Cada Navidad es una oportunidad de sacar lo mejor de cada persona: Obispo de Torreón
A una semana de celebrar el nacimiento de Jesús, el obispo de la Diócesis de Torreón, Luis Martín Barraza Beltrán, emitió su mensaje navideño, en el que destaca que en cada Navidad se tiene la oportunidad de sacar lo mejor de cada persona.
“El nacimiento de Dios en un pesebre nos invita a recuperar la inocencia de nuestra vida, a recuperar lo más auténtico y honesto de nuestro ser.La Navidad del Dios que se hace niño es propia del cristianismo, pero ha abierto un camino a toda la humanidad que busca dignidad y paz, al hombre que busca ser Dios. Todos buscamos trascender, permanecer, ‘ser como Dios’. La Navidad es una invitación a sacar la mejor versión de nosotros mismos. El nacimiento de un bebe siempre es promesa de vida nueva, de un mundo nuevo, cuanto más lo será el nacimiento del niño Dios”.En un comunicado, monseñor compartió que la vida misma ha hecho a cada persona perder su sencillez, su espontaneidad, la inocencia, para volverla complicada así como escépticos y cínicos.“Puede ser que perdamos el respeto al misterio de la vida tratando de reducirla a las cosas materiales o al disfrute inmediato a toda costa... Tal vez sea esto el éxito de la Navidad, el hecho de poder remontar los niveles ordinarios, cansados, rutinarios de la vida y fascinar al espíritu humano con el deseo de inocencia y santidad.Tan acostumbrados a las estimulaciones excitantes, virtuales y reales, hemos perdido la capacidad de asombro frente a la simplicidad del encuentro, de la sonrisa, de la mirada, de la oración, del compartir con sencillez. Nos hemos acostumbrado a las cifras de muertos, a los bombardeos, a hablar de dinero y de negocios, a viajar por el ciberespacio, que hemos perdido el sentido de la humilde realidad, de la belleza de la creación, de la importancia de lo cotidiano, de la familia, del milagro de la vida, del amor desinteresado, etc”.En su mensaje también recordó las palabras del Papa Francisco: "Hoy podemos reconocer que nos hemos alimentado con sueños de esplendor y grandeza y hemos terminado comiendo distracción, encierro y soledad; nos hemos empachado de conexiones y hemos perdido el sabor de la fraternidad. Hemos buscado el resultado rápido y seguro y nos vemos abrumados por la impaciencia y la ansiedad. Presos de la virtualidad hemos perdido el gusto y el sabor de la realidad".