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Depresión de otoño

ALEJANDRO TOVAR MEDINA

El deprimido soporta una pobre idea de sí, junto a otra negativa sobre la marcha o el porvenir de las cosas, pero no siempre, ni mucho menos, esa visión se corresponde con lo real.

Se cae en la depresión por algunas desventuras valorables para todos, pero también por desacuerdos sobre la propia estima, que sólo uno mismo advierte. En esas está la afición local, una ansiedad sucesiva. No es para menos. 

Santos Laguna terminó último, con sólo dos victorias, cuatro empates y once derrotas. Marcó once goles y recibió treinta. Paulinho solo, del Toluca, hizo 13. Ya si Ignacio Ambriz se fue por decisión propia o de mutuo acuerdo y hasta por qué hayan decidido no renovarlo, sale sobrando, porque todo es propio de una frustración generalizada y de un gran fracaso manifiesto.

En nuestra sociedad muy individualista y desarticulada como la actual, el individuo pierde claridad sobre el nivel de sus conquistas. Cada cual, sin nítida sanción superior, en busca del éxito, trata de perfeccionarse, ganar más, sin conocer nunca cuándo ha alcanzado lo debido.

Eso se nota cuando vemos del otro lado de la pantalla a Diego Valdés, Alan Cervantes, Jorge Sánchez, Jesús Angulo, Fernando Gorriarán, Juan Francisco Brunetta, Uriel Antuna, Gerardo Arteaga y Omar Campos. No es preciso tener la presencia de un mago para que encuentre e identifique razones, pues éstas son demasiado claras y saltan a la vista.

El nivel de calidad decayó considerablemente, los elementos adheridos no han estado a la altura de las circunstancias y todo comenzó desde la pérdida del goleador del equipo y del torneo, Harlod Preciado, en aspectos de bochorno, distantes de un atleta profesional. Otros chicos que estuvieron lejos de corresponder la expectativa fueron el españolito Villalba, frío como témpano y los siempre lesionados JJ Macías, Loroña y Aquino. Fagúndez, Núñez, Sordo, Santamaría, Amione y Lozano no fueron mejores que los chicos locales. 

Fueron totalmente irregulares y uno supone que los jugadores extranjeros que vienen desde tan lejos y cotizados en dólares, de entrada, deben ser mejores que lo que ya posees en tu plantel nacional. Ambriz hizo solamente lo que estuvo a su alcance con un plantel de escaso nivel.

Todo este proceso degolló a Dante Elizalde, “porque concluyó su ciclo”, pero el joven Braulio Rodríguez debe ser ahora motivo de su propia autocrítica y de evaluación, porque la gente que trajo de ninguna manera pudo ofrecer una eficiencia que diera garantía al club y al show que la gente acostumbraba ver. 

Por eso se fue alejando, por millares, del recinto TSM. Ahora, ¿hay el presupuesto adecuado para tener jugadores de calidad, o sólo uno limitado para tener lo que se pueda, lo que se alcance? Uno puede pensar en Claudio Echeverri, volante ofensivo de River, en Cristian Medina (22), el volante de Boca peleado con Gago porque le impiden ir al Fenerbahce turco y tiene contrato hasta 2026, en Kevin Zenón (23), también de Boca, que vuela por toda la banda izquierda, en Valentín Gómez (21) zaguero central de Vélez o en el uruguayo Miguel Merentiel (28), goleador de los Xeneixes. Pero tal vez solamente los podamos ver de lejos, y mientras, la esperanza seguirá ahí, porque sólo ella es capaz de empujar la historia.

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Escrito en: Al Larguero Columnas Deportes Alejandro Tovar Medina

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