Corea del Sur se levanta: la reacción histórica contra Yoon Suk Yeol
Una noche que marcó historia en Seúl
El 3 de diciembre, Corea del Sur vivió una noche de caos que muchos ciudadanos no olvidarán fácilmente. En un anuncio televisado a las 10:30 p.m. (hora local), el presidente Yoon Suk Yeol declaró la imposición de la ley marcial, argumentando la necesidad de frenar a actores "antiestatales" y proteger al país de una supuesta “ruina”. Sin embargo, la medida fue vista por la mayoría como un intento desesperado por mantener el poder en medio de una crisis política.
La reacción fue inmediata. Decenas de vehículos policiales rodearon la Asamblea Nacional, mientras soldados ingresaban al edificio, siguiendo órdenes del jefe del Ejército, Park An-su, quien suspendió actividades políticas y protestas.
A pesar del despliegue militar, los parlamentarios no se quedaron de brazos cruzados. En una hazaña digna de una película, 190 legisladores lograron ingresar al edificio para votar unánimemente la revocación de la ley marcial y en cuestión de horas, las calles de Seúl se llenaron de manifestantes exigiendo el respeto a la democracia.
Finalmente, Yoon cedió a las presiones ciudadanas y constitucionales, revocando la ley marcial a las 4:30 a.m. Pero el daño ya estaba hecho. Este episodio ha dejado su presidencia colgando de un hilo y su legado profundamente cuestionado.
¿Quién es Yoon Suk Yeol?
Para entender a Yoon Suk Yeol, es necesario remontarse a sus raíces y a su trayectoria política. Nacido en Seúl en 1960, pasó 27 años como fiscal antes de ingresar a la política. Su ascenso al poder estuvo marcado por la investigación anticorrupción que llevó a la destitución de la expresidenta Park Geun-hye en 2016. Este logro lo convirtió en un símbolo de justicia para muchos surcoreanos.
En 2022, decidió postularse a la presidencia bajo el ala del conservador Partido del Poder Popular. Ganó por un margen mínimo, el más estrecho en la historia electoral del país. Su mandato, sin embargo, ha estado lleno de controversias, desde políticas polarizantes hasta los múltiples escándalos que rodean a su esposa, Kim Keon-hee, empresaria y figura pública envuelta en acusaciones de corrupción y tráfico de influencias.
Políticas y postura política
El estilo de Yoon recuerda al populismo de líderes como Donald Trump, con un enfoque conservador y mensajes polarizantes. Durante su campaña, aprovechó las tensiones de género en Corea del Sur, llegando a prometer la abolición del Ministerio de Igualdad de Género bajo el argumento de que las mujeres surcoreanas no enfrentan discriminación sistémica, una postura que encendió el debate nacional.
En el ámbito económico, Yoon ha impulsado reformas corporativas para atraer inversión extranjera y revitalizar el mercado bursátil. Sin embargo, sus políticas sociales, como la lucha contra la adicción al juego entre jóvenes, han sido percibidas por algunos como medidas punitivas en lugar de soluciones estructurales.
En política exterior, ha mantenido una postura amigable con Japón y dura contra Corea del Norte, lo que ha generado tensiones y críticas en un país donde las relaciones con sus vecinos son temas de alta sensibilidad.
Un futuro incierto
Después del caos del 3 de diciembre, la posición de Yoon es más frágil que nunca. La oposición ya ha presentado mociones de destitución, mientras que miembros de su propio partido han pedido su renuncia. Su índice de aprobación, que nunca superó el 20%, está en mínimos históricos, y la confianza del pueblo está prácticamente rota.
Corea del Sur ha demostrado, una vez más, que su democracia es resiliente. La rápida reacción de los ciudadanos y los parlamentarios dejó claro que el autoritarismo no tiene cabida en el país. Sin embargo, el episodio ha abierto heridas profundas y plantea preguntas urgentes sobre el futuro de la política surcoreana.
Mientras tanto, Yoon Suk Yeol enfrenta el desafío de decidir si luchará por recuperar la confianza del pueblo o si dará un paso al costado en una presidencia que parece insostenible. Lo único claro es que Corea del Sur seguirá en pie, defendiendo los valores democráticos que tanto le ha costado construir.