Nació en Winter Park, Florida y se enamoró del ballet en cuanto lo conoció. Sasha De Sola experimentó la libertad que le otorgaba el escenario y el desafío que la ponía a prueba. Pronto supo que tendría que salir del sur de Estados Unidos si quería sobresalir en la disciplina. Así que se trasladó a Washington, D. C., y se inscribió en la Kirov Academy of Ballet, donde recibió instrucción de maestros provenientes de Rusia.
Su técnica le permitió obtener una beca para estudiar en la Escuela Superior de Ballet de París, pero diversas circunstancias le impidieron cruzar el Atlántico en ese momento. No obstante, en territorio estadounidense compitió en prestigiosos encuentros y se aventuró a bailar en la Competencia Internacional de Ballet de Varna (Bulgaria). Después, el Ballet de San Francisco, donde hoy es la bailarina principal, la reclutó a los 16 años de edad.
En ese momento, Sasha estaba poblada de sueños e ideas. Para ella es importante ser soñadora y una clara visión para labrarse un objetivo. Dedicarse al arte del ballet le ha significado un regalo que le permite vivir diversas vidas a través de los personajes que interpreta en el escenario. La bailarina ostenta el orgullo de la danza y también la responsabilidad que confiere el quehacer artístico. Es un trabajo al que le impregna suma seriedad.
"Tienes la oportunidad de explorar la profundidad total de lo que es ser humano y eso es lo que me encanta de esta forma de arte".
MEDORA
Sasha De Sola relata su historia con El Siglo de Torreón. Llegó a México para ensayar con el Ballet de Monterrey, compañía con la que está de visita hoy 28 y el 29 de abril para encarnar a Medora en el Teatro Nazas, personaje del espectáculo de El Corsario, en una versión trabajada por el director artístico Thiago Soares y en la que colaborará la Camerata de Coahuila.
"Hablé con Thiago y me invitó. Será la primera vez que baile El Corsario, nunca lo había bailado antes. Tengo muchas ganas de hacerlo porque es algo nuevo para mí y, sinceramente, creo que es poco probable que lo baile en San Francisco, así que es muy bueno tener la oportunidad de estar aquí con bailarines que claramente tienen tanta pasión, tanto amor por lo que hacen".
En El Corsario, Medora es una mujer que enamora al corsario Conrad, pero es tomada prisionera junto a su amiga Gulnara por Lankedem, el vendedor de esclavas. En el mercado, el pachá Saïd compra a Gulnara e intenta hacer lo mismo con Medora, pero aparece un forastero (que es Gulnara disfrazado) quien logra adquirla.
Para Sasha se trata de un personaje enigmático. Medora aparece como una mujer fuerte, pero también se sabe vulnerable y no teme mostrarse. El amor y la pasión son torrente en su entrega. Otro músculo de su fuerza radica en la hermandad. La bailarina la describe como un ser con muchas capas, complejo, el simbolismo perfecto de una mujer y la oportunidad perfecta para mostrar su filosofía: dejarse llevar más por la fuerza del personaje que por la técnica.
"Mi objetivo con esta actuación en Torreón es poder lograr que la audiencia conecte con Medora, de manera que encontremos su fuerza y su amor por Conrad, que es lo que impulsa todo hacia adelante y los deja en un mejor y feliz sitio. Quiero conectarme con el aspecto de la historia, tanto como con el aspecto técnico".
SOBRE ESCENARIO
Pese a su desempeño bajo reflectores, la artista se define como una persona tímida. En el libro ilustrado En Puntitas (2018) narra parte de sus inicios y precisamente toca el concepto del miedo. Sí, en la vida se define tímida, pero sobre el escenario, mientras baila, asegura que se desprende de toda sensación de timidez en un marco de libertad.
"Ya no soy esa persona, llego a ser otra y eso es muy interesante. Es algo realmente fascinante. Tengo que admitir que realmente no experimento ese miedo en absoluto cuando estoy bailando. El miedo sólo sucede solo en la vida normal y todavía lidio con eso todo el tiempo, pero estoy acostumbrada".
La primera bailarina del Ballet de San Francisco comparte que la danza tiene además un rasgo de espiritualidad: las personas pueden elevarse a un plano diferente y cambiar su vida durante el transcurso del espectáculo. Cada vez que baila lo hace para conectarse con algo más grande, para que la audiencia enlace con la obra a través de ella, como si fuese un puente o una especie de traductora entre la coreografía y las emociones.
"Ese es el objetivo, y cuando sucede lo sientes, porque sientes que el público está contigo. Espero que el público de Torreón pueda conectarse de esa manera porque eso me haría muy feliz. Sería un éxito ante mis ojos".
(CORTESÍA)
