Las oposiciones y los grupos de presión necesitan aplicarse y cambiar de estrategia para recuperar espacios políticos. Si repiten la táctica empleada contra Andrés Manuel López Obrador, el resultado volverá a ser el fracaso. Máxime frente a una presidenta fuerte y con el carácter y formación de Claudia Sheinbaum, cuyo compromiso con la 4T está fuera de duda. La confrontación permanente no debilitó a AMLO, al contrario, lo fortaleció con sus bases e incluso le sumó adeptos como se observó en las elecciones del 2 de junio. Morena aumentó su votación un 20% entre 2018 y 2024. En el mismo lapso, la del PRIAN y el PRD retrocedió 25%.
López Obrador ganó su última batalla como presidente con la reforma al Poder Judicial. El fundador de Morena respondió en las mañaneras las embestidas de los poderes fácticos. Sheinbaum decidió continuarlas por su efectividad para afianzar el relato de la 4T, informar de manera directa a las mayorías y neutralizar a los adversarios. En el pasado, cuando las élites y los columnistas hablaban, el presidente callaba. AMLO exhibió en las ruedas de prensa las deudas fiscales de grandes empresarios y su relación con magistrados y jueces.
Los factores de poder también perdieron la batalla mediática. Antes se valían de los medios de comunicación, algunos bajo su control, para incidir en las decisiones del Gobierno e inclinar la balanza de la justicia siempre a su favor. El triunfo arrollador de Sheinbaum los desconcertó. Tanto por los 36 millones de votos captados por la alianza Morena-PT-Verde, como por haber creído sus propias fantasías -sostenidas incluso después de que el Instituto Nacional Electoral anunció los resultados- según las cuales la candidata del frente PRI-PAN-PRD, Xóchitl Gálvez, había ganado la elección.
No obstante el nulo efecto de las protestas contra la reforma judicial -inducidas por la oligarquía y por el bloque de ministros encabezado por la presidenta de la Corte, Norma Piña-, los opositores de la 4T irrumpieron en el Congreso y en el Senado. Sin fuerza ni votos para detener a la maquinaria de Morena, el PRI y el PAN se rasgan las vestiduras como si ayer no hubieran utilizado la mayoría calificada para aprobar reformas impopulares sin tomar en cuenta a los partidos minoritarios. Claudia Sheinbaum confirmó su apoyo al proyecto con la designación de Arturo Zaldívar, expresidente de la Suprema Corte de Justicia, Arturo Zaldívar, como titular de la Coordinación Política y de Gobierno, y luego en su toma de posesión.
Sin embargo, el Poder Judicial se resiste a cumplir la reforma constitucional para que los jueces se elijan mediante voto popular, pero no pueden revertirla. De los 11 ministros en funciones, dos fueron propuestos por Enrique Peña Nieto: Norma Piña y Javier Laynez Potisek; cuatro, por Felipe Calderón: Luis María Aguilar, Jorge Prado, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Alberto Pérez Dayán; y cinco, por López Obrador: Juan Luis González Alcántara, Yasmín Esquivel, Margarita Ríos Farjat, Loretta Ortiz y Lenia Batres. La batalla poselectoral se libra hoy en la Corte, y es por la preservación de un sistema ineficiente donde prevalecen vicios de corrupción y nepotismo.
Las expectativas generadas por la presidenta Sheinbaum son altas. La violencia se concentra en media decena de estados. En Sinaloa, la exacerbó el secuestro y entrega del capo Ismael Zambada a Estados Unidos. La supuesta traición de los sucesores de Joaquín «el Chapo» Guzmán incendió literalmente la entidad gobernada por Morena desde hace tres años. Pronto se verá la mano de la presidenta Sheinbaum y del secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar Harfuch, para pacificar las zonas conflictivas.