Vela indicó que es imposible que un movimiento artístico y estético como el romanticismo surgiera de la noche a la mañana. (RAMÓN SOTOMAYOR)
Sergio Vela, reconocido musicólogo, director y diseñador de ópera, visitó este miércoles las instalaciones de la Universidad La Salle Laguna para nombrar a la nueva mesa directiva del Seminario de Cultura Mexicana corresponsalía Gómez Palacio, e impartir la conferencia titulada Beethoven en el arte dramático.
La mesa directiva del SCM quedó de la siguiente manera: José Miguel Cháirez Carrillo como presidente, Roberto Ojeda Godoy como secretario y Gustavo Montes como tesorero.
Tras la ceremonia, Vela empleó su tiempo para hablar de la vida y obra del genio de Bonn. Primero explicó el contexto histórico de Beethoven, quien vivió la mayor parte de su vida en el siglo XVIII y sólo poco más de 20 años en el XIX (razón por la que se le suele relacionar con el romanticismo decimonónico).
“El siglo XIX se fue cocinando paulatinamente, casi podríamos decir que comenzó con la Revolución francesa y terminó con el estallido, y quizá conclusión, de la Gran Guerra […] Y el siglo XVIII lo asociamos con el racionalismo”.
Vela indicó que es imposible que un movimiento artístico y estético como el romanticismo surgiera de la noche a la mañana, pues éste implicó todo un proceso de cocción, donde cohabitaron contradicciones. Es aquí donde resalta la figura del poeta alemán Goethe, relacionado años más tarde con Beethoven, quien hizo una especie de apología de la sensibilidad masculina en su obra literaria.
El expositor también habló de la imagen que se ha hecho de Beethoven: ese tipo desalineado, de duro semblante, que sufrió en demasía ante la imparable evolución de su sordera. Aquí Vela aclaró un punto importante: Beethoven no nació sordo ni aprendió música sumido en la profundidad del silencio. Al contrarío, tuvo un extraordinario oído hasta el momento en que enfermó.
“Y por supuesto, asociamos el sufrimiento individual de Beethoven con un rasgo casi inevitable para un artista. De algún modo, el arquetipo del sufrimiento del artista lo hallamos justamente en Beethoven”.
Vela acudió a otro grande de la música: Wolfgang Amadeus Mozart. Indicó que sí existió la posibilidad de que Beethoven recibiera clases de Mozart en Viena, pero esto no sucedió. Lo que es verdad es que Ludwig recibió clases de Antonio Salieri, cuyo verdadero perfil dista mucho del resentido que se muestra en la obra teatral Amadeus, de Peter Shaffer, llevada al cine en 1994 gracias a la dirección de Milos Forman.
“Mozart escuchó a Beethoven tocando el piano y le pareció que había un talento superior. Mozart no solía prodigar los elogios, porque él mismo sabía todo lo que implicaba ser un gran compositor”.
Para describir con más palabras lo prodigioso que es el arte de Beethoven, Vela citó al compositor estadounidense Leonard Bernstein: “No hay ningún aspecto aislado en la música de Beethoven que nos permita afirmar que era un gran compositor. Ni sus melodías, ni sus armonías, ni su contrapunto, ni su orquestación; en todo ello podemos encontrar defectos. El secreto de Beethoven residía en la milagrosa conjunción de todo esto. En su música, cada nota es siempre la correcta”.