María de Jesús recibió un reconocimiento por 30 años de servicio y dice que siempre estuvo enamorada de su trabajo. (EL SIGLO DE TORREÓN)
"Se sacrifica tiempo y familia, pero no me arrepiento, yo amo mi trabajo, siempre soñé con ser maestra", dijo María de Jesús Castañeda Belmonte, quien hasta el 30 de diciembre trabajó en la Secundaria Técnica número 78 Alfredo Flores Alatorre, del ejido Granada, en Matamoros.
Ayer recibió la presea Maestro Leopoldo Villarreal Cárdenas, por 30 años de servicio, que otorga el gobierno del Estado y el Sindicato Nacional de Trabajadores para la Educación (SNTE), casi al borde de las lágrimas dijo que no se lo esperaba.
La docente en retiro compartió que desde que estaba en el kínder, le gustó tanto la escuela donde pasó sus primeros años, que siempre soñó con ser maestra y aunque tuvo algunas dificultades para lograrlo, cuando empezó a ejercer fue su pasión.
Declaró que en su núcleo familiar la situación económica era complicada debido a que ella era la mayor de 10 hijos, así que estudió Comercio y desde muy joven trabajó como secretaria, oficio que ejerció durante 15 años para ayudar a sostener la casa; sin embargo, eso no fue impedimento para buscar la forma de concretar su objetivo y se inscribió en la preparatoria para trabajadores y luego en la Normal Superior de La Laguna, en Gómez Palacio, donde se gradúo en Psicología Educativa.
En 1982 empezó a ejercer como orientadora o trabajadora social, luego impartió la materia de Educación Cívica y Ética, pero también le tocó ser maestra cubre grupos. Aunado a ello, los sábados y domingos buscaba a los alumnos que por alguna circunstancia faltaban constantemente para evitar que desertaran de la escuela.
Mencionó que, aunque empezó en la docencia un poco "grandecita", a los 28 años de edad, siempre estuvo enamorada de su trabajo, de su escuela, pues ahí pasó los mejores años de su vida.
Sus alumnos y la gente de las comunidades aledañas (a esa escuela acuden alrededor de 350 jóvenes de unos siete ejidos) se convirtieron en su familia, nunca tuvo un problema, incluso aquellos que en sus inicios fueron sus alumnos, se convirtieron en "sus padres de familia", porque luego le tocó ser partícipe de la formación de sus hijos, con los cuales todavía conserva la amistad. Confesó que cuando se jubiló sus exalumnos le organizaron una gran despedida, con mariachi y comida.
"Siempre lo hice con todo el amor del mundo. Tratándose de trabajar en las escuelas nos toca hacer de todo, a mí mi trabajo nunca me cansó, porque incluso en sábados o domingos me tocaba ir a buscar a los niños que por alguna razón dejaban la escuela o que faltaban muy seguido y lo hice con mucho amor, desde que entré hasta que me jubilé y lo hice porque siempre me apasionó, desde niña me gustó ser maestra".
Dijo que decidió jubilarse a finales de diciembre del año pasado, debido a que tiene a su cargo a su madre, una hermana con discapacidad y recientemente está apoyando a su exesposo, quien es paciente de cáncer. Añadió que, si no fuera por esa situación, hubiera seguido en las aulas, ya que reiteró que es su pasión, pero planea emprender un negocio de comida en su casa, pues no está acostumbrada a no hacer nada.
"Cuando tú te propones algo no hay barrera, así no tengas para comer, para el pasaje, pero si tú tienes muy fija la meta lo logras y esa fue la disciplina que les inculqué a mis muchachos, yo les platicaba cuando llegaba de la escuela con mucha hambre, sin dinero, pero logré mi carrera y siempre les decía: 'aquí estoy frente a ustedes, sus padres hacen mucho sacrificio' y les decía que aprovecharan porque en mi caso a mí no me lo dieron, yo me lo gané que, yo trabajé primero por casi 15 años como secretaria, me costó mucho trabajo para poder ser maestra" concluyó.