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Leer, ver y pensar

ALEJANDRO TOVAR

El hombre que busca un amigo fiel, incansable y hasta eterno compañero de aventuras y decide leer, lo habrá encontrado. Leer ejercita nuestro cerebro, despierta vías neuronales y no solo te brinda siempre el conocimiento, sino que te hará volar por las almas y los sueños e ilusiones del escritor añejo, sino que te hará firme testigo y hasta juez de los actuales. Precisa de actitud, disposición y cierta pasión cultural. Hoy, el hombre cuenta con una tecnología que avanza cada día y las nuevas generaciones viven en un ambiente dominado por las redes sociales y el teléfono móvil, lo que da algún modo fomenta la desigualdad, porque no todo mundo puede aprovechar sus riquezas porque muchos tienen escasa instrucción y mente elemental, lo que les hace rehenes de las opiniones ajenas manipuladoras y no puede discernirlas.

Esa tecnología se estaciona en la sala de casa y uno teme que los protagonistas salgan de la pantalla y acaben con la cristalería. Y en ese caminar por la diosa tv de cable, que está lejos de crear una mente crítica, sino que apoya la enajenación humana, uno cuando menos se olvida de la avalancha de publicidad electoral, donde sobran promesas y faltas líderes y figuras verdaderas, por eso en el transporte que marchita el control del aparato, uno ve de sur a norte, porque sus pasiones deportivas están por encima de todo.

Y se encuentra con luces y sombras, esperando la final del futbol MX. Va pasando por Pittsburgh donde Bravos tritura el pitcheo de Piratas con el gigante Matt Olson disparando un jomrón de 420 piés con un swing asesino. Pero luego, acompañamos las lágrimas del coloso Ronald Acuña, superastro de Atlanta, que intenta irse a tercera pero al frenar y tratar de volver a la intermedia cae dramáticamente y todo mundo se pone a rezar. Tiene desgarro completo del ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda y pierde el resto de la campaña. El beisbol, siempre el gran beisbol. Igual, parecía que Clarke Schmidt (28) tenía muertos a los Padres pero Boone lo saca y pone al mexicano Víctor González que fue apaleado. Yankees terminó perdiendo 5-2. Eso no fue un buen aperitivo, ya las viandas y cervecitas venían en camino.

Por la tarde, se miran los previos, ideales para sacar conclusiones de que los intereses informativos de la gente culta y de los menos favorecidos, no son los mismos. Por ello uno ve que deciden colocarse los comentaristas a un costado del velocímetro que tiene la pasión de la gente, de cualquier camiseta y se mueven bajo el color de “un equipo de época” y eso da la idea de que ese periodismo ha perdido contacto con una gran parte del público, porque atizan a videos viejos, a recuerdos lejanos, sin hacer un real balance de fuerzas y de posibilidades netas.

Todo mundo estaba ilusionado en un gran partido. No lo fue. Imperó un mejor andamiaje y empaque azul pero carente de remate final. La jugada que todo lo decide es confusa pero Ortíz dio penal, ratificándolo con el VAR y la suerte quedó echada. Fueron bajando de a poco los niveles de angustia, tan inherente al ser humano y quedó en recurso para recuperar la autenticidad personal. América dejó todas las dudas encima y el arbitraje, también.

Así como uno se encuentra con angustias y depresiones, como con alegrías y sonrisas, nos damos cuenta de que hay cosas importantes en la vida que ocurren por casualidad, incluso el amor. Por ello mejor torcer hacia el verso de Gabriel García Márquez (1927-2014) “En el mar de los caracoles/ Mar prisionero, mar distante/ Que llevábamos en el bolsillo como un juguete a todas partes/. Eso es finalmente el futbol, el hombre, la pasión y la manipulación.

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Escrito en: Al Larguero

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