En hombros, los toreros fueron aplaudidos por el público presente.
Arturo Gilio Quintero cortó ayer par de orejas en una triunfal tarde que ha entrado ya en las páginas de gloria del toreo lagunero, pues el joven espada torreonense salió a hombros junto al Maestro Enrique Ponce, quien se despidió de los aficionados mexicanos en la Monumental Plaza de Toros "Lorenzo Garza", de Monterrey.
Ponce paseó tres orejas en su emotiva despedida ante los regiomontanos que prácticamente llenaron los tendidos de la plaza y aplaudieron a Gilio, quien demostró, en un cartel de alta exigencia, estar a la altura de las grandes citas; Sergio Garza no tuvo fortuna y escuchó par de avisos en sus dos turnos, ante toros de El Junco, bien presentados y de juego desigual.
EN PLAN GRANDE
Como tercer espada del festejo, Arturo Gilio Quintero jamás desmereció, toreó bien ceñido para emcionar al tendido a grado superlativo, con el capote mostró lances que pocas veces se observan en plazas mexicanas, detalle que el respetable agradeció con sonoras palmas. Saltilleras, verónicas, gaoneras y revoleras, fueron parte del repertorio de Arturo, quien hundió el acero hasta la empuñadura en su primer toro, estocada un tanto delantera, le premió el juez con una oreja, fuerte petición de la segunda por parte de los aficionados.
En su segundo ejemplar, Gilio mostró sensacional temple, valor y arte con capote y muleta, para llevar al toro hasta los terrenos que más le convenían; colocó una estocada justo en sitio y paseó una oreja más, para salir a hombros, en compañía de Ponce.