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Comunicación en ciegos, sordos y enfermos

Fortalecer sus habilidades para socializar

Comunicación en ciegos, sordos y enfermos

Comunicación en ciegos, sordos y enfermos

FABIO PÉREZ VÁSQUEZ

Para el ser humano, la comunicación es esencial. A través de ella se facilita alcanzar la definición de salud, es decir, un desarrollo integral, con bienestar físico, mental, espiritual, social y cultural.

Es durante la interacción entre paciente y médico —con el intercambio de mensajes, sentimientos, necesidades, pensamientos, opiniones, etcétera— que se identifican las necesidades del enfermo. Por ello es fácil hacerse una idea del desafío que representa para las personas sordas o ciegas el simple acto de acudir a consulta.

¿Qué hacer cuando los órganos de los sentidos están comprometidos? ¿Es posible lograr el efecto deseado?

En el caso de los sordos, no poder percibir los sonidos interfiere con las relaciones sociales. Escuchar resulta esencial para adquirir y usar la lengua. La falta de este sentido conduce hacia la exclusión.

Con la vista, el escenario no es muy distinto. Esa dificultad interfiere considerablemente en la vida social en general y en la relación con el profesional de la salud en lo particular, lo que puede crear dificultades en la consulta, por ejemplo, a la hora de comprender e interpretar lo que se comunica.

Por si ceguera y sordera no fueran suficiente dificultad por separado, hay casos en que las dos deficiencias coinciden en una sola persona. La pérdida conjunta de capacidad visual y auditiva tiene sus características y necesidades propias.

La sordoceguera reclama una preparación específica por parte del profesional sanitario.

¿CÓMO INTERACTUAR?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del cinco por ciento de la población mundial—cerca de 360 millones de personas— padece una pérdida de audición discapacitante.

En cuanto a la ceguera, hay alrededor de 285 millones de individuos con discapacidad visual.

A propósito de la consulta médica, la experiencia personal del médico influye en el desarrollo de habilidades de comunicación para tratar con sordos y/o ciegos. Es hasta topar de frente con los sentidos disminuidos que el profesional de la salud repara en esa realidad y se adapta para elevar la calidad del servicio que brinda a dichos pacientes.

Cabe mencionar que las primeras experiencias de ese tipo pueden llegar a ser conflictivas. ¿Cómo interactuar con la sordera?

Mantener una comunicación con pacientes afectados del oído exige la presencia de un miembro de la familia del enfermo. Esto, si bien facilita la consulta, también representa una situación de dependencia, es decir, se necesita de la intervención de un tercero.

La presencia de un intérprete que domine la lengua de signos resulta muy valiosa para conocer las causas de que se solicite asistencia sanitaria.

Así se asegura una interacción adecuada y la comprensión de los signos y síntomas del paciente que debe conocer el profesional de la salud.

Sin embargo, también representa una dificultad dado que el intérprete debe tener presente la confidencialidad de lo que se diga en la consulta.

Cuando no se tiene a un intérprete a mano, las estrategias más usuales para comunicarse con las personas sordas son la mímica, la lectura labial, así como la escritura o el dibujo.

¿Y LOS CIEGOS?

Con respecto a la atención de las personas ciegas, la experiencia clínica destaca la importancia de la comunicación verbal y de estimular los otros sentidos para establecer una comunicación tan eficaz como terapéutica.

Se trata de adoptar estrategias como describir el ambiente físico, guiar al invidente en el espacio, para que lo explore y reconozca a través del tacto durante su primera visita.

La idea es llegar a cabo acciones que permitan establecer una relación de confianza entre el profesional y el paciente desde el inicio de su interacción.

De momento, existe una falta de sensibilización por parte de los profesionales sanitarios a propósito del encuentro con pacientes ciegos.

Por ello, los hospitales deberían tener personal especializado para asistir a los pacientes con deficiencia visual.

Para el paciente ciego es duro estar pidiendo a miembros de la familia que les lean la información escrita recibda en los centros sanitarios y estar al tanto de cuestiones como recordar las citas, por ejemplo.

El riesgo de aislamiento social es alto ya que muchos de los invidentes viven solos, permanecen mucho tiempo en casa, lo que puede derivar en estados depresivos.

Sin embargo, en el aparato sanitario, afinar la comunicación durante el cuidado de personas sordas o ciegas no es una prioridad.

Permanece como un desafío de consideración instrumentar medidas con ese fin.

COMUNICACIÓN

Se requieren trabajo, recursos y tiempo para proporcionar cuidados a personas con deficiencias visuales y/o auditivas.

Hay mucho quehacer por delante. De momento, en la comunicación establecida entre sanitarios y personas sordas, a pesar del esfuerzo de los primeros no se produce una interacción adecuada, lo que acaba por perjudicar el abordaje terapéutico y, por consiguiente, el tratamiento y el seguimiento del paciente.

Se tiene claro que a la formación de los profesionales de la salud deben incorporarse aspectos culturales propios de la población sorda y ciega, por ejemplo, la lengua de signos o el alfabeto braille. Con eso se facilitar el acceso a los servicios de salud y se mejora la práctica asistencial. Acudir a los centros sanitarios con un acompañante facilita, pero no resuelve el problema.

Hoy día, los individuos con discapacidad auditiva o visual tienen dificultad para acceder a los servicios sanitarios. No es raro que describan los encuentros con profesionales sanitarios como carentes de sentido.

Existe una frustración de las personas con dificultades en los sentidos hacia el sistema de salud y su falta de recursos para facilitar el acceso. Describen a las unidades de salud, en específico a los hospitales, con miedo, como lugares que los intimidan, mientras que los profesionales de la salud son vistos como impacientes.

Hay que ayudar a que los pacientes sordos o ciegos no se sientan confundidos durante la consulta, el tratamiento y el seguimiento, así como asegurar que entienden el uso o los efectos secundarios de los medicamentos administrados.

Una falta de información y sensibilización por parte de los profesionales sanitarios puede provocar que las personas ciegas y sordas eviten la asistencia sanitaria y no participen en actividades de promoción de la salud.

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