En estos tiempos de noticias falsas, de rumores insidiosos, engaños y desprecio a la verdad, uno se ve obligado a descubrir pasiones que realmente valgan la pena y para ello se debe aprender a quitar la paja a tanta información masiva, con azúcares dramáticos añadidos y rescatar lo que le sea posible, porque todo se ha convertido en un cuarto oscuro donde nadie es una garantía de nada, donde apenas hay una voluntad que se asoma tímidamente y el futbol está elitizado.
En la letanía gloriosa de los grandes recuerdos, la gente azul quería que aparecieran como fantasmas milagrosos Javier Guzmán, Fernando Bustos, Octavio Muciño y hasta Cesáreo Victorino para horadar el arco de Malagón, en una de esas crisis de la mediana edad. Al final, luego de reafirmar que todos son difuntos y el corazón ilusionado está desfalleciente por el nivel cardiaco del partido, lograron todos sus fans descubrir que el presente es una jaula inevitable.
Adonai Escobedo (37) nativo de Aguascalientes, cuyo nombre es una forma hebraica que significa “mi Señor” y que se usa para referirse a Dios en el uso litúrgico judío, fue insultado hasta la saciedad por la gente de Cruz Azul en los pasillos que van hasta los vestuarios, porque ser árbitro es lo más complicado del juego y a nadie satisface si no gana y en este caso, sus decisiones fueron cruciales y marcan un antes y un después, porque cada cual tiene sus versiones del caso.
Quien tiene mejor oportunidad de disfrutar del show, como aficionado, es quien no tiene pasión por ninguno de los dos rivales y solo es seguidor del futbol espectacular pero siempre los derrotados sienten que les amputan parte de su identidad y asumen actitudes como el DT Anselmi que en conferencia no aceptó preguntas y los periodistas escribieron como si fueran secretarias. La derrota es un riesgo que se corre y es culpa de un rival que también juega a toda la exigencia. Es cuando uno se pregunta, ¿los técnicos son más importantes que los jugadores y que la pelota?.
Son mundos opuestos. Jardine deja en el banco a Valdés, no le da ni un minuto. Prefirió a Richard Sánchez, Dos Santos y Alan Cervantes, porque sabe bien que éstos van dispuestos al sacrificio, a la lucha, al fervor solidario y el chileno es brillante con la pelota pero no trabaja en recuperación. Tiene el mérito de consolidar a Ramón Juárez (23) mexicano de Río Verde, por encima del experimentado Araujo y dar el espacio ideal para Aguirre, Bryan y Zendejas. Ha mostrado carisma y vehemencia para convencer y planificar.
La final en Puebla será con magia del ajedrez pero la brillante será en regiolandia, donde lo emocional se mezclará en forma pasional, el domingo. Ahí lo definitivo puede ser el hombre que la dirija, porque ya hemos visto los sufrimientos de Adonai, Ortíz y César Arturo Ramos previamente. No hay mucho material para escoger y quien sea, para algún lado quedará como un demonio.
Las redes sociales amplifican el fanatismo y buscan ampliar la polarización de las mentes, no convocan a los viejos cazadores de ideas y escriben cualquier cosa, porque escribir bien, no es fácil. La vida, queramos o no, siempre está por hacer, por eso casi todo queda sin explicar, pues la pasión del futbol integra tanto la emoción y alegría como el padecimiento.