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Mario Rojas

Si Dios existe, está dentro de la música: Mario Rojas

El tenor lagunero Mario Rojas exhorta a la juventud a arriesgarse por sus objetivos

PATRICIO DE LA FUENTE GONZÁLEZ KARG

"A mí el hocico me lo rompen, pero me lo oyen", la frase se alberga en el Twitter del tenor lagunero Mario Rojas. La autoría es de su señor padre. Mario y yo somos amigos desde hace muchos años, conozco varias de sus facetas, sabe cuánto lo quiero, cuánto lo admiro. Ese tuit captó mi atención.

Mario es una persona multifacética, pero también un joven que piensa y actúa como tal. Posee una visión privilegiada. En sus hilos de Twitter se pronuncia de manera atípica para un artista, pero no así para alguien de su edad: habla de Tesla, señala la situación política del país, muestra su desagrado por la Cuarta Transformación, opina sobre los toros y sobre este mundo, una aldea global que apuesta por la incursión de los jóvenes.

Patricio: Me llamó mucho la atención una cosa. Somos amigos desde hace muchos años, maestro Rojas, y conozco muchas de tus facetas, sabes lo que te quiero, lo que te admiro. Separando la amistad del ámbito profesional, me llamó mucho la atención ese tuit, yo no sabía que tenías cuenta en Twitter. Para quien no sepa, Mario es una persona, un hombre multifacético, pero también es un joven, piensa y actúa como un joven. Tiene una visión, ese hilo de tuits, lo que vas poniendo, te pronuncias de manera atípica porque eres un tenor atípico. Temas que no son típicos en un artista quizá, pero sí en un joven. Hablas de Tesla, te pronuncias sobre la situación política del país, no te agrada la Cuarta Transformación, opinas de toros y de este mundo, de esa aldea global donde precisamente le estamos apostando a que la conquisten los jóvenes. ¿Por qué esa decisión de abarcar tantos terrenos?

Mario: Bueno, siempre la ópera y la música han sido un imán de progreso y un imán para mentes brillantes -no es que yo lo sea- pero creo que el principio de seguir adelante es saber que estás reunido con gente más inteligente que tú, siempre. Puedes siempre aprender algo, Verdi lo hizo en su época, la Revolución Italiana no pudo haber tenido un mejor nombre que el revolucionario musical que era Verdi, Víctor Emmanuelle, rey de Italia. Creo que rompo, es demasiado importante para la juventud y para todos nosotros, enfocarnos en todas esas cosas tan importantes, en la política, en nuestro país. Nosotros somos quienes vamos a tomar las riendas y el camino, además vivimos en una república y en una democracia que creo que a muchas personas se les ha olvidado en los últimos años. Entonces, si no es en boca mía, ¿quién lo va a hacer? Sé que a lo mejor puede parecerle idiota a mucha gente, pero ellos me parecen igual de idiotas, es parte de, lo tenemos que hacer, tomar en nuestras manos, el ver más allá del futuro y criticarnos a nosotros mismos y criticar nuestras propias ideas.

(VAYRON INFANTE / EL SIGLO DE TORREÓN)
(VAYRON INFANTE / EL SIGLO DE TORREÓN)

Patricio: Mario, regresando a los recuerdos que te provoca el Teatro Isauro Martínez. Estaba yo viendo el otro día, dices: “aquí empecé mi carrera”. Por cierto, voy a cometer una infidencia: te quiere mucho el maestro Ramón Shade, director de la Camerata de Coahuila.

Mario: Y yo también lo quiero mucho. Una semana y cuatro días antes de que se iniciara la pandemia global, estábamos aquí celebrando los 90 años del Teatro Isauro, con un gran concierto, la gente estaba contentísima, ya veíamos venir algo de Europa, pero hicimos un concierto, en mi recuerdo mágico le cantamos “Las Mañanitas” al teatro. No podía dejar de llorar parado en el escenario, el público quizá no se da cuenta de esas cosas, pero son lugares mágicos.

Aquí también pude dedicarle a mi abuelo, que tuvo que dejar de soñar e irse en un barco en un país que no conocía, con gente que no conocía, dedicarle, por ejemplo, “La barca en que me iré” (Cruz de Olvido) y todo el teatro cantándole. Fue un momento especial. Aquí ensayé con Plácido Domingo antes de que hiciéramos el concierto en la Plaza Mayor. Aquí conocí a Renée Fleming, quien fue la que me dio la oportunidad de audicionar en Chicago, aquí la conocí, le canté en el camerino, pero me dijo: “no, te quiero escuchar en un teatro”. Aquí fue la primera vez que canté, tenía 14 años.

(VAYRON INFANTE / EL SIGLO DE TORREÓN)
(VAYRON INFANTE / EL SIGLO DE TORREÓN)

Patricio: ¿Cuándo descubres la voz? ¿Cuándo supiste que querías ser cantante?

Mario: Querer ser cantante, un par de años después, pero supe que cantaba, era todo un juego. Yo estaba en el colegio; normalmente ponen a los chavos en primaria a tocar la flauta, a estar en el coro. Un día anterior a eso, escuché unos CD que tenía mi padre en la casa. Curiosamente todavía tengo su colección y me llamó la atención un CD de Los Tres Tenores, lo puse y pensé: “qué chistoso cantan estos hombres, qué diversos”. Yo estaba acostumbrado a Luis Miguel, a los cantantes a lo mejor no de esa época.

Patricio: Para dar contexto: Plácido Domingo, Luciano Pavarotti y José Carreras. Los Tres Tenores.

Mario: Así es. Entonces, escucho eso, voy al día siguiente a la escuela, jugando con todos mis amigos, decidí aventarme un agudo. ¿Por qué? No lo sé. Por llamar la atención seguramente y el resto, digamos, es historia. De ahí, recomendaciones de maestras, “tienes que hacer esto, tienes que hacer lo otro, tienes que ir a conocer…”.

Viene Fernando de la Mora a cantar “La Traviatta” con el maestro Shade, con Jesús Guasque y Olivia Gorra, entonces vamos a ver si te pueden escuchar. Me dice Fernando de la Mora: “cuando tengas 15 años ya toma esto en serio, háblale a ‘La Beba’”. “La Beba”, Teresa Rodríguez, que es otra coahuilense de excelencia. En Saltillo, tenían el Encuentro Operístico. Vienen a dar un concierto aquí en Torreón y voy a camerinos a decirle: “me gustaría cantar ‘Mi Teresa’, Fernando me dijo que viniera a verte”, sin saber que era su exesposa.

Me dijo: “a ver, ¿como quién cantas?”, canté y comenta: “eres un tenor”. En Torreón hemos tenido espectáculos muy bonitos y hemos oído voces operísticas, a tenores líricos, a sopranos, a todos los cantantes líricos nacionales que han pasado por este teatro: Ramón Vargas, Javier Camarena, Fernando de la Mora, y de ahí el hilo se fue pasando, tejiendo.

Patricio: Todo está hilado de alguna manera, Mario. Ayer en redes sociales me estaba acordando, para recordarle a los jóvenes, aquí hay un momento, en alguna de tus visitas al Teatro Isauro, donde interpretas “Júrame”, una composición maravillosa de María Grever. También fue grabada por el maestro Plácido Domingo, y también decir y contar: hablabas de Chicago, donde viviste mucho tiempo. Hay un festival que se llama Ravinia. No me acuerdo qué soprano estaba…

Mario: Nadine Sierra. Curiosamente ahí nos topamos.

Patricio: Ahí nos topamos, y yo, desde lejos, no me gustan las etiquetas de ningún tipo, pero dije: “este chavo es un profundo conocedor de ópera” y luego te vi cara y expresiones de mexicano. Posteriormente, convivimos en una comida aquí en Torreón, dos días antes de que cantaras con Plácido Domingo.

Mario: Pocas horas después del ensayo.

Patricio: Comimos juntos y de toda suerte también, ya luego entraremos en ese tema, de lo que nos robó la pandemia, pero estar en la Plaza Mayor significaba, cual metáfora taurina y en memoria de tu señor padre: el redondel. Cantar con Plácido Domingo también significó un homenaje a tu padre. Cuéntanos por qué.

Mario: La cuestión con mi papá es una situación que estoy seguro y creo que todas las personas que nos dedicamos al arte o a cualquier cosa artística, a ese tipo de desarrollos de creación, siempre hay un impulso. No normalmente tiene que ser algo bonito, a veces es una tragedia familiar, a veces es algo que nos desata algo en nosotros que queremos explorar. La humanidad de nosotros mismos, ya sea en la tristeza, en la felicidad, en el éxtasis, esas emociones son las que nos llevan a crear cosas mágicas, el auténtico sabor humano por así decirlo. Entonces, un mes antes de que pasara el concierto, tuve, por desgracia de mi colega y por el trabajo que había hecho; yo cantaba “Gastón” en La Traviatta, en Chicago; mi compañero Giorgio Berruggi cantaba “Alfredo”; Admira Shaimuratu cantaba “La Violetta”.

Me marcan a las ocho de la mañana para decirme: “oye, se siente mal tu colega”. Al ser residente de la Ópera de Chicago, nos daban oportunidad de ser los suplementarios de los cantantes principales. Entonces, me llaman y dicen: “oye, no se siente bien”. Ya me ha pasado antes, me había pasado con Rigoletto un año antes y dije: “ok, está bien”. A mediodía me marcan y me dicen: “¿sabes qué? Sí vas a cantar tú, a cantar ‘Alfredo’ hoy en la noche en la Ópera de Chicago”. ¡Wow!

Estaba impresionado, fue una ópera que vi muchas veces, que escucho regularmente. En ese momento, como caballo enfocado en la tarea, enfrente de ti no existe nada más, pero gracias al triunfo que tuve esa noche, al recibimiento del público en Chicago, al día siguiente me marcó Álvaro Domingo, el hijo de Plácido, diciéndome que Plácido estaba muy orgulloso de mí y que me quería invitar al concierto de Torreón.

El llegar aquí a ensayar con él, en la Plaza Mayor, con toda mi gente, con todo el público de Torreón, fue algo extraordinario. Esa noche fue realmente mágica y creo que la gente estaba muy contenta. Cantar con la persona por la que empezaste a cantar, no tuve la oportunidad de conocer a Pavarotti, no he tenido la oportunidad de conocer a José Carreras, pero cantar en mi tierra donde empecé a cantar, con uno de mis ídolos, la razón por la cual todo esto sucedió: aterrador y mágico al mismo tiempo.

(ARCHIVO)
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Patricio: ¿Sabes algo? Todos estábamos esa noche, y a quien no conoce, decirles que la Plaza Mayor se encontraba a reventar. No solamente era escuchar a grandes personalidades, también significaba que uno de los nuestros, un lagunero excepcional, estaba cantando. Claro que sentimos orgullo, todos por igual.

Gerardo Kleinburg es un experto en ópera, suele hacer variaciones del Cuestionario Proust, lo convierte en una suerte de Proust operístico. Me gustó una pregunta que le hace a un tenor y te la quiero cambiar a ti. Mario, si tuvieras que elegir una voz, cambiar tu voz por una voz de mujer, haciéndole yo ciertas variaciones a dicha pregunta, te la voy a soltar así: Si tú tuvieras voz y rango de soprano coloratura, ¿quién sería tu elección?

Mario: Qué difícil.

Patricio: Bueno, suéltame dos o tres nombres.

Mario: Nadine Sierra, Lisette Oropesa, que ya está cambiando un poco de repertorio, pero ambas entran dentro de eso, son grandes artistas, dos nombres latinos. Por alguna razón, los latinos tenemos las voces más bellas, sobre todo las mexicanas.

Patricio: ¿Y muertas?

Mario: Muertas. Me pones en un aprieto.

Patricio: Bueno, suelta más nombres. ¿María Callas?

Mario: Sí, para empezar, traigo camisa y no me voy a desvestir, pero en el cuerpo llevo un tatuaje de Callas. María Callas es la más grande que ha habido, no solamente por el impacto que tuvo en los teatros y la perfección a la cual llegó. Literalmente es una de las pocas cantantes que era perfecta fuera y dentro del escenario en cuestión de grabaciones. Su musicalidad y su sabiduría eran tan grandes que puedes tomar una partitura de Verdi, de Bellini, de Donizetti, del repertorio que ella cantaba, y nota por nota, con todos los apuntes del maestro, del compositor, todo está en su voz.

Ella decía que no tenía que actuar, sino simplemente escuchar la música. Ahí está todo un mapa de emociones que debes tú transmitir al público, que se ensamblan con la orquesta.

Patricio: Ella decía eso pero no necesariamente estoy de acuerdo porque una de las cosas que tenía María Callas y que tienen otras mujeres y hombres dedicados a la ópera, es que también, como decía Elena Poniatowska en una de sus entrevistas: ¿quién le quita las cien máscaras al actor? La ópera es una actuación constante. ¿Cuál es el papel que más has disfrutado?

Mario: El papel que más he disfrutado fue “La Boheme”. “Elíxir de Amor”, de Donizzetti, es muy divertido, pero “La Boheme”, de Puccini, es mágica y especial. Para empezar, fue la ópera con la que debuté en Bellas Artes, en nuestro gran Palacio de Bellas Artes. Plácido Domingo y yo somos los cantantes más jóvenes en debutar con un papel estelar en el teatro, en ese gran teatro.

Patricio: ¿A qué edad?

Mario: 23 años. El 8 de noviembre del 2016.

Patricio: A ver, ¿nos vamos al futuro? Esta entrevista saldrá publicada en dos semanas. Cuando esté en todas las redes, en todas las plataformas, en el impreso, tú ya estarás fuera del país. Como dice la canción: ¿para dónde va?

Mario: Voy a la que recientemente hizo ciudad hermana nuestro alcalde de Torreón, voy a Nancy, Francia. Voy a cantar “La Traviatta” otra vez con un “Alfredo” que me ha dado de comer muchos, muchos años. El 15 de mayo empezamos ensayos y funciones hasta el 4 de julio. Ya me tocó cantar “La Traviatta” en noviembre pasado en Cerdeña y bueno, es una ópera mágica. Chicago, Cerdeña, ahora Nancy. Aparte, en un papel francés. La ópera está en italiano.

Patricio: ¿Cuántos idiomas hablas?

Mario: Inglés, español e italiano.

Patricio: Sé que dominas el inglés, español no se diga, ¿y el italiano?

Mario: No perfectamente, pero sí, tenemos que aprender e irnos de hocico de vez en cuando.

Patricio: Y vaya que todos nos hemos ido de hocico alguna vez. Yo al cumplir 45 años y enfrentar temas médicos, hice un corte de caja. Metafóricamente perdí la voz, pero hoy busco hablarle a los jóvenes, porque no hace mucho tuve veintitantos años, e invitarlos a que rompan el miedo.

Mario: Los 45 son los nuevos treinta.

Patricio: Hoy me llama la atención otro tuit tuyo, hablas de ir en una bicicleta, Mario también le da durísimo a la ‘bicla’ y pedalea. Entonces, pusiste que hay tres cosas que sientes cuando vas en una bicicleta, ¿cuáles son, recuérdamelo?

Mario: Vivo, libertad y la muerte constante.

Patricio: ¿Por qué la muerte?

Mario: Porque en cualquier momento te puedes morir en una bicicleta y más en un país con tan poca infraestructura ciclística…Creo que se define muy fácil: le das una bici a un niño y se siente libre, las otras dos cosas no las va a pensar, esas son muletas de nosotros. A mí en lo personal me da mucho miedo la muerte, ya que estamos en las sillas de psicólogo, eso de la muerte y vivir, las dos cosas van de la mano y las sientes constantemente cuando vas en la bici y es un gran recuerdo para nosotros cuando estamos haciendo todo, de hacer exactamente eso, ir hacia la muerte, ir hacia vivir, es la única manera de hacerlo.

Patricio: ¿Qué papel no te sentirías capaz de interpretar? En la vida no deben existir los imposibles, pero también, sobre todo en el terreno operístico, hay que ser realistas. ¿Has pensado en algún papel que no seas capaz de interpretar?

Mario: Mira, nosotros siempre estamos pensando cinco años adelante, estamos desarrollando el repertorio que queremos cantar dentro de cinco años y en ese tiempo, en medio, cantas el repertorio que va a la par de ello. Escoges papeles, a lo mejor no ligeros en cuestión vocal, pero sí, no pesados emocionalmente, por ejemplo, Carmen es uno de ellos. El papel de “Don José” es difícil en el sentido de que se vuelve loco a través de Carmen y a través de los actos, comienza como un hombre dulce y al final de la ópera es casi un Otello. Por eso normalmente nos esperamos, no solamente a tener la habilidad musical y vocal, sino el poder interpretar con todo el compromiso de un artista esos papeles. Porque si no, es falso y el arte nunca debe ser falso, siempre hay que ser honestos con nosotros y también vivir las cosas. Uno de los mejores maestros que tuve, en San Francisco, un maestro de Historia, nos dijo, sobre todo a los músicos que tienen que estar tantas horas ensayando, “¿cómo vas a darle la emoción que se merece esa música si nunca has vivido nada fuera de donde ensayas?”. Es una pregunta muy cierta porque normalmente siempre, como cantantes, nos estamos cuidando, ya sea de la alergias, del cambio de temperatura, cuando ya te estás acercando a funciones. Entonces el poder respirar y pensar en las cosas que debemos hacer para convertirnos en artistas es muy importante.

Patricio: Toda la vida requiere disciplina, pero la creación y el compromiso que tienes requiere de una disciplina enorme, mucho más allá de lo que algunos advierten. ¿Cuándo la has perdido?

Mario: No la he perdido. Creo que en la pandemia es lo más cercano. Creo que nosotros que vivimos en la minipandemia del H1N1 tenemos ese breve recuerdo de estar dos semanas, una semana, encerrados en casa, no lo recuerdo bien. En algún momento me lo planteé pero es imposible, no hay plan B…Como dice Plácido: “if I rest, I rust”.

Patricio: En la pandemia, por cierto, voy a cometer otra infidencia porque en la vida es fundamental también hablar de los amigos, yo le quiero también agradecer mucho…Obviamente en este ejercicio de tener al teatro, a la ciudad, a la alcaldía, a nuestro mutuo amigo Antonio Hernández, jefe de la Oficina del alcalde, al Teatro Isauro Martínez, a su directiva, patronatos, a Álvaro Cárdenas, quien actualmente, además de ser un hermano para mí, sin agravio al presente, y mi socio y un gran amigo. Yo le hablé a Álvaro y le dije: mira, yo no estoy en las ligas de Mario en ningún sentido pero hago cositas creativas de repente, para quienes nos dedicamos a la creación, el estar encerrados, y yo siento que Mario debe sentirse que le cortaron las alas, porque llevábamos todos en casa no sé cuánto tiempo y nos estábamos volviendo locos. La primera vez que Mario salió, se animó a salir, tuvimos un convivio muy largo, Álvaro, tú y yo, y ahí hablamos de tantas cosas. La pandemia cuántas cosas nos arrebató, Mario.

Mario: Sí, hasta de mayo a agosto, que fue cuando vi desaparecer dos años de mi trabajo enfrente de mis ojos, fueron los más duros. Gracias a que encontré la bici, yo creo no me puse una bala entre la sien porque es muy difícil como artista parar todo y ver cómo el trabajo, te digo, nosotros agendamos cosas, hasta ese momento yo tenía cosas agendadas cuatro, cinco años adelante, y dos años y medio de eso, porque muchos teatros no se recuperaron. Realmente casi tres años de trabajo que yo soñaba con tener papeles que ya había preparado, debuts en teatros que son históricos, papeles que había soñado, se desvanecieron enfrente de mis ojos. Yo sé que mucha gente vivió cosas muchísimo más terribles que la mía, que perdieron familiares, amigos y seres queridos, entonces te encuentras en esta situación que es muy humana de tener que enfocarse y decir: “está bien, ni modo, lo que venga, vendrá, y si no, habrá que hacer un cambio”, pero no fue lo ideal para nadie.

Patricio: Para nadie, pero es también el arte de la reinvención. El ser humano, no es una falta de autenticidad, pero el ser humano se va reinventando muchas veces en su vida. ¿Cuántas veces te has reinventado tú?

Mario: Yo creo tres veces. Cuando decido ser cantante, cuando me mudo a San Francisco y en el momento que dejo Chicago y vengo a Torreón para venir a renovar mi pasaporte, que mi pasaporte, mi visa, que de eso se convirtió en la pandemia. Aprendí a vivir aquí en Torreón, aprendí a estar con mi familia, tenía años sin estar en Torreón y pasar tiempo. He tenido la oportunidad de conocer lugares bellísimos gracias a la bici, gracias a mis colegas, “el Tren de la Muerte”, saben quiénes son, que se volvieron gente muy importante. Tenía mis amigos de Torreón pero tener un grupo de apoyo, que no hablas sino solo escuchas y te dejan ser. Es muy importante tener eso fuera de las artes, fuera de todo, gente que a lo mejor no conoce mucho de lo que hacemos, es muy importante porque nos recuerda quiénes éramos. Son gente que conocen a tus abuelos, a tus padres, a tus tíos, a tus amigos, es muy bonito reconectar con mi gente lagunera.

Patricio. Existen tenores, Mario, bueno, cualquier tesitura operística, que están peleados, aunque no les queda…A lo mejor, hablabas hace rato de los cantantes que siempre escuchaste como Luis Miguel, generacionalmente afines, pero existen cantantes que están peleados con interpretar música popular o que, con todo respeto, la interpretan de la fregada. Tú no tienes eso, a ti te queda la música popular y te queda increíble.

Mario: Muchas gracias. Mucho no podré decir de qué tan bien canto, el público lo decide, pero es muy importante, sobre todo si eres mexicano, saber interpretar la música mexicana y la música con mariachi, ya sea música norteña o todo eso, siempre vive en nosotros. Históricamente los cantantes de música popular mexicana siempre habían sido, ya sea baritenores, tenores, gente que había intentado entrar en el ámbito, ya sea en Estados Unidos o Europa, y que al final decidieron dedicarse a la música mexicana y lo hicieron con grandes habilidades y son maestros, Pedro Infante y todos ellos, eran cantantes clásicos.

(ARCHIVO)
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Patricio: Sí, Pedro Infante y Jorge Negrete tenían esas tesituras. ¿Cuál es tu diagnóstico, Mario, de la ópera en México en este momento?

Mario: Muy triste, como en los deportes, como en la educación, no se puede hacer arte sin el apoyo del Gobierno, simplemente. El Gobierno debe hablar a través de esas tres instituciones, sobre todo a los jóvenes, pero no hay cultura, no hay educación y menos en el deporte. Esos y muchísimos más departamentos del Gobierno han sido rajados casi al 50 por ciento o más por estupideces. Es muy triste porque hay mucho talento en México, mucho. Yo no vengo de una familia con dinero, no vengo de una familia pudiente, mi mamá me apoyó mucho, mi papá murió cuando yo era muy joven y sin el apoyo de empresas privadas y de empresarios, no lo hubiera hecho, porque promesas venían por parte del Gobierno de aquel entonces, pero si no te contestan el correo que te dicen públicamente que te van a dar y que te van a ofrecer y que te van a dar la beca, es muy difícil. Creo que lo más importante para el arte, el apoyo, aparte es cultura, nada malo viene de apoyar a la cultura, nunca, nunca vendrá malo.

Patricio: Al contrario. Mario. ¿Qué le dirías a ese joven que se quiere dedicar a lo tuyo? ¿qué consejo le darías? Pese a este escenario que planteamos, que está difícil en la actualidad, que es tan injusto, porque coincido contigo en esa apreciación, en que el Gobierno, que este Gobierno, se ha encargado de desmantelar una serie de cosas y la historia no los va a absolver…

Mario: Si todavía tuviéramos a Rafael Tovar y de Teresa…

Patricio: Sí, qué titanes de la cultura, pero bueno, donde no entra el Gobierno también está el empresariado, la sociedad civil organizada…

Mario: Exactamente, aquí lo hemos visto en Torreón. Sé que en Saltillo también ha tenido mucho éxito Natanael, mi amigo, con el apoyo privado, fue un gran director de orquesta y una gran mente de haber creado la Orquesta Sinfónica del Desierto, pero sí, va a tener que haber mucho apoyo privado porque, para empezar, es muy caro hacer lo que hacemos porque conlleva mucha preparación, no vas a presentar una orquesta como si fueran las de sexto de primaria. Entonces requiere mucha preparación pero eso lo puedes hacer tú en tu casa, teniendo gente y pidiendo ayuda. Si puedo ver atrás, la herramienta más importante que le podría dar a un joven que quiere hacer lo que yo hago es que se aviente. Yo puedo escuchar mis grabaciones de cuando empezaba y ahorita a lo mejor no le daría la oportunidad a ese chavo, pero era porque yo creía en mí y porque la gente que estaba atrás de mí creyó en mí…Me atreví a tocar puertas, me atreví a ir, a sumarme, a preguntar, a pedir apoyos, todo eso lo tienes que hacer. Tienes que ser una persona brava, pecho paloma, ni modo. Si no lo vas a hacer tú, ¿quién lo va a hacer por ti?

Patricio: Aviéntate, ¿no? Rompe el miedo.

Mario: Tienes que aventarte. Tienes que irte de hocico, otra vez, y equivocarte y volverlo a hacer y volver a pedir ayuda. He tenido la oportunidad de cantar y de ‘coachear’ y trabajar con grandes directores de orquesta por el simple hecho de que fui a pedirles ayuda, a preguntarles. Gente más brillante que tú y por algo tienen los lugares que tienen, por algo ocupan históricamente…El maestro aquí en México y en Italia se acostumbra mucho (decir) “el maestro Rojas”. El maestro para nosotros es el que tiene la batuta, el maestro enseña, sí es un máster en lo que hace, pero es la persona que más conocimiento tiene de los músicos. Entonces, acercarte a ese tipo de personas, acercarte a los empresarios, que siempre están dispuestos a apoyar, a lo mejor no todos, pero siempre habrá un gran corazón que esté dispuesto a apoyar y que vea cómo tú crees en ti, que vea talento en ti y en lo que tú puedes hacer y en lo que tú puedas decir o no al público. A lo mejor te quiere mucho el público y cantas muy mal pero si escoges o llegas con un gran maestro, te puede rehacer, y si tienes la disciplina para hacerlo, te puedes convertir en lo que tú quieras.

Patricio: Es un gran ejemplo el que pones porque eso también…Es el mentorazgo, es la recomendación para los jóvenes y para todo mundo: pidan consejos. No somos todólogos.

Mario: Exactamente. Aparte hoy en día tenemos las herramientas de ser todólogos, tenemos Google, tenemos Chat GPT, todas esas herramientas que en vez de usarlas para el bien y para el desarrollo humano, de nosotros mismos, lo utilizan para pura basura.

Patricio: Sí, cuando el futuro nos alcance.. Creo que era una película medio apocalíptica pero hoy estamos hablando ya de Inteligencia Artificial, estamos hablando de máquinas que van a sustituir a los humanos, estamos hablando de la tecnología utilizada, las redes sociales, por ejemplo, para fines perversos. Y rememorando una extraordinaria película que les recomiendo ver que se llama “La vida de los otros”, es la Alemania, antes de la caída del muro de Berlín, cuando espiaban justamente a un músico que está creando una sinfonía. Los gobiernos espías no son de ahorita ni se han terminado. La tecnología también puede tener un uso perverso, como bien indicas.

Mario: Bueno, las artes, siempre, bajo el techo bello de los teatros, históricamente siempre han cerrado todo ese tipo de cosas. Entonces es nuestro deber decirles lo que pensamos nosotros los artistas, no necesariamente lo que los que vienen a ver el espectáculo quieren que nosotros digamos.

Patricio: Mucha pasión en las artes, mucha grilla….

Mario: Mucha grilla, sobre todo, entre menos recursos haya en un lugar, más grilla va a haber entre la gente que vive ahí. No lo puedo explicar. Pasa en los países latinos, sobre todo, tengo muchos colegas que quiero mucho pero si no logras salirte de tu circulito de amigos que todos te están diciendo que “qué bien, qué bien, qué bien”, te envenenan porque lo hacen adrede.

Patricio: Acudir a quien te diga la verdad, ¿no? La verdad nos hará libres. Base teológica, filosófica, del pensamiento agustiniano.

Mario: Hay una ópera de un compositor contemporáneo, Jake Heggie, se llama “Dead Man Walking”, que trata de cuando matan a los reos en las cárceles y pasa toda la historia de eso pero la línea principal de toda la ópera es: la verdad te dejará libre.

Patricio: Esta pregunta no es mía. ¿Recuerdas a James Lipton en Inside the Actor's Studio? Maravilloso. Toda la gente que entrevistó. Él creía o creemos todos que arriba hay algo. ¿Tienes alguna fe? ¿Eres católico?

Mario: Yo, como dice un gran amigo: yo soy guadalupano, católico, lagunero, chilango, pero religioso no. Para mí ha sido muy fácil y lo he entendido desde muy chico, por la muerte de mi papá, y me lo trataban de explicar como era una lección para mí, como era algo que yo tenía que aprender de eso, por eso Dios lo había hecho, me lo repetían y me lo repetían. Eso me hizo llevarme a hacer muchas preguntas que no tienen respuesta. Mejor prefiero, como vivo gracias a Dios en un trabajo que me da todas las respuestas un libro y siempre está todo ahí, hay muchas qué decodificar dentro de una partitura pero la verdad está ahí, prefiero la verdad de la música. Si Dios existe, está dentro de la música…

Patricio: Bueno, y si Dios existe, la pregunta es esta…

Mario: ¿Cómo es esta línea de la película de Woody Allen…?

Patricio: Uy, maravilloso, otro maravilloso, necesario, en estos tiempos de enojo, de confrontación, de una república dividida y enojada, de un mundo confrontado, qué bien que hay Woody Allen, hablando de divanes, psicólogos, y de un hombre que tiene una profunda afección a la comedia, a la locura…¿Qué decía Woody Allen?

Mario: “Si Dios existe, mejor estar yo preparado..”, no recuerdo cómo va…

Patricio: Bueno, si existe Dios o lo que sea, además de la verdad que encuentra Mario Rojas en las partituras, cuando llegues a ese lugar después, donde trascendemos después de la vida, ¿qué crees que ese lugar o esa persona, ya sea Dios o quien sea, te diga? ¿Qué te gustaría escuchar al final de tu vida? ¿Qué palabras te gustaría escuchar?

(VAYRON INFANTE / EL SIGLO DE TORREÓN)
(VAYRON INFANTE / EL SIGLO DE TORREÓN)

Mario: Que llevé hasta el fin las ideas que yo quería y lo que yo quería hacer. No me di por vencido en ningún momento. Que hice todo por el amor, no solo al arte sino a la ópera, y que pude, de alguna manera y de alguna forma, impactar el medio en el que estoy. Porque muy bello y muy triste es nuestra cosa en las óperas, nuestros nombres cambian y cambian, pero el del compositor sigue, el teatro ahí sigue, siempre van a estar, siempre van a existir. Nuestros nombres van cambiando, siempre llega otro elenco, entonces el poder dejar una marca en algo o alguien es lo más importante, por eso lo hacemos al final del día. Lo hacemos por nosotros porque amamos lo que hacemos, sin esa pasión, ¿cómo lo puedes comunicar al público? Tienes que hacer que se olviden de sus problemas por lo menos una hora y media que dura un concierto, dos, tres horas que dura una ópera, que desaparezca su vida. Creo que ese es el mejor regalo que puedes dar. Para mí, mientras yo esté tranquilo el día que me muera, todo está bien.

Patricio: La espera valió la pena, Mario, yo sabía que valdría la pena. Te agradezco desde el fondo de mi corazón porque me dejas muy emocionado por esta entrevista. Gracias, porque aunque digas que el maestro es el director de orquesta, gracias, maestro Mario Rojas. Eres un orgullo para La Laguna.

Mario: Gracias a ti, muchas gracias a ti.

(VAYRON INFANTE / EL SIGLO DE TORREÓN)
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