En el futbol profesional, los equipos tratan de jugar bajo el sistema táctico algunos lo llaman ‘parado’ -, que impone el líder, entrenador o director técnico; los diferentes sistemas de juego han ido evolucionando y se convierten cada vez mas en un acomodo equilibrado de atletas que ponen su mayor esfuerzo físico, al grado tal que cada vez las marcas o los récords en cuanto a desgaste físico, carreras a máxima velocidad, saltos de gran altura, y hasta la “pegada” o fuerza de golpeo de balón, se asemejan a las marcas de un atleta de pista de carreras o de cualquier rama del atletismo.
Todo es medible, todo científicamente calculado, el futbolista actual es todo un súper deportista de alto rendimiento que está dispuesto a “sudar sangre”, a “morirse en la cancha por la playera”, hasta a “dar la vida por la afición”.
Estas frases, acuñadas desde hace tiempo y demasiado trilladas hoy en día, así como falsas, solo demuestran la realidad: nadie va a sudar sangre, ni a dar la vida, si acaso dar el mayor esfuerzo y hasta ahí. Bueno, ¿y el talento?, ¿dónde queda?, está bien correr 13 kilómetros por juego, y estar en todos los lugares de la cancha, pero el jugador que hace la diferencia es cada vez más escaso.
En medio de esta vorágine de músculo y pulmón, ¿dónde queda el jugador pensante?, el que detiene la pelota, que da la pauta, el que con una jugada cambia el rumbo de un partido, ese jugador cada vez es más difícil de encontrar en este futbol de tanto esfuerzo donde carecemos de talento.
Los entrenadores y sistemas de juego privilegian el orden táctico, el esfuerzo constante, la lucha aguerrida y dejan casi al final el poco talento del futbolista.
Extraño a aquel rebelde que se sale del guión, el que está donde debe estar y no se desgasta, que con un solo toque o una finta, deja “pagando” al rival y solo frente al marco a un compañero; aquel que primero juega con la mente y después ejecuta, ese tipo de jugadores son los que dan al futbol un verdadero espectáculo. En este futbol de esfuerzo constante, hace falta siempre un talento constante.
Aquí hay que dar un llamado de atención a los buscadores de talento, porque en el futbol amateur hay y mucho: en los barrios, las ligas llaneras, en las escuelitas, hay jugadores que basta con verlos en una sola jugada o movimiento y anotar en su libreta a un prospecto; claro que después de detectarlo, hay que ver si cumple otros tantos requisitos para llevarlo al profesionalismo, distintos exámenes físicos y psicológicos, incluso pedagógicos.
Hacen falta más visores con vocación para detectar ese tipo de jugadores y pasarlos a la etapa de visorias en los clubes, y darles su carga de trabajo, debe haber una constante visita a los campos de futbol llaneros, sean estudiantiles o de barrios, para ahí detectar los nuevos talentos que surgen a edades tempranas y pulirlos, porque talento hay, solo falta encontrarlo.
