La noticia de que la ganadora este año del Premio Nobel de literatura fue la escritora Han Kang, a muchas personas nos emocionó principalmente por dos motivos: ella es la primera surcoreana y la primera mujer asiática en obtener este galardón.
Hasta la fecha, sólo 18 mujeres han sido premiadas desde el año 1901.
Pero también porque de inmediato supimos que una de sus grandes novelas, La Vegetariana, ofrece un discurso de resistencia ante la vorágine consumista de nuestro mundo y es una crítica a la opresión femenina, tan presente en medio oriente y tan cerca de nuestra vida occidental.
Tuve la suerte de que este libro llegó a mis manos muy pronto, en formato electrónico, gracias a un club de lectura, que es sobre todo un círculo de amistad. Hace unos días terminé su lectura, sorprendida por los sentimientos que me provocó y un poco abrumada, hasta cierto punto perturbada.
Conocer la historia de una mujer que se resiste a comer carne en un mundo donde romper las reglas es casi una catástrofe, es de entrada revelador.
Pero, cuando te vas enterando de que su resistencia llega al punto de no querer probar alimento alguno, llega a provocar angustia.
Esta genial novela explora la degradación del cuerpo humano, pero expuesto también ante el amor por la naturaleza y la vida vegetal. En la historia hay imágenes de cuerpos pintados con hermosas flores y plantas de colores, como un festín de la naturaleza artístico y provocador. Tiene un lado muy erótico que los lectores tendrán que descubrir por cuenta propia.
La Vegetariana explora también temas como la insatisfacción con la vida, el reflejo de una sociedad deprimida ante los retos que parecen inalcanzables.
En la introducción del libro se menciona que Corea del Sur es donde porcentualmente se suicida más gente en el mundo después de la pequeña Guyana.
También es una fuerte crítica al machismo que impera en países orientales reduciendo a la mujer como un objeto de consumo sexual.
En los primeros capítulos, el esposo de la protagonista Yeonghye se expresa así de su mujer: “su manera de ser, sobria y sin ninguna traza de frescura, ingenio o elegancia, me hacía sentir a mis anchas”. A lo largo de la historia, la protagonista recibe dura críticas por su decisión de no comer carne.
“Si no comes carne, te devorará el resto del mundo”, le dicen sus familiares. Una frase desgarradora. Ser una persona vegetariana es casi un acto de rebeldía y de resistencia, aquí y en Corea.
En el caso de este libro, simboliza también un rechazo a las sociedades consumistas y ofrece una reflexión hacia la vida ecológica, la oportunidad de dejarse sorprender por la naturaleza y el contacto con ella, que cada día está más alejado de nuestras vidas.
Es un gran acierto que la obra de Han Kang sea merecedora de este premio, su lectura no tiene ningún desperdicio, de principio a fin es una preciosa versión de la vida humana, desde la tragedia, la soledad y las ganas de resistir.
X: @Lavargasadri