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Tijuana: del encanto al caos

JOSÉ SANTIAGO HEALY

En los últimos meses se ha hablado y escrito en abundancia sobre el fenómeno "nearshoring" y la necesidad de aprovechar al máximo en México la oportunidad de atraer capitales extranjeros para invertir en la industria de exportación.

El movimiento en el sector es notorio, en especial en la frontera norte, no obstante todavía no hay elementos para confirmar que los mexicanos hemos sacado raja del momento como ocurrió con la apertura generada por el Tratado de Libre Comercio a partir de 1992.

Lo que sí podemos decir es que ciudades fronterizas como Tijuana, en donde nació la maquiladora y se desarrolló a niveles sorprendentes, no se ha preparado para este cambio, por el contrario el caos y el desorden en esa metrópoli es cada vez más grave.

Tijuana es la frontera con el mayor número de cruces de personas y vehículos en el mundo, su proximidad con las ciudades de San Diego y Los Ángeles, California, la convierte en un poderoso imán para la industria, el comercio, el turismo, la migración y también para actividades ilícitas como el paso de drogas, el tráfico de personas y el lavado de dinero.

Vivimos en esta región desde hace más de veinte años y hemos visto de cerca su desarrollo impresionante, en este lapso su población se duplicó de un millón a más de dos millones de habitantes, se considera además el municipio más poblado de México.

Tijuana realizó en el 2022 exportaciones por más de 37 mil millones de dólares, se le conoce como la capital mundial de la televisión porque produce cada año unos 14 millones de monitores de PC y televisores, también atrae anualmente 2.7 millones de visitantes del sector médico.

Según el Inegi, Tijuana cuenta con el índice de desempleo más bajo del país gracias al desarrollo de su industria maquiladora, comercio, restaurantes, hospitales, hoteles y oficinas de gobierno.

Pero basta darse una vuelta por la ciudad -prácticamente a cualquier hora del día-para percibir el caos urbano, especialmente en los linderos de la línea fronteriza.

Tijuana no ha incorporado en los últimos veinte años nuevos bulevares ni ha ampliado sus vialidades, en cambio ha registrado un boom en la construcción de edificios de oficinas, comercios, condominios y consultorios médicos lo que ha ocasionado un mayor desastre en el tráfico vehicular.

Los cruces por las garitas de San Ysidro y Otay son patéticos, cada mañana las colas de autos de quienes viajan para trabajar, estudiar o pasear al vecino país demoran de las dos a las cuatro horas mientras que para los peatones la espera supera las dos horas.

Y por la tarde al regresar a México, los tijuanenses deben esperar por lo menos una hora para cruzar después de las tres de la tarde, los jueves y viernes la espera aumenta a dos o más horas.

La situación empeoró en los últimos años ante la llegada de miles de norteamericanos que se mudaron a suelo tijuanense ante el disparo del costo de las casas y las rentas en San Diego. El "home office" facilitó el cambio para profesionistas que trabajan al otro lado.

Tijuana carece de un transporte masivo eficiente, se ha habló mucho de enlazar el "trolley" de San Diego con Tijuana y llevarlo a los puntos más recónditos de la región, daría un alivio impresionante a la movilidad de los trabajadores y estudiantes.

En Tijuana se inventó el sistema Sentri para un cruce rápido por automóvil y se construyó el puente que une al aeropuerto tijuanense con la zona de Otay, en San Diego, que ha sido muy exitoso y que convirtió a dicha terminal aérea en la número cinco del país al recibir unos diez millones de pasajeros al año.

La seguridad en Tijuana es otro talón de Aquiles, el número de homicidios llegó el año pasado a los 2,100 para convertir a la ciudad en la más violenta del país. ¿Se imagina cuánto más crecería la región si frenaran el índice de violencia?

Resulta absurdo, pues, que el gobierno federal gaste miles y miles de millones de pesos en proyectos faraónicos cuando existen poblaciones tan dinámicas y productivas que con apoyo en infraestructura, transporte y seguridad, se convertirían en una metrópoli al estilo Chicago, Shangai, Hong Kong, Los Ángeles o Monterrey.

De ser antes considerada la coqueta Tijuana por su glamour y encanto, hoy en día es una caótica ciudad sin rumbo ni meta. ¿Cómo estarán las demás ciudades fronterizas del país?

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