l profe me tiene en ascuas, pues no me ha dicho mi calificación", dijo una estudiante de licenciatura cuando estaba a punto de repetir el semestre a causa de las materias reprobadas.
Y en verdad que el profesor la tenía sobre ascuas, ya que por su causa ella permanecía expectante e inquieta, que son precisamente los sentimientos que provocan las ascuas.
Pero seguramente usted está esperando a que le diga el significado de esta palabra, ascua, para poder entender a cabalidad las expresiones aquí anotadas y que con certeza usted ha oído, leído y hasta dicho en alguna que otra ocasión.
Ascua es una brasa, o bien, un material sólido en estado de incandescencia, es decir, ardiendo.
En el lenguaje gótico (idioma utilizado hace mucho tiempo por el pueblo godo en parte de lo que actualmente es Alemania) asca significaba ceniza, luego pasó al alemán como asche y en inglés actualmente se dice ash. De ahí, según algunos entendidos en etimologías, se derivó nuestra palabra ascua.
Entonces estar en ascuas significa estar inquieto, expectante o intrigado, es como si alguien deseara salir de una duda, o de una situación algo embarazosa causada por un agente externo, pues el que permanece en un trance así, se parece a quien camina sobre brasas y lo que quiere es que ya no le quemen los carbones encendidos.
El calor excesivo que nos chamusca los pies u otras partes del cuerpo es molesto y difícilmente lo aguantamos por un tiempo largo, y así nos sentimos cuando la situación es insoportable debido a la duda o a la incertidumbre.
Un significado semejante, no muy común en nuestro país, es el que se refiere a la prudencia, pues "pisar sobre ascuas" es hacer las cosas con tiento, sin apresuramientos para evitar equivocarnos, ya que si caminamos apresuradamente podemos errar y sucumbir ante las adversidades, por eso algunos dicen que conducen sus pasos sobre ascuas. Nosotros, por nuestra parte, comúnmente decimos que andamos con pies de plomo, para expresar los mismos propósitos.
Otro sustantivo también relacionado con el fuego es pavesa, palabra no muy utilizada entre nosotros.
Este vocablo llegó al español a través del latín, en el que polvo se dice pulvis.
Las pequeñas partículas de polvo en que se convierten las chispas provenientes de un fuego son los objetos denominados por ésta, para nosotros, un poco extraña voz.
Una pavesa no es propiamente una chispa, como lo he oído en algunas ocasiones, sino, ya le dije, más exactamente se refiere a los restos de una chispa, la brizna de ceniza remanente de una pequeña luz salida de una fogata o algo semejante.
Por lo que, en un sentido literario (o metafórico), alguien semejante a una pavesa es una persona débil, extenuada, exánime o desmadejada.
No se equivoque al describir a una persona aguzada e inquieta como una pavesa creyendo que esta última palabra significa chispa, pues es todo lo contrario, ya que la pavesa no es el relampaguito, sino lo que queda de él una vez que se apagó y quedó opaco.
Es posible que de unas ascuas emerjan pavesas, y claro está, serán pavesas una vez que se extinguió la luz causada por la combustión y quedó solamente el material remanente llamado ceniza, pero en una cantidad mínima, apenas perceptible.
Cuando en el patio de su casa haga usted una carnita asada, acuérdese de las ascuas y las pavesas, aunque en este caso lo hará de manera directa o positiva, pero cuando quiera expresar una situación en la que alguien está inquieto por una expectativa determinada, y luego recibió la mala noticia de que el resultado esperado no es feliz, entonces salió de las ascuas y se convirtió de chispa en pavesa, porque lo invadió la pena y la morriña.