Hay momentos en la historia vibrantes. El pasado 28 de agosto, se cumplieron sesenta años del famoso discurso que pronunció el Dr. Martin Luther King, en Washington, 1963. I Have a Dream (tengo un sueño), es una frase para la memoria colectiva. Anclado en los símbolos, habló desde el monumento de Abraham Lincoln, frente a más de 200 mil almas dispuestas a la esperanza. Escuchemos su voz: "Les digo a ustedes hoy, mis amigos, pese a todas las dificultades y frustraciones del momento, yo todavía tengo un sueño. Es un sueño arraigado profundamente en el sueño americano. Yo tengo un sueño de que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo: que todos los hombres son creados iguales. Sueño que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter".
Las palabras del líder por los derechos civiles iluminaron una época sombría, donde el racismo, la discriminación, los asesinatos políticos y la segregación hacia los afroamericanos, eran la norma. En el corazón de la democracia, pervivían profundos valores antidemocráticos que dividieron a la sociedad estadounidense. El movimiento de desobediencia civil por la equidad, logró impulsar en 1964, la Ley de Derechos Civiles, y en 1965, la Ley de Derecho del Voto. Figuras como Rosa Parks se volvieron fuente de inspiración para muchos.
No obstante, las acciones afirmativas, los resabios del racismo en los Estados Unidos, perviven en la actualidad, no sólo contra los afrodescendientes, también contra mexicanos y latinos. La discriminación vive una puesta al día en la frontera. De la misma manera, al interior se resaltan los valores de una supuesta "supremacía blanca". Es relevante observar cómo la política formal refleja esas actitudes. Milwaukee, 23 de agosto. Se realiza el primer debate de los aspirantes a la candidatura presidencial por el Partido Republicano, participaron ocho miembros. Los aspirantes coinciden en sus opiniones sobre el presidente Joe Biden: forja "el declive americano".
Al mismo tiempo, hubo consenso para referirse a los migrantes que llegan a Estados Unidos, como "invasión". Ironías de la historia. En sus inicios, el país se conformó de migrantes, pero hoy los repudia. Bajo la lógica que definió Carl Schmitt de amigo-enemigo, se representa a la frontera negativamente. El mal son los migrantes. Si bien, no es la primera vez que lo dice, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, fue el más explícito sobre la relación Estados Unidos y México. Llamó a frenar la invasión cerrando las fronteras e incluso, instó a utilizar la fuerza letal. Su propuesta, para el día uno en caso de ser presidente, es ordenar la militarización del sur, intervenir México y utilizar drones para asesinar a los cárteles de la droga. No sólo asume la discriminación hacia los migrantes, además los asocia al narcotráfico.
En la película Traffic (2000), dirigida por Steven Soderbergh, las escenas en Estados Unidos son a color y las de México en sepia. De la misma manera, la saga de Sicario, anunció en la pantalla grande, los anhelos republicanos de intervenir México bajo el supuesto terrorista. Para el caso, la realidad reafirma al cine. Desde la visión del gobernador DeSantis, lo malo vienen del sur, y habría que utilizar al ejército y designar formalmente terroristas a los cárteles de la droga. De cara a las elecciones, DeSantis abandera el ala más radical: "Tenemos el derecho a defender este país. México no nos va a ayudar con ello, entonces tenemos que hacer lo que tenemos que hacer".
Su postura es más extrema que la de Donald Trump, lo cual ya es mucho decir. Propone intervenir, invadir, utilizar drones. Al respecto, bien probada es la experiencia norteamericana sobre el uso de drones contra sus "enemigos" árabes. A miles de kilómetros de distancia, comandan máquinas asesinas, dotadas de Inteligencia Artificial, que no distinguen entre buenos y malos, culpables o inocentes. Brutalmente, el dron destruye el área indicada sin importar las vidas humanas a su alrededor. A ese resultado lo llaman "daño colateral". El debate republicano confirma las visiones. Racismo ayer, racismo hoy. A sesenta años de las palabras pronunciadas por el Dr. King, el sueño americano parece tornarse en pesadilla.
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