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Julio Faesler

Comercio exterior y sus dilemas

JULIO FAESLER

El mejor modo de usar nuestros vastos recursos que hasta ahora hemos desaprovechado es echar andar las múltiples reservas humanas y materiales de los que México dispone en las Pymes donde existe 90% de la capacidad productora del país. El factor geográfico es sólo una de las facetas importantes de tomarse en cuenta en los tiempos altamente competitivos de hoy en día y de intensas rivalidades que enfrentan los países que aspiran a dominar no sólo las fuentes de materias primas, sino a los mercados de consumo.

Hoy en día la apertura que caracteriza nuestra economía explica por qué llegan a nuestro mercado productos que se ofrecen a precios notoriamente inferiores al mismo o menor costo de producción de nuestro país. La necesidad de proteger al agricultor o al industrial contra esta situación que, sin ser necesariamente desleal, sí plantea un serio problema, tiene que ser resuelto por las vías ya conocidas como la aplicación de aranceles, la acusación de dumping o simplemente la prohibición de su importación. Este caso no sólo sufre México, sino muchos países que pierden incluso competitividad de sus productos tradicionales frente a los de importación.

La búsqueda de condiciones que abaratan el costo de producción de un artículo agrícola o industrial determinado llevó a los productores de países de alto costo de producción a abaratar sus procesos acercándose a las fuentes de suministro de las materias primas por remotas que fueran y simultáneamente acercar los procesos de producción a los mercados a los que iban destinados. Esta etapa ha terminado y hoy se prefiere ubicar las plantas de producción industrial lo más cerca posible para ahorrar los costos del transporte. De aquí que las plantas de producción se trasladen hacia los mercados de consumo. La moda se enfatiza hasta el grado de anunciarse como política de gobierno.

En lo que se refiere a México, el propósito está en acercar las plantas industriales lo más cerca posible a Estados Unidos, el mercado más importante para nosotros. Gracias a este programa de reubicación nuestro país se ha convertido en el primer abastecedor del mercado norteamericano. Hay que tomar con cuidado este logro con el cual nuestra economía agrícola e industrial está cada día más imbricada a los procesos de producción de nuestro vecino al norte. Es más, gracias al T-MEC nuestra economía se funde cada vez más con un programa en donde la participación de México con identidad nacional se fusiona con la de Canadá y de Estados Unidos.

Hasta aquí esta realidad meramente económica forma parte de una estrategia política y social mucho mayor que se identifica con el programa hegemónico de Estados Unidos. Este programa encuentra su rival en una correspondiente visión hegemónica de China de gran horizonte que impulsa una ambiciosa política de presentarse en inversiones y actividades promocionales científicas, sociales y culturales que la acompañan dirigidas a tener una presencia en países latinoamericanos por lo que se explica la expansión china en Brasil, Perú y Venezuela. La intención china rebasa, pues con mucho el panorama asiático donde es famosa su Ruta de la Seda ampliada que se extiende desde China hasta las fronteras de Europa. Respaldada en una población de mil doscientos millones de habitantes, ve como destino extender su sistema propio económico y sociopolítico bien distinto al que se propone en el mundo occidental.

La rivalidad existente entre los dos gigantes que distingue los dos sistemas distintos de gobierno es la que se refleja en la renuencia del T-MEC a aceptar como socios a países de un sistema "no de libre mercado" consagrado en su articulado. La diferencia entre los sistemas de gobierno centralizado y el de los países de economía de mercado, tiene raíces históricas, sociológicas e ideológicas, abanderadas por cada uno de los bloques. Es claro que México, por razones históricas, culturales y ahora acentuadas por su pertenencia al T-MEC, se identifica con el bloque de Norteamérica. La mayoría de los países de América Latina se encuentran igualmente identificados con sus peculiaridades ideológicas en dicho bloque.

La política del nearshoring no sólo es en beneficio de la producción agrícola e industrial "norteamericana", no excluye la apertura hacia proyectos chinos realizados en territorio latinoamericano, siempre y cuando se empleen tecnología y mano de obra de nuestros países. Aprovechar la reubicación económica para sumar los esfuerzos chinos y latinoamericanos, sería la mejor de las soluciones para asegurar la paz futura en el mundo.

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