En nuestra lengua (y supongo que también en todas las demás) podemos decir las cosas de maneras muy variadas, por ejemplo, se puede expresar una idea en lenguaje cotidiano, pero también lo podemos hacer de manera literaria; del modo como habla un ranchero, o como lo hace un habitante de la ciudad; con las palabras que utilizaría un hombre culto, o bien, como lo diría una persona con poca educación formal, etcétera.
A este fenómeno del lenguaje le llamamos reformulación, y se usa para decir lo que queremos en un contexto determinado de la manera más adecuada.
Si usted escucha, por ejemplo: ¡Ay reata no te revientes, que es el último jalón! se dará cuenta inmediatamente de que alguien está desesperado y desea ardientemente que permanezca la situación en la que él se encuentra, a fin de terminar lo que empezó y que está a punto de frustrarse.
Pero qué tal si lo que usted escucha es: ¡Oh cable fabricado con fibra vegetal, no os tenséis hasta fraccionarte, ya que es la última ocasión en que con fuerza te dilato!
Con facilidad el amable lector entendió que las dos expresiones dicen lo mismo, pero con otras palabras. La diferencia está en el vocabulario elegido. En la primera, el léxico proviene de un ambiente popular y cotidiano, la segunda en cambio muestra una terminología culta o literaria, pero, puesto que se utilizan palabras sinónimas, a final de cuentas las dos sentencias formulan la misma idea.
En realidad, el mensaje difiere un poco de una a otra expresión del mismo dicho, pues la forma en que se expone nos indica que el destinatario de una es distinto al de la otra, uno sería más exigente que otro en cuestiones de lenguaje.
La reformulación es un fenómeno semejante a la entonación de una melodía en otra escala, es decir, una canción la canta un señor con voz muy gruesa en una afinación baja, y en otra ocasión una niña cantaría esa misma melodía en una escala más alta. Los dos cantan lo mismo, pero en tonos distintos. También puede ser que una composición musical esté ejecutada por un flautista que toca el pícolo, y después la misma pieza sea tocada por un fagotista. Cada ejecutante con su instrumento propio le da una tesitura, una textura y un tono diferente, y puede ser que hasta cada músico ejecute en claves distintas la misma melodía, pero los dos tocan lo mismo, aunque se escuche diferente.
¿Qué le parece la siguiente proposición?: Quien se precia de ser cabal ave parlanchina, en cualquier lugar del mundo muestra siempre una apariencia aceitunada.
El lector sabe que el mensaje es algo semejante a decir que quien tiene la habilidad de hacer una tarea determinada, la puede realizar en cualquier lugar o ante cualquier persona.
De hecho, las dos proposiciones anteriores son reformulaciones del mismo mensaje, pues la explicación no es sino el desarrollo del concepto explicado.
Lo que a fin de cuentas quise decir es que el que es perico, dondequiera es verde, pero de una manera más elegante en el primer caso y más explicativa en el segundo, mientras que en el tercero (el dicho mexicano original) es más ingenioso y de mejor sabor para quienes nos gustan las frases felices.
A la planta cactácea se le visita únicamente en el tiempo en que ofrece sus frutos espinosos. Sí, es frecuente que unas personas acudan a otras solamente por interés, o lo que es lo mismo, al nopal lo van a ver nomás cuando tiene tunas.
Nota al calce: El duende de las ediciones es la errata, y en el artículo de la semana pasada apareció ese diablillo con plena evidencia y vergüenza para mí. Pido perdón por escribir Hera, el nombre de la cónyuge de Zeus, sin la obligatoria hace, lo que me hace culpable de esta gravísima felonía contra el lenguaje. Espero su indulgencia y comprensión.