Nubes de humo se alzan en medio de combates entre facciones de la oposición y soldados del gobierno sirio en Majdaliya, Alepo, en Siria, el jueves 28 de noviembre de 2024. (AP Foto/Ghaith Alsayed)
Este domingo, al menos 23 civiles murieron y más de 125 resultaron heridos en los intensos bombardeos aéreos realizados por la aviación siria y rusa en la provincia de Idlib, al noroeste de Siria, un bastión de los rebeldes opositores al régimen de Bachar al Asad.
La situación, que ha dejado un saldo de víctimas civiles en varias localidades, continúa escalando, mientras el gobierno de Damasco promete emplear "la fuerza" para erradicar lo que considera "terrorismo".
La organización humanitaria Cascos Blancos, que opera en zonas fuera del control del régimen, ofreció un primer balance de los ataques, señalando que "un balance preliminar de víctimas de los intensos y continuos bombardeos aéreos del régimen de Al Asad y de Rusia sobre la ciudad de Idlib, su periferia y las afueras de Alepo es de 18 civiles muertos, entre ellos cinco niños y dos mujeres", según indicó en su cuenta oficial de X.
Además, la organización detalló que entre los más de 125 heridos, 54 son niños y 39 mujeres.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) informó, por su parte, que cinco personas más perdieron la vida en bombardeos rusos cercanos a la Universidad de Alepo, una ciudad que, tras la ofensiva rebelde, ya se encuentra fuera del control gubernamental.
Reacciones del régimen y situación en Alepo
El presidente sirio, Bachar al Asad, aprovechó la ocasión para reafirmar su postura ante los avances rebeldes.
Durante una llamada telefónica con un funcionario de Abjasia, región separatista prorrusa de Georgia, Al Asad subrayó que "el terrorismo solo entiende el lenguaje de la fuerza, y es con este lenguaje con el que lo quebraremos y eliminaremos, sean quienes sean sus partidarios y patrocinadores", según informó la agencia de noticias oficial siria, Sana.
Este aumento de la violencia es en respuesta a la reciente caída de Alepo, que ha sido retomada por milicias islamistas, especialmente por el grupo salafista Hayat Tahrir al Sham (HTS), que ha celebrado la victoria. La pérdida de Alepo representa un duro golpe para el régimen, que ha visto cómo las tropas de Al Asad se retiran sin apenas resistencia.
Desde el miércoles, los enfrentamientos han dejado al menos 417 muertos, entre ellos 61 civiles, según un nuevo balance del OSDH. El resto de las víctimas se divide entre 219 rebeldes y 137 miembros de las fuerzas progubernamentales.
Apoyo internacional a Siria
En medio del conflicto, Irán ha ofrecido su respaldo a Damasco. El ministro de Exteriores iraní, Abás Aragchi, manifestó desde Damasco que su país brindaría "diversos tipos de ayuda" para combatir la ofensiva insurgente.
La situación de los civiles en Alepo es especialmente crítica. Mientras los rebeldes avanzan, han tomado los principales barrios y edificios gubernamentales de la ciudad, así como el aeropuerto internacional, una zona que no habían podido recuperar desde que el régimen les derrotó en 2016.
Sin embargo, muchos otros civiles han huido de la ciudad, buscando refugio ante los intensos combates y bombardeos, los cuales han causado un notable aumento en los desplazamientos.
El papel de Rusia y Turquía
La intervención rusa ha sido clave en la escalada del conflicto. La aviación de Vladimir Putin ha reanudado los bombardeos sobre Alepo, una ciudad que no había sido atacada de manera tan intensa desde 2016. Un ataque aéreo alcanzó a civiles en una rotonda, causando una nueva masacre.
Por su parte, Turquía, que apoya a los rebeldes sirios, ha negado su implicación directa en los combates. A pesar de las tensiones, Ankara ha intentado en los últimos meses recomponer sus relaciones con Damasco, deterioradas desde el inicio de la guerra en 2011.