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Comprar terrenos en la Luna

Tendencia a la alza tras la misión Chandrayaan-3

Comprar terrenos en la Luna

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ANA SOFÍA MENDOZA

Los bienes raíces son una de las inversiones más seguras que pueden hacerse y, si se gestionan de forma inteligente, pueden convertirse en la mayor fuente de ingresos de una persona. Su retorno es de aproximadamente el 30 por ciento, según Inmuebles24, dependiendo de la plusvalía de la propiedad; es decir, del aumento de su valor a lo largo del tiempo por la zona donde se ubica, su accesibilidad, el funcionamiento de los servicios básicos, su valor arquitectónico, su cercanía a comercios y espacios públicos, etcétera.

No por nada el magnate Andrew Carnegie afirma que “el 90 por ciento de los millonarios se hicieron a través de la posesión de bienes inmuebles”. Si bien no se ha comprobado con certeza esta aseveración, es una realidad que alrededor del 90 por ciento de los ricos sí están involucrados en este tipo de inversión. De hecho, pareciera que el mercado inmobiliario está más limitado que nunca a un porcentaje cada vez más reducido de personas de altos ingresos, quienes se dedican a elevar los precios de sus propiedades haciendo prácticamente imposible la compra de vivienda digna a las clases media y baja de la sociedad.

Lo que queda de este fenómeno son espacios pequeños que se ofrecen en rentas exorbitantes y lujosos sitios de hospedaje en zonas turísticas que solo abonan al encarecimiento de los productos, tanto para los visitantes como para los habitantes de dichos lugares. Lejos quedaron los días en que cualquier empleo estable podía proporcionar los ahorros necesarios para adquirir un terreno o una casa donde pudiera vivir holgadamente una familia completa.

¿Qué alternativa queda a esta situación? Ante la aparente saturación del mercado inmobiliario en el mundo, algunas personas aseguran haber encontrado una opción para invertir a largo plazo: la compra de terrenos en la Luna.

FIEBRE POR COLONIZAR LA LUNA

Tras el alunizaje de la misión india Chandrayaan-3 en el polo sur del satélite natural de la Tierra, el 23 de agosto de 2023, surgió la tendencia en este país de apropiarse de tierras lunares.

Tan sólo dos días después de la exitosa llegada a la Luna, el empresario Rupesh Masson compró una parcela en la región conocida como Lacus Felicitatis.

“La idea de ocupar espacio en la Luna es un reflejo de nuestra misión de ver lo que hay más allá, que a su vez es un reflejo de nuestra búsqueda por un significado más profundo dentro de nosotros”, compartió el hombre de negocios a Wion, un medio de la India. Por sus palabras, se intuye que se trata de un gesto simbólico más que de una estrategia financiera.

Cabe mencionar que el empresario no fue el primer ser humano en hacer esta transacción; 675 celebridades y tres expresidentes de Estados Unidos ya poseían sus respectivas tierras lunares cuando él se hizo de la suya. Sin embargo, la conjunción de la compra de Masson con el éxito de la misión Chandrayaan-3 era lo que se necesitaba para que la población en general quisiera ser partícipe de esta especie de colonización. Así, organizaciones como Cosmic Register aumentaron considerablemente su demanda, pues la propiedad de partes de la Luna dejó de ser una excentricidad de los ricos para convertirse en una aparente oportunidad de inversión para la gente común.

En un mini documental de The Hindu, una joven mujer muestra orgullosa el certificado que indica que su esposo es propietario de “tierras celestiales”, luego de que ella le hiciera este original regalo por su cumpleaños.

En el video también aparece un hombre que decidió gastar sus modestos ahorros en el banco en un terreno lunar, con miras a obtener beneficios a largo plazo. “Cuando compré esta tierra, nunca pensé en ir a la Luna, pero hice esta inversión por el futuro de la humanidad”, afirma.

Actualmente es posible adquirir lotes espaciales a través de sitios web como el de Lunar Registry, donde el costo parte de 34 dólares por acre y varía según la zona que se desee “ocupar”. Tras hacer la transacción, el comprador recibe un certificado de propiedad por parte de una tal Luna Society International, una fotografía satelital de su terreno y los supuestos derechos de los minerales que se encuentren hasta a cinco metros de profundidad dentro de los límites de la propiedad.

Cosmic Register es otro medio por el cual puede realizarse este tipo de compra. De hecho, en su página web anuncia que está regalando lotes en el satélite natural de la Tierra. Para aprovechar esta oportunidad basta con introducir un correo electrónico y validarlo; entonces se enviarán a esa dirección las coordenadas del terreno obtenido. Sin embargo, para recibir el certificado de propiedad sí es necesario pagar.

Pero, ¿realmente estas páginas web son fidedignas?

LÍMITES LEGALES

El sitio web de Cosmic Register explica que el objetivo de esta organización es reunir a millones de propietarios de tierras lunares para iniciar un nuevo gobierno en el satélite, dado que ningún gobierno terrestre ha reclamado ningún territorio espacial y, por lo tanto, está disponible para los individuos que quieran ejercer su derecho humano a la propiedad. “Es por estos derechos que nuestra meta es brindar el poder de voto a la gente para establecer un nuevo gobierno”, se lee en la página.

Esa afirmación pretende aprovechar un aparente hueco legal en el Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre, creado en 1967 para regular la exploración y utilización de los recursos del espacio exterior y los cuerpos celestes. Entre sus preceptos principales está la prohibición del espacio para uso militar y la imposibilidad de que cualquier país se apropie de ningún astro o parte de él. 

Así, lo que Cosmic Register busca es darle una vuelta a este documento del Derecho Internacional, del que forman parte 112 naciones, argumentando que como los individuos no son países, entonces ellos sí pueden reclamar partes de la Luna. Sin embargo, la realidad es que no hay un marco legal que respalde los certificados de propiedad que emiten a sus clientes. Es como si una asociación privada decidiera de un día para otro vender una de las terra nullius (tierras que no forman parte de ninguna nación en el mundo, como la llamada Marie Byrd en la Antártida) del planeta. No es tan simple. Es imposible precisamente porque estos territorios no pertenecen a una nación y, por lo tanto, su propiedad privada no se sostendría en ninguna ley válida.

En el fondo, quienes están detrás de Cosmic Register parecen estar conscientes de ello, pues en uno de los apartados de su sitio explica que “si alguna agencia de gobierno o compañía privada planea extender y sostener actividades humanas a través del Sistema Solar en tus coordenadas, revocaremos dichas coordenadas y te facilitaremos otra parcela de tamaño equivalente mientras haya suministro”. Qué se hará en caso de que ya no haya disponibilidad es algo para lo que no hay respuesta, como tampoco hay explicación sobre la manera en que se gestiona la disponibilidad de tierras. 

Tal vez con algún golpe de suerte en el futuro se diseñe un marco legal internacional que permita la apropiación privada de parcelas celestes, y quienes han pagado a organizaciones como Cosmic Register puedan regularizar su compra de acuerdo a la legislación que se haya desarrollado para entonces. Sin embargo, por lo pronto sus certificados no van más allá de una creativa estafa a la que ni siquiera podría llamársele “inversión de riesgo”.

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