Foto: Sergio A. Rodríguez
La juez Ruth Haggi Huerta García estaba sentada en su despacho, con un cúmulo de carpetas y expedientes legales sobre su escritorio, en el Juzgado Segundo de Distrito ubicado en Ciudad de México. El tribunal, al que había sido asignada en junio pasado, estaba especializado en materia de concursos mercantiles, y los documentos que revisaba tenían que ver con esta clase de procedimientos. Llegó a presidir el juzgado después de que removieran al anterior titular, Saúl Martínez Lira, en medio del proceso legal de Altos Hornos de México (AHMSA).
Era el 6 de noviembre de 2024. La juez federal terminó de leer las últimas diligencias de la causa de AHMSA y declaró la muerte por eutanasia de la compañía: la quiebra legal. El gigante de acero de 82 años de edad, enfermo financieramente, murió. La acerera monclovense, que alguna vez fue la siderúrgica integrada más grande de América Latina, aunque dejó un legado de crecimiento y economía para Coahuila, dejó también una larga lista de deudos: los trabajadores y acreedores, que ahora necesitan saber cómo se va a distribuir la herencia.
NACIMIENTO
En 1941, Monclova, una comunidad eminentemente agrícola que celebraba cada año la Feria de la Nuez durate las fiestas del santo patrono Santiago Apóstol, estaba habitada únicamente por siete mil personas.
En las afueras, al sur del pequeño poblado, un norteamericano de ojos azules y visión clara del futuro, acompañado de especialistas nacionales y extranjeros, así como de funcionarios de gobierno, observaba el terreno semidesértico y decidió que ese era el lugar ideal para instalar una fundidora de acero.
El anglosajón, un ingeniero metalúrgico nacido en Estados Unidos y con una amplia experiencia en siderurgia que lo llevó a trabajar en Europa varios años, pretendía enfrentarse a la crisis del acero de aquella época. Harold Robert Pape entendía que por la Gran Guerra, como le llamaban entonces a la Segunda Guerra Mundial, iniciada en 1939, se consumían millones de toneladas de acero y hacían falta más fundidoras. Con esa empresa en México, fuera de su país, pero a muy corta distancia, se podría mejorar el suministro del metal.
AHMSA fue constituida legalmente, en papel, en abril de 1942, pero su construcción inició hasta octubre del mismo año. Para la obra se utilizaron materiales de desecho importados de Estados Unidos, con una inversión inicial de 52 millones de pesos.
Desde mayo del año 1900 existía en Monterrey, Nuevo León, una siderúrgica, la Fundidora Monterrey, la primera de Latinoamérica, creada con un capital de 10 millones de pesos. Esta empresa había crecido y en 1903 instaló el primer alto horno del país. Sin embargo, 39 años después era tanta la demanda del metal que Altos Hornos no sería competencia, sino una aliada en la producción.
Creada con recursos públicos y privados en el vecino estado de Coahuila, AHMSA obtuvo, mediante un convenio con la metalúrgica regiomontana, los insumos de hierro del Cerro del Mercado, en Durango. Para la extracción de carbón mineral también se asoció con Fundidora Monterrey y, con recursos de Nacional Financiera (Nafin), construyó la Unidad Carbonífera Palaú.
Hasta junio de 1943, AHMSA encendió su primera fundición, el Alto Horno 1, bautizado con el nombre Guadalupe, por la fe católica hacia la Virgen Morena. El arranque de operaciones marcó el inicio oficial de producción de la empresa. Ese año arrancaron también los departamentos de Aceración y Laminación en Caliente, para producir rollo y placa de acero y obtener los primeros productos terminados para el mercado nacional.
De manera oficial, sus actividades productivocomerciales dieron inicio el 2 de junio de 1944. Con esto comenzó un éxodo de buscadores de empleo a Monclova. Miles de mexicanos de diferentes estados del país llegaron a la Región Centro de Coahuila en busca de trabajo, en una etapa de crisis económica y desempleo en México.
CRECIMIENTO INSOSTENIBLE
En 1946, la fundidora puso en marcha los procesos de laminación en frío y estañado, lo que dio origen a la primera hojalata de producción nacional. A partir de ese año, las corcholatas de los refrescos y las cervezas, así como las latas de infinidad de alimentos de empacadoras mexicanas, fueron fabricadas con hierro de las minas de Durango, procesado por los hornos y laminadores de AHMSA en Coahuila.
Para inicios de la década de los cincuenta, la población de Monclova, originalmente de siete mil habitantes, alcanzó los 50 mil debido a la llegada de buscadores de trabajo, según explica el historiador Juan Blackaller.
La acerera monclovense contrató a la compañía alemana Krupp Koppers para construir la Planta Coquizadora 1, que se inauguró en 1955. Esta unidad, con decenas de hornos verticales, calentaba el carbón metalúrgico quemando sus impurezas, para convertirlo en el carbón coque que alimenta a los altos hornos como energético base para fundir el hierro. Con esto, AHMSA dio un paso más para su autosuministro de consumibles, es decir, hacia no depender de proveedores externos ni de las variables del mercado.
Para 1971, la metalúrgica ya contaba con cuatro altos hornos para producir acero. Ese mismo año, inauguró el taller de aceración al oxígeno (BOF, por sus siglas en inglés), tecnología de vanguardia para la época, que utilizaba arrabio (acero de primera fusión) con chatarra y otras ferroaleaciones, a las que se les inyectaba oxígeno para generar acero líquido.
La acerera monclovense crecía a pasos agigantados. En septiembre de 1976, cinco años después de poner en marcha el moderno y novedoso BOF, entró en operación la Planta Siderúrgica 2, conocida simplemente como Planta 2, con el alto horno más grande y vanguardista de México (el modelo AH5). También se abrió otro taller de aceración al oxígeno y colada continua, así como una coquizadora. Posteriormente, se sumó una laminadora en frío y una planta peletizadora. En 1977, Altos Hornos de México era una empresa en crecimiento, con dos plantas siderúrgicas que tenían sus propias minas de hierro y carbón para satisfacer su demanda.
Sin embargo, no todo eran éxitos y beneficios. La empresa, que era paraestatal, fue manejada por décadas con lo que llamaron “política social”. Esto significaba que el gobierno inyectaba millones de pesos a la compañía en lugar de obtener utilidades, con tal de mantener a esta gran fuente de empleos.
Los sueldos y las prestaciones laborales eran de los mejores en el país. Había obreros que ganaban salarios superiores a los sueldos de médicos del Instituto Mexicano del Seguro Social, considerados en ese entonces como los aristócratas de la burocracia por sus elevados ingresos.
AHMSA tenía 14 mil obreros sindicalizados en la Planta 1 y siete mil en la Planta 2, con las secciones sindicales más grandes del país, según indicó Rosemberg Falcón Palacio, extrabajador y sindicalista de la Planta 1. La plantilla laboral era exageradamente alta y seguían contratando personal. El gobierno buscaba evitar el desempleo a costa de la propia empresa.
Paralelamente, en Nuevo León, la combinación de problemas sindicales y de producción, la devaluación del peso y la deuda financiera, entre otras circunstancias, llevaron a Fundidora Monterrey a la quiebra el 9 de mayo de 1986.
En ese sexenio, del presidente Miguel de la Madrid, el dólar subió de 161.22 pesos en 1984 a 913.50 pesos en 1986, y alcanzó su más alto índice en 1988, con un valor de dos mil 295 pesos. Luego llegó otro presidente, Carlos Salinas de Gortari, que le quitó tres ceros a la nomenclatura del peso y, con ello, el dólar quedó con un valor de 22 pesos con 95 centavos.
Altos Hornos de México, con problemas similares, sobrevivió a la debacle que arrastró a Fundidora Monterrey a su desaparición, pero tres años después el gobierno federal decidió deshacerse de ella. Aunque se analizó la opción, no fue declarada en quiebra, sino que fue subastada al sector privado.
PRIVATIZACIÓN
Para enfrentar la crisis, en 1984 el gobierno aprobó absorber los pasivos de AHMSA, modernizar la industria y reducir costos de operación cerrando filiales no indispensables, como Fundición Monclova S.A., de acuerdo con el investigador Camilo Contreras Delgado en su tesis doctoral de Ciencias Sociales, La reestructuración espacial de un antiguo enclave minero. El caso de Minas de Barroterán, presentada por el autor en el Colegio de la Frontera Norte.
En 1989, todavía en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, AHMSA, como muchas otras empresas de gobierno, fue desincorporada, subastada y privatizada. Previo a esto, con intención de hacerla más atractiva a los posibles compradores del sector privado, se disminuyeron costos de producción e inició un agresivo programa de adelgazamiento de nómina, al cual le dio continuidad la dirección de la empresa ya en manos del corporativo ganador, Grupo Acerero del Norte (GAN).
De 21 mil obreros de base, más otros cientos “eventuales” que esperaban el contrato de planta, en un plazo de tres años, Altos Hornos despidió a 15 mil 500 sindicalizados. Es decir, recortó al 73 por ciento de la nómina y dejó sólo a cinco mil 500 trabajadores. En la Planta 1 quedaron cinco mil 200 y en la Planta 2 se salvaron dos mil 300.
En 1991, el Grupo Acerero del Norte adquirió las plantas siderúrgicas y los yacimientos de hierro y de carbón, subastados en un solo paquete por el gobierno. En diciembre de ese año, el corporativo tomó posesión de las dos plantas, minas y subsidiarias.
AHMSA, a través de su filial Minera del Norte S.A. (Minosa), empresa extractora de carbón siderúrgico en la zona más rica del país en ese mineral —ubicada en la Región Carbonífera a 100 kilómetros de Monclova—, adquirió en 1992 Minera Carboeléctrica Río Escondido (Micare), un poco más al norte del mismo estado de Coahuila.
Esta extraía carbón mineral térmico para suministrarlo a las plantas termoeléctricas de Comisión Federal de Electricidad (CFE) Carbón I (luego bautizada como José López Portillo) y Carbón II, para la generación de energía eléctrica.
Ese mismo año, el gobierno federal privatizó lo que fuera Fertilizantes Mexicanos (Fertimex), convirtiéndose en Agronitrogenados. AHMSA también adquirió dicha empresa.
En manos de Alonso Ancira Elizondo, socio del GAN y director de AHMSA, filiales y subsidiarias, la acerera inició un proceso de mejoras que arrancó en 1994 con la puesta en marcha de las primeras unidades modernizadas: el Alto Horno 5, el Departamento de Aceración BOF 2-Colada Continua y la Línea de Tira de Laminación en Caliente.
Obtuvo, además, la certificación de la norma internacional ISO 9002 para Laminación en Caliente, un programa de calidad que se extendió en años posteriores a una dinámica de certificaciones en todas las líneas de producción y empresas subsidiarias.
En 1997 se convirtió en la primera siderúrgica mexicana, y una de las primeras en el mundo, en obtener la certificación de la norma ambiental internacional ISO-14001 para las áreas del Alto Horno 5 y Laminación en Caliente, al reducir en un 80 por ciento el impacto ambiental de sus procesos.
EN PICADA A LA QUIEBRA
Pero llegó una nueva crisis. En 1999 se acogió a la desaparecida Ley de Quiebras y entró en una etapa de suspensión de pagos por un adeudo de dos mil 300 millones de dólares, que se extendió hasta el 16 de diciembre de 2014, según el expediente 353/1999 del juicio de suspensión de pagos más largo de la historia de México.
Con el propósito de recuperar la posición financiera de AHMSA, el 18 de julio de 2013, el entonces presidente, Enrique Peña Nieto, inauguró el proyecto Fénix, que pretendía aumentar la producción a cinco millones de toneladas de acero líquido al año. El programa generó más de dos mil empleos directos y 12 mil indirectos en Monclova.
Para abastecerse de suficiente gas para el proyecto Fénix, en 2013 la acerera se asoció con la proveedora de gas industrial Air Liquide, una empresa francesa fundada en 1903, transacción que representó una inversión de dos mil 300 millones de dólares.
Estos recursos se utilizaron en la ampliación de la Planta 2 con la adquisición de un molino de placa Steckel, un alto horno, un horno olla, un horno de arco eléctrico, una cuarta máquina para producir planchón, una planta de oxígeno y nuevas minas de hierro y carbón.
Pero en 2019 la siderúrgica monclovense quedó inmersa en la más grave falta de ingresos de su historia, provocada por una crisis global causada por una desaceleración económica mundial que afectó al país. Esto le impidió cumplir con sus obligaciones y créditos del proceso de suspensión de pagos en el juzgado de Coahuila, y con los gastos corrientes de producción.
En diciembre de ese año, Altos Hornos vendió a Pemex la planta Agronitrogenados en 275 millones de dólares. La petroquímica tenía 14 años sin operar y el 60 por ciento de su maquinaria se encontraba en estado inservible, según documentos de la Auditoría Superior de la Federación.
En octubre de 2022, la Comisión Federal de Electricidad suspendió el suministro a la metalúrgica por no pagar los recibos de la luz. En diciembre nuevamente le cortó el servicio por la misma causa. La acerera ya no producía.
Debido a problemas financieros por la ruptura del contrato de Micare con CFE, que dejó de comprar el carbón térmico a la siderúrgica, el 2 de enero de 2023, Minera del Norte (Minosa), subsidiaria de AHMSA, se declaró en concurso mercantil ante el Juzgado Segundo de Distrito en la Ciudad de México. El proceso causal fue el número 77/2022.
Paralelamente, en el juicio de Suspensión de Pagos de 1999 del tribunal local de Coahuila, AHMSA incumplió el acuerdo con uno de los acreedores, quien promovió la sentencia de quiebra por no respetar el convenio de diciembre de 2014. En febrero de 2023, el Juzgado Primero Civil de Monclova dictó la sentencia de quiebra en el proceso de Suspensión de Pagos.
Pero el caso fue llevado al Juzgado Segundo de Distrito en Materia de Concursos Mercantiles, donde ya se ventilaba el asunto de Mimosa, pues las nuevas leyes establecían que el proceso era de orden federal. Esta medida la promovió Gerardo Bortoni García, uno de los miles de acreedores de la metalúrgica. Era prestador del servicio de transporte con una línea de camiones de carga pesados.
En marzo, AHMSA dejó de cumplir con los sueldos de sus trabajadores —ya no estaba pagando para ese momento los créditos a sus acreedores—. Tampoco pagó las terminaciones de los obreros que renunciaron bajo el acuerdo sindical de vana voluntaria, para alcanzar un finiquito de entre 1.5 y 2 millones de pesos cada uno.
La suspensión de pagos se ventiló en el Tercer Tribunal de Distrito del Poder Judicial del Estado de Coahuila, presidido por el magistrado Hiradier Huerta Rodríguez, quien dictaminó que el Juzgado Primero Civil de Monclova no tenía competencia para el proceso legal de la acerera y que no se sustentaba la sentencia establecida de quiebra.
Adicionalmente Alonso Ancira, entonces presidente de AHMSA, acusado de vender a sobreprecio la planta química a Pemex, para salir de prisión comprometió a la acerera a pagar 216 millones de dólares al gobierno federal como resarcimiento del daño económico.
Bajo la causa legal 192/2024, la siderúrgica siguió su proceso en el tribunal federal de la capital del país. Minosa llegó a un acuerdo con sus proveedores, a quienes les pagaría sólo el seis por ciento del total de la deuda, y lo haría en parcialidades en un plazo de 17 años.
Sin embargo, este convenio no se cristalizó porque AHMSA fue declarada en quiebra y con ello también Minera del Norte. Previamente Micare había cerrado y despedido a unos cuatro mil trabajadores, incluidos mineros.
El 4 de agosto de 2024 venció el segundo periodo de conciliación. La metalúrgica no presentó una propuesta final de convenio concursal después de que la primera fuera rechazada. La muerte de AHMSA, entonces, fue decretada. La juez Ruth Haggi Huerta García estaba de vacaciones y la acerera quedó en terapia intensiva. Mientras no hubiera sentencia existía la posibilidad de su rescate financiero mediante un acuerdo de mediación judicial, explicó el abogado Héctor Manuel Garza Martínez.
Sin embargo, el milagro no llegó. Los “empresarios, como buitres, prefirieron esperar la muerte de la empresa para adquirirla sin las deudas, los créditos fiscales ni las obligaciones laborales” del contrato colectivo de trabajo, consideró el obrero Manuel Antonio Moreno Rodríguez, secretario del Grupo de Defensa Laboral creado para proteger sus derechos como trabajadores sindicalizados.
La sentencia fue clara: la venta de la “masa (los bienes de la acerera)” para recuperar la mayor cantidad de dinero posible, y con los recursos obtenidos pagar hasta donde se alcanzara lo que debía a trabajadores, proveedores de servicio, contratistas y gobierno.
El 12 de noviembre, el Instituto Federal de Especialistas en Concursos Mercantiles (IFECOM) designó a Víctor Manuel Aguilera Gómez, conciliador en el concurso mercantil, como síndico en la quiebra de la metalúrgica. El 26 de ese mismo mes, la juez Ruth Haggi Huerta lo ratificó.
FUTURO INCIERTO
El 29 de noviembre, la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, realizó una gira por Coahuila. Visitó San Juan de Sabinas, donde se entrevistó con las viudas y deudos de los mineros muertos en el derrumbe de Pasta de Conchos. Más tarde se reunió con la alcaldesa de Monclova en la base militar del 105 Batallón de Infantería, en Ciudad Frontera.
En ambas poblaciones fue interceptada por obreros de Altos Hornos de México, que le pidieron su apoyo e intervención. Julián Torres Ávalos, presidente de la organización Grupo de Defensa Laboral de los Trabajadores de AHMSA, le entregó por escrito la petición de que nacionalice la siderúrgica, que la convierta en industria paraestatal. Los trabajadores luchan por el pago de sus salarios caídos de 21 meses, desde marzo de 2023.
A ambos representantes de los obreros (que no son dirigentes sindicales) les reactivó la esperanza de resolver el problema de la acerera, con una vaga promesa de que trabajaría con las secretarías de Hacienda y del Trabajo, de su gabinete, para dar con una solución.
El secretario general del Sindicato Nacional Democrático de Trabajadores Mineros, Siderúrgicos, Metalúrgicos y Conexos, Ismael Leija Escalante, indicó que a la base trabajadora no le interesa quién sea el nuevo dueño de AHMSA.
“Lo que queremos es que nos paguen lo que se nos debe, todo o lo más que se pueda. Y que reabran la empresa para volver a trabajar”, dijo. Agregó que buscará mantener los contratos colectivos en la metalúrgica cuando reinicie operaciones.
El 11 de diciembre, a las 10:00 horas, el síndico Víctor Manuel Aguilera Gómez tomó finalmente el control administrativo de la metalúrgica.
EXPECTATIVAS
El futuro de la acerera monclovense es incierto. Todas las opciones para reactivarla requieren fuertes inyecciones económicas.
Según ha expresado el gobernador de Coahuila, Manolo Jiménez Salinas, en diversos foros y entrevistas, sólo una megaempresa con suficiente capacidad económica podría adquirir la quebrada metalúrgica para ponerla en marcha nuevamente. La otra alternativa es que el gobierno federal, presidido por Claudia Sheinbaum, intervenga y aporte los apoyos financieros necesarios para su reactivación.
Para muchos trabajadores, la única solución es que AHMSA se convierta en una paraestatal y que, con recursos públicos, se logre reincorporar al sector productivo y cubra el pasivo laboral pendiente.
Por su parte, el Sindicato Nacional Democrático, encabezado por Ismael Leija Escalante, considera que la situación no compete a los obreros. “Si Alonso Ancira se equivocó o se emproblemó, no es problema de los trabajadores”, afirmó, agregando que al sindicato no le interesa quién sea el dueño o grupo empresarial propietario de la metalúrgica. Lo que les importa es que se pague la totalidad, o al menos la mayor parte, de lo que se adeuda a los empleados y que se retomen las labores.
Según algunos especialistas, AHMSA debe a sus trabajadores entre 250 y 750 millones de dólares, dependiendo del criterio legal que se aplique. De acuerdo con la Constitución, la Ley de Concursos Mercantiles y la Ley Federal del Trabajo, la cifra asciende a 250 millones de dólares. Sin embargo, si se considera lo establecido en el Contrato Colectivo de Trabajo, el monto se triplica a 750 millones debido a los derechos contractuales.
La acerera necesita una inversión multimillonaria para reiniciar operaciones. Más allá de las deudas laborales, fiscales y financieras (que se cubrirán hasta donde alcance con los ingresos de su venta), requiere recursos frescos para su rehabilitación.
Los daños estructurales, como los sufridos por los hornos verticales de la coquizadora y otros departamentos debido a la falta de uso y mantenimiento, así como los saqueos y robos registrados en los últimos dos años, demandan alrededor de mil millones de dólares, según expertos cercanos al proceso mercantil.
Existen grupos internacionales —chinos, indios y mexicanos— interesados en AHMSA. Sin embargo, no hay garantías de que la adquieran. Estos esperan conocer las condiciones de apoyo del gobierno federal para la reactivación de la metalúrgica antes de decidirse a asociarse o a presentar una oferta independiente para rescatarla.