Asetenta días de iniciado su gobierno, la presidenta Claudia Sheinbaum empieza a advertir que el llamado segundo piso de la 4T es apenas un sueño y que conforme pasan las semanas aparecen más y más piedras en su camino.
Pareciera que su antecesor le dejó un campo minado en donde hay que dar cada paso con extremo cuidado no vaya a ser que el país entero estalle en pedazos.
La inseguridad es sin duda la madre de los problemas: las ejecuciones, las matanzas y más recientemente los crímenes en contra de autoridades y políticos no tienen parangón.
Es cierto que el número de homicidios dolosos ha disminuido, el pasado mes de octubre se registró un promedio diario de 83 homicidios en el país, la cifra más baja desde el año 2015.
Sin embargo, en siete estados se concentra prácticamente la mitad de los asesinatos en la República Mexicana -el 49.8 por ciento- a saber: Guanajuato, Baja California, Estado de México, Chihuahua, Jalisco, Guerrero y Nuevo León. Acumularon en los primeros diez meses del 2024 un total de 12,663 homicidios dolosos.
A lo anterior hay que agregar la oleada de violencia que vive Sinaloa desde hace tres meses donde han sido asesinadas 555 personas y por lo menos 695 más han sido secuestradas, seguramente muchas de ellas ya ejecutadas.
Por primera vez desde que López Obrados asumió el poder en diciembre del 2018, el gobierno federal se ha visto obligado a enfrentar con determinación a los carteles del narcotráfico, la política de "abrazos y no balazos" parece haber llegado a su fin.
El secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, trasladó su centro de operaciones a la ciudad de Culiacán al tiempo que trabaja muy de cerca con las fuerzas armadas y la Fiscalía General de la República en la ejecución de una nueva estrategia de seguridad.
Que vaya a dar los resultados esperados todavía no lo sabemos, pero hay que reconocer que Claudia Sheinbaum ya se dio cuenta del desastre de seguridad que le dejó AMLO y que para superar esta situación tendrá que invertir mucho tiempo y recursos.
El segundo campo minado es la economía, el déficit fiscal alcanza niveles alarmantes al mismo tiempo se detectó de enero a octubre del 2024 un gasto extraordinario en el pago de la deuda pública y en el sector de pensiones y jubilaciones.
Tales partidas acumularon el 50.6 por ciento del ingreso tributario lo que significa que para la operación del gobierno en todas sus áreas y para la inversión en obras y proyectos se destinó el 49.4 por ciento, es decir menos de la mitad de lo recaudado.
El presupuesto federal del 2025 incluye recortes en varios rubros importantes, ya veremos si el gobierno de Morena es disciplinado y cumple lo planeado.
La tercera tormenta que se avecina en México se llama Donald Trump, a partir del 20 de enero del 2025 el régimen de Sheinbaum habrá de enfrentar acciones agresivas por parte de Estados Unidos en comercio exterior, migración y seguridad.
Es muy probable que las amenazas de Trump no se cumplan al cien por ciento -perro que ladra no muerde, dice el refrán- pero seguramente algunas se concretarán y causarán serios dolores de cabeza a los mexicanos.
La luna de miel con el tío Joe Biden ha terminado y habrá que afrontar la cruda realidad de un gobierno de derecha que no estará dispuesto a tolerar las ineficiencias de la era morenista.
El nombramiento del coronel Ronald D. Johnson -un militar de carrera y con trayectoria en la CIA- como embajador de Estados Unidos en México, habla por sí solo.
Del sombrerudo y bonachón Ken Salazar pasaremos a un experto en seguridad e inteligencia con experiencia probada en Panamá, El Salvador, en la región de los Balcanes y en distintas misiones militares en el mundo.
Así las cosas no vemos por ahora una Navidad en paz ni un Año Nuevo pacífico para Claudia Sheinbaum y su equipo de colaboradores, tendrán que trabajar horas extras en las próximas semanas y realizar ajustes a diestra y siniestra para que los desafíos del 2025 no los tomen por sorpresa.
NOTICIA FINAL…
Es una mala noticia: la presidenta Claudia Sheinbaum y su esposo Jesús María Tarriba se mudaron en días pasados a Palacio Nacional donde pretenden vivir el resto del sexenio. ¿Es congruente que un gobernante que se dice progresista y de izquierda habite en un majestuoso palacio de la ciudad de México?