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Tradición que perdura

CECILIA SABAG MONTESINOS

Si pienso en mi niñez, automáticamente vienen a mi mente recuerdos de las posadas a las que mi abuela me llevaba cada año; aún logro escuchar los cantos, los gritos de alegría al romper las piñatas y ese olor a ponche que inundaba el ambiente. Es para mí, y para muchos, un recuerdo de felicidad.

Las posadas navideñas tienen sus raíces en las festividades religiosas que conmemoran el viaje de María y José en busca de refugio antes del nacimiento de Jesús. Este ritual, que se celebra durante los nueve días previos a la Nochebuena, es una amalgama de influencias indígenas y españolas que han perdurado a lo largo de los siglos.

En el siglo XVI, los misioneros españoles llegaron a América Latina, llevando consigo la celebración de las posadas, que pronto se fusionaron con las costumbres locales. La procesión de las posadas, que simboliza la búsqueda de alojamiento, se convirtió en una expresión única de devoción y comunidad. Durante las noches previas a la Navidad, los participantes recorren las calles, tocando a las puertas y entonando cánticos tradicionales que representan el intercambio entre María y José y los dueños de las casas.

En la actualidad, las posadas navideñas no solo preservan su carácter religioso, sino que también han evolucionado para abrazar aspectos más sociales y culturales. Estas festividades se han convertido en una oportunidad para fortalecer los lazos comunitarios, fomentar la solidaridad y difundir el espíritu navideño. Las posadas ofrecen un espacio donde vecinos, amigos y familiares se reúnen para compartir alimentos, cantar villancicos y revivir las tradiciones que han pasado de generación en generación.

La importancia de las posadas navideñas radica en su capacidad para unir a las comunidades y transmitir valores fundamentales. Estas celebraciones fomentan la generosidad y la hospitalidad, recordando a las personas la importancia de abrir sus corazones y hogares a los demás. Además, las posadas contribuyen a preservar y promover la rica herencia cultural de México, al integrar elementos autóctonos en la celebración de una festividad global.

En tiempos modernos, las posadas navideñas también han adoptado nuevas formas, extendiéndose más allá de las fronteras geográficas y culturales. Comunidades diversas alrededor del mundo han incorporado esta tradición como una expresión de multiculturalismo y respeto por la diversidad. Es común encontrar posadas adaptadas a diferentes contextos, pero siempre manteniendo la esencia de la hospitalidad y la confraternidad.

Esta tradición representa un vínculo entre el pasado y el presente, entre lo religioso y lo social; es una festividad que continúa iluminando la temporada navideña con su calor humano y su mensaje de esperanza y que permite trascender las brechas generacionales, tecnológicas y temporales, ya que es un momento de unión en el que todos y todas podemos participar. Preservemos la tradición que nos une y continuemos compartiendo, sobre todo en estos tiempos, un momento de alegría con los demás.

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