La noche de muertos cobró vida este frío miércoles en San Pedro de las Colonias. Al caer el sol, decenas de familias se dieron cita en el Panteón Municipal, un camposanto con más de 150 años de historia, para esperar a los suyos, para preservar las tradiciones.
La actividad, titulada "Noche de luces" y convocada por el ayuntamiento y la iglesia de San Pedro Apóstol, formó parte del Festival Viva Madero, proyecto de 250 mil pesos de inversión que contempla diversas actividades culturales y artísticas en la comunidad, realizadas en honor del llamado Padre de la Democracia.
La pequeña Yamileth Quiroz Ortega, de apenas nueve años de edad, se encargó de inaugurar el evento. Vestida de catrina, con corona de flores, subió al escenario instalado en la calle Galeana (donde también se colocó un altar religioso), para interpretar con su voz piezas como La Llorona o Recuérdame, esa canción que forma parte de la banda sonora de Coco (2017), célebre película producida por Pixar.
Yamileth, alumna de la Casa de la Cultura de San Pedro, acudió acompañada de su familia. Indicó que fue su madre quien le confeccionó el vestuario y que dentro del panteón tiene a su abuelo paterno, a quien recuerda con cariño.
Enseguida se ofreció una misa encabezada por el padre Isidro Chávez Frausto. El olor a cempasúchil viajaba con la brisa. En la eucaristía se habló sobre la muerte y la manera de entenderla a través de la religión. Al concluir, los asistentes se levantaron de sus asientos, prendieron sus veladoras con el cirio pascual, compartieron su flama con el prójimo, la apuntaron al cielo, dejaron que el padre bendijera esas luces que consumen la cera, entonaron Yo quiero ser y Pescador de hombres, luego se adentraron al panteón para reencontrarse con su gente.
Fue David Ruiz, alcalde de San Pedro, quien indicó que es la primera vez que se realiza una actividad de este tipo en el municipio. La intención fue replicar las tradiciones celebradas en lugares del sur del país: iluminar las tumbas con veladoras, llenarlas de flores, trazar la cruz, arroparse en el recuerdo de los ausentes para que la noche no cale en los huesos de los vivos.
En espera de los suyos
La penumbra fue interrumpida por el alumbrar de los sampetrinos, quienes pasaban entre las tumbas de cantera, granito o mármol, sorteando las ramas de los pinabetes, tratando de encontrar los caminos con la linterna del celular. “No sé si estoy temblando de miedo o de frío”, expresó irónica una señora.
Poco a poco iban llegando a la morada de los suyos. Algunos sólo limpiaron las lápidas y dejaron su ofrenda, otros llevaron mariachi y expresaron que velarían hasta muy noche. Con el dolor fresco o anestesiado por los años, las familias estuvieron allí, en espera de quienes nunca se han ido.
En la sección norte del panteón, doña María de los Ángeles enjuagaba la tumba de su consuegra. “Tiene que quedar brillando”. La acompañaba su familia. Las flores de cempasúchil adornaban los bordes de la lápida y tres veladoras marcaban el sendero que debía seguir el ser querido.
“Poquito a poquito, por muy humilde que sea, aunque sea tierra, pero allí yace un ser querido; venimos a hacerles compañía […] Los tenemos vivos en el corazón y en la mente”.
Más adelante, se encontraba Norda Sepúlveda, quien colocaba cempasúchil en la tumba de David, su pareja, fallecido hace poco. Los pétalos blancos formaban una cruz y los anaranjados la rodeaban. Otorgarle la luz y las flores a David, en medio de la festividad de los muertos, le emocionó en sumo grado.
“Sentimos muy bonito, porque esta luz es para él, para que llegue. Toda la familia lo estamos esperando: sus padres, sus sobrinos, sus hermanos. Queremos darle la luz, para que vea que aquí estamos, que alumbre su camino y llegue contento”.
Otro testimonio fue el de Yusef Mendoza, quien alumbró y decoró la tumba de su pequeño hermano Yanick. Le pareció una experiencia que se puede compartir en familia, en un proceso donde se vive la fe, la cultura, las raíces y el apego a los seres queridos.
“Nos deja a la familia un grato sabor de boca, de venir en un ambiente de reflexión y esperar a nuestros seres queridos a que visiten nuestro plano físico, con mucha esperanza, confiamos en que están en un mejor lugar”.
(FOTO: VERÓNICA RIVERA)