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Tener otro hijo, ¿sí o no?

LUCY HOP.-

Hace unos días recibí un WhatsApp de una chava que me preguntaba: "¿Te puedo hacer una pregunta extraña? Me gustaría saber tu opinión…".

Yo, que siempre quiero preguntas extrañas y que amo dar mi opinión (como ya se habrán dado cuenta) respondí: "Claro, venga".

La pregunta, en resumen, era: "¿Tú crees que debo de tener otro hijo? Tengo dos y estoy dudando si debo tener un tercero".

Aclaro que no conozco tanto a esta chava, por lo cual agradezco infinitamente la confianza y también que la persona en cuestión me dio su autorización para hablar de esto hoy.

Pero lo primero que le pregunté fue: ¿Tú tienes ganas de tener otro hijo?

Porque me parece que antes que cualquier otra cosa, lo que hay que preguntarse es: ¿Tengo ganas de hacer esto? Porque resulta que, a diferencia de muchas cosas, un hijo no es desechable y la decisión que tomes tendrás que asumirla el resto de la vida.

La segunda pregunta fue: ¿Estás dispuesta y en posibilidades de darle a ese tercer hijo lo que le diste a los otros dos en cuestiones de tiempo, de atención, de paciencia, de recursos y de todo lo demás?

Esas fueron las dos preguntas que yo me hice cuando fue momento de decidir si nos quedábamos con dos o queríamos uno más. Y la razón por la que decidimos que ni uno más fue precisamente esa: ya no teníamos lo que se necesitaba para ser esos papás 100 por ciento presentes, tenemos dos brazos, dos ojos, dos oídos, y por lo tanto dos hijas por eso tener un tercero nos hacía sentir rebasados y no queríamos, ni podíamos con uno más, porque si no lo íbamos a atender, cuidar y estar para el al 100 por ciento no era justo tenerlo.

Nuestros hijos los criamos nosotros. Mi esposo y yo. Juntos. Nadie los bañó, cambió, durmió, vistió ni se despertó cuatrocientos millones de veces en las noches más que él y yo, sin hablar de los meses que amamanté a libre demanda a cada uno y las horas de acompañarlos a descubrir el mundo. O el dinero que cuestan. O el trabajal que es educar y la paciencia que eso requiere y que a mí no es como que se me dé en maceta.

Nuestra decisión fue no. ¿Me arrepiento? No. Y sí. Pero ese es tema de otra columna.

Lo que me sorprendió mucho en toda esta conversación con esa chava, fue que la decisión de tener otro hijo, para ella implicaba además todo un nivel de necesidades y requisitos a cumplir que cuando me tocó a mí decidir, afortunadamente no existían.

La cito cuando dijo "Es que ahora para tener hijos ne-ce-si-tas una serie de cosas que antes no necesitabas, como el sleep coach, el coach para que coman mejor, el coach para el vínculo, las fiestas hiper producidas, el viaje a Disney a los 3 años" y todos los etcéteras que caben aquí.

Y ahí es a donde quiero llegar… "¿Ne-ce-si-tas?" ¡¿Quién dijo que necesitas todo eso?!

Les voy a decir quién: la sociedad de consumo y el tren imparable por pertenecer y pensar que si no hacemos las cosas como hacen las demás entonces las estamos haciendo mal.

Es evidente que, si uno necesita, se vale buscar ayuda para un tema específico y bendito sea Dios hay gente que puede orientarnos y ayudarnos a salir de un bache. Sí.

¡Pero eso no quiere decir que TENGAMOS que contratar a todos para todo ni para cada hijo!

Lo que hay es una oferta inmensa ante una necesidad clarísima y una falta gigantesca de conexión con algo que durante millones de años fue lo que hizo que no nos hicieran falta tantas cosas: nuestra voz interna, esa tan mencionada y ahora tan ninguneada que se llama: instinto materno.

Estamos tan preocupadas por palomear toda la lista de pendientes de los demás que se nos ha olvidado escucharnos a nosotras y a nuestros hijos. Los hijos se han criado durante milenios por sus mamás y por las abuelas, y las amigas, y las tías y "ahora necesitamos especialistas" Y eso es una gran tragedia porque estamos pretendiendo tener hijos formateados.

Lo que nuestros hijos necesitan de nosotras es atención, y una mamá conectada con ella misma que sepa escucharse y que entienda que nadie, ¡nadie!, conoce a su hijo mejor que ella.

Necesitamos saber que una no es la misma mamá para todos sus hijos porque cada uno es diferente y por lo tanto necesita una mamá distinta, y que eso está bien.

No tengo nada en contra de toda la oferta de servicios que existen al respecto (antes de que se me echen encima) siempre y cuando entendamos que no los necesitamos por default, sino solo en caso de que realmente estemos, nosotras o nuestros hijos, atoradas con algo. Los expertos son para las emergencias. Para la vida diaria, lo que necesitan, es a su mamá y a su papá.

Y es que les tengo una noticia: por más cursos que paguen y expertos que contraten, la Ú N I C A manera de establecer un vínculo con los hijos es vinculándonos con ellos.

Así que si ustedes, como esta mujer, están pensando en tener un hijo, o no, mi respuesta es contundentemente esa: No se hagan tantas bolas. Ni tengan hijos por palomear. Tengan los que realmente quieran y puedan atender al 100% porque los hijos necesitan una mama no una coach.

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