(CORTESÍA)
En 2020, a inicios de la pandemia, la poeta Sara Uribe (Querétaro, 1978) recibió una invitación de la editorial Penguin Random House para unirse a una colección donde se retoma la vida y obra de artistas y escritoras. Le tocaría dedicar tinta a la obra de Rosario Castellanos y deseaba hacerlo en un tono digerible, amigable, de divulgación, para generar el acercamiento de las nuevas generaciones.
Decidió entonces invitar a la diseñadora Verónica Gerber Bicecci para que ilustrara el proyecto titulado ‘Rosario Castellanos. Materia que arde’ (Lumen, 2023). Se trata de un intento por recontar el relato que existe sobre la autora de ‘Poesía no eres tú’. La estrategia apunta hacia una nueva escucha de su voz y reencuentro con sus palabras.
Cabe señalar que gran parte de la investigación de Sara Uribe zarpó desde las páginas del libro ‘Cartas a Ricardo’ (Conaculta, 1996). En este texto se incluyen 111 cartas escritas por Castellanos, la mayoría de ellas amorosas y enviadas a Ricardo Guerra, su entonces pareja.
“En este proceso de reconectarme con Rosario Castellanos, me brindó la oportunidad de hacerlo inicialmente de manera muy entrañable. Es decir, conociendo a Rosario Castellanos como escritora y persona”, indica Sara Uribe en entrevista con El Siglo de Torreón.
Uribe se permitió conocerla en tres momentos clave de su vida. En primera instancia, indica el viaje que Castellanos realizó para estudiar Filosofía en España acompañada por la también poeta Dolores Castro. En segundo turno, destaca su estancia como profesora en Estados Unidos. Finalmente, se refiere a su retorno a México para hacerse cargo de un domicilio que tenía en la capital del país.
“En esas cartas, que además las leí en confinamiento, creo que sí se estableció una conexión con Rosario, de una interlocutora, de una cómplice y hasta de una amiga. El otro día Verónica (Gerber) decía algo bien bonito: es cierto que, durante la pandemia y como no podíamos vernos para ponernos de acuerdo sobre cómo empezar este proceso, hablábamos por teléfono. Y sí era hablarle a ella sobre la obra de Rosario, pero era hablarle de las cartas y de la persona como hablarle de una amiga”.
‘Rosario Castellanos. Materia que arde’ consta de 280 páginas donde se invita a un diálogo capaz de redescubrirla. Uribe describe fragmentos de su vida, acude a comentarios emitidos por otros autores y luego abre una serie de cuestionarios para preguntarse sobre ciertos aspectos de su biografía. Son preguntas que solicitan la participación del lector y que tienen de guía gráfica a las ilustraciones de Verónica Gerber.
“Yo encuentro respuesta, mi respuesta, la respuesta que Rosario me da a mí, a Sara Uribe. Y claro que mi apuesta es que para las lectoras, para los lectores, esto también sea una especie de viaje. Es decir, el viaje de encontrar sus propias respuestas, qué les responde Rosario a cada una de estas personas. Eso también es parte de la apuesta del libro y, por supuesto lo que señalas, que también haya preguntas que surjan en las propias lecturas”.
Resalta que, en su viaje a España, Rosario Castellanos convivió con la poeta torreonense Enriqueta Ochoa. Uribe comenta que ambas mujeres se vieron demasiado jóvenes y su encuentro fue breve. “(Rosario) se entera de los rumores de la quema del primer libro de Enriqueta Ochoa y creo que alcanza a vislumbrar el potencial que en esa Enriqueta Ochoa ya está, en el momento donde se topan de manera circunstancial. A mí me quedaron ganas de saber si en algún momento siguieron viéndose en la Ciudad de México, si hubo un encuentro posterior”.
Ilustraciones
Por su parte, Verónica Gerber Bicecci participa con una serie de ilustraciones. Su idea es ofrecer una especie de “tercera lectura” tras la lectura original de Rosario Castellanos y la que Sara Uribe hace sobre la misma. Así aparecen elementos mayas y guiños a las bordadoras de Chiapas, presentes en la obra de la poeta.
“En busca de cómo resolver el tema de las ilustraciones, se me pidió pedirle a Sara que, en su lectura y relectura de la obra de Rosario, buscara los objetos que aparecían y también los animales y cosas vivas, flores, etcéteras. Esto lo pensé un poco intuitivamente, pero también a partir de mi lectura por primera vez de ‘Oficio de tinieblas’, ahí sospeché que podría haber alguna cosa interesante en consultar los objetos y los materiales. Y bueno, resultó que sí, por eso las ilustraciones tienen sólo elementos objetuales y de tritura”, comentó la diseñadora.
