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Urbe y orbe

Una oscura rima de la historia

ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

No es momento de optimismos. Tampoco de pesimismos. Es el momento del realismo. La historia, como un inmenso espejo temporal, refleja de manera sorprendente los patrones recurrentes que se entrelazan en las distintas eras. De acuerdo con el psicoanalista austriaco Theodor Reik, discípulo de Freud, "se ha dicho que la historia se repite. Esto quizás no sea del todo correcto; simplemente rima". Esta frase que, palabras menos, también se ha atribuido al célebre escritor estadounidense Mark Twain, sugiere que las secuencias históricas encuentran una especie de eco en el tiempo, recordándonos que la humanidad está continuamente enredada en un tejido de eventos que resuenan a lo largo de las décadas. Si queremos asomarnos a los futuros posibles, no basta con mirar el presente y los ejercicios de adivinación estorban. La futurología es ciencia ficción, más cercana a la ficción que a la ciencia y su único valor es como evidencia de las preocupaciones y aspiraciones de una época. Mejor, echemos un ojo crítico al pasado, siempre vivo en el presente.

El domingo 11 de noviembre de 2018, unos 70 jefes de Estado y de gobierno se congregaron en París para celebrar el centenario del fin de la Primera Guerra Mundial. En el acto, los dignatarios, entre los que se encontraban Donald Trump, Vladimir Putin, Angela Merkel, Justin Trudeau y, como anfitrión, Emmanuel Macron, posaron para una foto que dio la vuelta al mundo. Era el año previo al primer caso de Covid-19. Rusia ya había puesto un pie en Ucrania y China ya competía con EUA en varias áreas. Trump inauguraba la era de la guerra comercial y el nuevo proteccionismo. Con todo, las aguas no estaban tan agitadas como hoy.

Al tomar la palabra, Macron planteó una pregunta inquietante que reverbera en el aire: ¿será la icónica fotografía que captura a líderes mundiales conmemorando el armisticio de 1918 la última imagen que represente una unidad global antes de entrar en un inminente "desorden mundial"? Este cuestionamiento sugiere un paralelismo perturbador entre la agitación de los años previos a la Gran Guerra y los vientos tormentosos que hoy soplan. Espectros del pasado despiertan en el presente. "Recordemos, no olvidemos, porque el recuerdo de estos sacrificios nos lleva a ser dignos, por aquellos que murieron en nuestro nombre, para que podamos vivir libres. Su patriotismo es lo contrario del nacionalismo. Poniendo siempre delante nuestros intereses, sin preocuparnos del resto del mundo, despojamos a la nación de lo más importante, de sus valores morales", dijo entonces el presidente francés. Los temores que anunciaba Macron hace casi cinco años se han ido afianzando. En 2023 existen numerosas rimas con la realidad mundial de 1913.

Las sombras de la política de bloques, tan presentes en el preludio de la Primera Guerra Mundial, encuentran una resonancia actual. Si en 1913, la Triple Entente (Reino Unido, Francia y Rusia) y la Triple Alianza (Alemania, Austria-Hungría e Italia) configuraban un escenario de rivalidades y tensiones, hoy, la Alianza Atlántica, liderada por EUA, RU, Francia y Alemania, y la Entente Euroasiática, conformada por China, Rusia, Buelorrusia e Irán, dibujan un mapa geopolítico con perturbadoras similitudes. El reflejo histórico también se hace patente en las tensiones regionales. Mientras que en 1913, Marruecos en África del Norte, Serbia en los Balcanes y Japón frente a China en Asia Oriental, eran caldos de cultivo de conflictos, en 2023 Ucrania en Europa del Este, la península de Corea y Taiwán en Asia Oriental, el Sahel en África e Irán en Oriente Medio, escalan en pugnas que impactan a nivel mundial. Los ecos del imperialismo se hacen oír en ambos períodos históricos: hace poco más de un siglo, potencias como Alemania, el RU, Francia, Italia, Austria-Hungría, Rusia, EUA y Japón buscaban afirmar su supremacía regional o internacional; en la actualidad, Rusia, China, Turquía, EUA, el RU y la Unión Europea rivalizan por influencia en una red global interconectada.

La polarización, con sus matices, sigue siendo un hilo conductor. Si en 1913 naciones como México, China, el RU, Francia y Rusia experimentaban divisiones internas que cobraban la forma de revoluciones sociales o revueltas obreras, hoy, EUA, América Latina, el RU y la UE encaran desafíos similares que pueden amenazar la cohesión interna y la colaboración global. La radicalización política, presente en ambos contextos históricos, destaca la agitación periódica de los extremos en la sociedad. Mientras que previo a la Gran Guerra se manifestaban corrientes de autoritarismo, comunismo, nacionalismo y xenofobia, en la contemporaneidad emergen populismos de izquierda y derecha, autocracias y facciones ultraderechistas y antiinmigrantes que hacen eco de las discordias pasadas.

La tensión entre tendencias económicas contrapuestas también encuentra resonancia. La lucha histórica entre la globalización liberal y el nacionalismo proteccionista resurge en la actualidad y plantea interrogantes sobre el curso económico global. Porque detrás del choque de vientos la competencia comercial y las rivalidades geoeconómicas son hilos conductores que entrelazan los dos períodos. Si hace 110 años el RU, EUA y Alemania eran actores económicos dominantes en competencia, en la actualidad, EUA, la UE y China lideran y compiten en la escena mundial. Los impulsos industriales, que marcaron cambios transformadores en ambos períodos, son ineludibles. La Segunda Revolución Industrial, con el Fordismo y la producción en serie, rima con la Cuarta Revolución Industrial y su creciente ola de digitalización y automatización que vivimos actualmente.

Las fricciones por la disputa de la hegemonía mundial son un eco histórico que persiste en el tiempo. El Imperio británico encontraba en 1913 contrincantes en los imperios alemán, francés y japonés, y en la Unión Americana, tal y como hoy ésta observa el crecimiento de potencias emergentes como China, la UE, la India y Rusia. En este contexto, otro elemento que moldea el panorama geopolítico global es la carrera armamentista, siempre ominosa. Si en los prolegómenos de la Gran Guerra el enfoque estaba en la expansión de flotas navales y el desarrollo y la acumulación de nueva artillería, en el siglo XXI el enfoque recae en el arsenal nuclear y el poder aéreo.

En conclusión, la historia nunca se repite, pero su rima es inconfundible. Los paralelismos entre los momentos anteriores a la Primera Guerra Mundial y la actualidad no deben ser ignorados. En un ejercicio de realismo, lejos de posturas optimistas que nublan la vista o pesimistas que paralizan, es imperativo aprender de la historia y evitar caer en patrones que podrían desencadenar un oscuro ciclo de acontecimientos pasados. La humanidad está en un cruce de caminos, donde la sabiduría de la experiencia histórica puede iluminar el camino hacia un futuro más pacífico y justo.

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