A semanas de lo ocurrido, la tragedia continúa. El Estado de Guerrero tanto como el puerto de Acapulco se mantienen en condiciones de necesidad urgente y ante la mirada atónita de la comunidad internacional que, sorprendida por el impacto de la devastación del huracán que asoló todo a su paso con una fuerza mayor al de las bombas que caen en Palestina o en Ucrania, empezó a organizarse tal como lo hizo la Comunidad Económica Europea que acaba de destinar cerca de 1.5 millones de euros para la entidad.
Sin embargo, también a semanas de la tragedia no deja de parecer monstruosa la irresponsabilidad criminal por parte del Gobierno federal ante lo ocurrido.
Fueron varias las Agencias y dependencias gubernamentales por parte del gobierno norteamericano las que con tiempo de sobra se comunicaron directamente con el Presidente de la República para ponerle sobre aviso del impacto terrible con más de 72 horas de anticipación; esto es, con tiempo más que suficiente para que López en su carácter como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas de México dirigiera personal y mediáticamente una alerta que habría evitado en buena medida la pérdida inevitable de vidas humanas y de daños irreparables a las propiedades y los bienes de los guerrerenses.
No obstante, López decidió no hacer nada ni dar aviso-como él mismo lo reconoció en sus conferencias mañaneras- y el huracán de magnitud 5 con un impacto de golpe de más de 270 kilómetros de velocidad terminó destruyendo por completo (en pocas horas) no solo uno de los centros turísticos y comerciales más importantes del país sino también un emporio cultural e inmobiliario que había tardado décadas en constituirse como tal para asombro del mundo y como orgullo mexicano, del cual no quedó ni una sola piedra, dejando en el desamparo a más de un millón de guerrerenses de entre varios municipios donde el huracán tampoco se detuvo.
Por su parte, el inquilino del antiguo Palacio de los Virreyes tampoco alertó a la ciudadanía a través de las redes sociales de las que es tan afecto, ni puso en marcha algo parecido al Plan DN-III, ni tampoco hizo que sonaran las alarmas que se hallaban dispuestas para prevenir de marejadas y tormentas fuertes en la zona de Acapulco tanto como en sus alrededores, ya que se encontraba cómodamente más ocupado en intervenir en los procesos de simulación interna de candidatos de su Partido en los que haría hasta lo imposible por imponer títere para contender por la Jefatura del Gobierno de la Capital del país.
De poco o nada sirvieron los más de 13 mil miembros de la Guardia Nacional que la Presidencia de la República envió, horas después de la hecatombe, sin agua ni alimentos no solo para la población sino para el autosustento de lo que se suponía que deberían de ser sus labores de asistencia social y de seguridad pública, como lo demostraron varios videos tomados por la ciudadanía, agravando aún más la situación precaria y desesperada de las víctimas.
En ocasiones similares, en sexenios anteriores y muy independiente de lo cuestionables que fueran los Presidentes en turno, se contaba con dinero suficiente del Fondo Nacional para Desastres, al menos para salir de paso y sin contar con la presencia misma de los titulares del poder ejecutivo en persona, tomando la pala y abriéndose paso como menos para tratar de tranquilizar a la población afectada. Pero el FONDEN que para estas alturas debería de contar con cerca de 270 mil millones de pesos terminó siendo eliminado misteriosamente por la presente Administración federal al igual que el Seguro Popular, los tratamientos oncológicos para niños con cáncer, las estancias infantiles, los refugios para mujeres maltratadas, los medicamentos del Seguro Social, sin contar con los cerca de 20 mil millones de pesos robados en SEGALMEX que-seguramente-también fueron desviados para comprar votos a través de programas clientelares, con mira a las elecciones del 2024.
Contrario a su promesa de que Acapulco y la entidad se encontrarán recuperadas para diciembre, la comunidad internacional anuncia que no será sino hasta después de 4 años cuando el Producto Interno Bruto del Estado pueda recuperarse, pues los daños siguen siendo incalculables para quienes tendrán que padecer por la falta de agua, luz, servicios públicos, rapiña y desempleo al que todavía se suman más de cien muertos y desaparecidos oficialmente.
Mientras el Presidente López destina apoyos multimillonarios en dinero y petróleo para apoyar tiranías bananeras en Cuba, Venezuela y Nicaragua, para el pueblo de Guerrero no dispone nada: ni siquiera desde el presupuesto de egresos para el próximo año.