Arnold de ¡Oye, Arnold!
Una de las caricaturas más queridas de los años 90 es sin duda alguna ¡Oye, Arnold!, serie que consiguió cautivar a chicos y grandes y que, hasta la fecha, continúa gozando de bastante popularidad.
La caricatura de Nickelodeon que cuenta las aventuras de un niño de 9 años que vive con sus abuelos en una pensión de huéspedes, y que asiste a la escuela con sus compañeros, logró lo que pocas gracias a las situaciones que manejaba en sus episodios, pues pese a estar dirigida al público infantil, no tuvo miedo en explorar ciertos temas como la disfuncionalidad familiar, las adicciones, el problema de la violencia entre los menores e incluso introducir personajes que representaran la diversidad de género.
Y es que cada episodio, además de estar lleno de diversión y comedia, deja una importante moraleja enfocada a la amistad, la familia y la superación personal.
Su protagonista, Arnold, es un niño con una cabeza muy peculiar, pues tiene forma de cabeza de balón, lo que lo hace ganarse apodos por parte de su compañera de clases Helga.
Arnold es un chico leal y bondadosos que nunca duda en ayudar a quien lo necesite, sea un familiar, un amigo y hasta desconocidos.
El joven, que es un soñador irremediable, siempre va vestido con una pequeña gorra de beisbol color azul, una camisa de manga larga del mismo color y debajo una camiseta de cuadros roja, la cual sobre sale de sus ropas haciendo parecer que porta una falda escocesa.
La inteligencia artificial trae a la vida real a Arnold
Al pedirle a la inteligencia artificial que realizará un retrato realista del personaje de Arnold, ésta nos presentó la imagen de un preadolescente con una vestimenta muy similar a la que el personaje lleva en la caricatura, sin dejar de lado su gorra azul.
La diferencia más notable es que la cabeza en forma de un balón de futbol no está presente en el retrato realista.
Por otra parte, la IA retrata a Arnold en lo alto de un edificio con la ciudad de fondo durante el atardecer, una escena muy común en la caricatura, pues el protagonista solía subir a lo alto de la pensión de huéspedes para contemplar el cielo y el lugar donde vive.
