenticidad al expresar con sinceridad los sentimientos íntimos.
AFIRMACIÓN PERSONAL PARA EVITAR LAS DISCUSIONES:
Con valentía, reconozco mi poder para resistir la necesidad de tener siempre la razón. Me enorgullezco de querer mantener y cuidar mis relaciones. Me comprometo a encontrar soluciones sensibles y sinceras cuando surjan discusiones o malentendidos. Aprendo a escuchar sin juzgar, respeto las diferencias y soy honesto al expresarme. Creo conexiones íntimas, sinceras y constructivas.
Que se aprende y cómo se evitan las malas discusiones:
Una discusión constructiva implica evitar ataques personales y palabras hirientes, mientras se escucha genuinamente a la otra persona, permitiendo que ambas perspectivas sean valoradas y comprendidas sin interrupciones ni juicios.
Aceptar que las diferencias de opinión son naturales y que todos tienen el derecho de expresar sus ideas, incluso dejando espacio para la posibilidad de cambiar de opinión en cualquier momento.
El cuidado y fortalecimiento de la relación deben primar sobre el deseo de demostrar quién tiene la razón, ya que construir un ambiente de confianza y apertura es fundamental para el vínculo con los demás. Reconocer la importancia de la persona y la relación sobre el tema en discusión es clave para el crecimiento mutuo.
"Ganar la batalla de la razón puede significar perder la oportunidad de tener una buena relación.".