Un trabajador de la salud sostiene a un bebé en el Centro Hospitalario Fontaine, donde se atienden a niños malnutridos en Puerto Príncipe, Haití. (AP)
Hace casi tres años, el pasado 7 de julio de 2021, el presidente de Haití Jovenel Moïse fue asesinado por un comando armado que irrumpió en su hogar integrado por colombianos y haitianos, los cuales se identificaron como agentes de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por su sigla en inglés).
El magnicidio resultó en dos casos en Estados Unidos y otro en Haití, donde los autores intelectuales fueron ubicados en Florida y el caso se manejó en secreto, aunque el gobierno del presidente Joe Biden rechazó cualquier involucramiento. Mientras en Haití, ha tomado meses ante la renuncia de jueces, mientras miembros del exgabiente de Moïse así como su viuda han sido señalados de una lucha de poder que terminó con el asesinato.
Hoy, Haití se encuentra en espera de la formación de un gobierno de transición para convocar a elecciones luego de que el primer ministro Ariel Henry había extendido su mandato, mientras el país lucha por sobrevivir a las pandillas armadas, la carencia de servicios básicos y un gobierno incapaz de llevar el bienestar a su población.
El Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) cataloga a Haití como el país más pobre de América Latina y el Caribe, con una de las tasas de desigualdad más grandes del mundo y antes de la muerte del presidente Moïse, en 2020, estimaba que el 60 % de la población vivían en la pobreza.
De acuerdo a un reporte de las Naciones Unidas, solo en 2023 se registraron más de 4 mil 700 homicidios, un incremento del 119 por ciento sobre el año anterior (2022). A su vez el delito de secuestro ha crecido casi 83 %.
El presunto líder de G9 la pandilla más poderosa de la capital Jimmy "Barbecue" Chérizier, ha sido acusado de encabezar la ola de violencia que afecta a la isla y en la que supuestamente se han cometido actos de canibalismo. Pero en entrevista con el periodista independiente Dan Cohen, Chérizier ha sido catalogado como el líder de un movimiento revolucionario armado contra las élites del país.
La situación crítica de la isla ubicada a unos 100 kilómetros de Cuba y casi mil de Estados Unidos se ha deteriorado rápidamente luego de que el gobierno de Herny anunciara en febrero que las elecciones se pospondrían hasta finales de agosto de 2025, en respuesta grupos armados iniciaron una ola de ataques contra estaciones de policía y otras instituciones estatales demandando la salida del primer ministro, la cual se completó en marzo.
La organización Médicos Sin Fronteras (MSF) detalló que el estado de la capital Puerto Príncipe se ha deteriorado aún más, donde miles han sido desplazados. Las personas quedan atrapados en el fuego cruzado y los centros médicos enfrentan críticas faltas de camas de hospital, sangre, oxígeno y capacidad operatoria.
Hasta el 11 de marzo, solo un hospital público estaba en funcionamiento en todo Puerto Príncipe.
Además, señaló MSF, muchos bancos han cerrado causando problemas de falta de efectivo entre los residente, mientras los servicios de internet y teléfono son inestables. Mientras los aeropuertos se encuentran cerrados, así como su frontera terrestre con la República Dominicana.
Desde 2022, el gobierno de Henry y países como Estados Unidos han solicitado la intervención de una fuerza multinacional en la isla, las cuales han sido duramente criticadas por su participación en el pasado.
Durante el terrible terremoto de 2010 que dejó alrededor de 300 mil muertos, las Naciones Unidas desplegaron a los Cuerpos de Paz, de los cuales decenas de ellos fueron acusados de delitos sexuales, aparte de ser hallados responsables de un devastador brote de cólera que mató unas 10 mil personas y enfermó a cientos de miles.
El medio público estadounidense NPR que detalló cómo las Naciones Unidas admitieron su responsabilidad en el brote, señalan que la enfermedad estaba “casi desconocida” en la isla, por al menos un siglo. Y hoy, es endémica, miles enferman cada año.
La debilidad del Estado en Haití se remonta a siglos atrás en parte a una deuda impuesta por Francia, luego de que la isla ganara su independencia en una intensa revolución que duró de 1791 a 1804. El gobierno de Napoleón los obligó a pagar millones de francos para evitar una nueva invasión y dar reparaciones a los esclavistas.
La isla logró pagar más de un siglo después un total de 560 millones de dólares en su valor actual, según un artículo para la revista Foreign Policy del profesor en Historia Malick W. Ghachem.
Frente a la dolarización que vive Haití, debido al poco valor que tiene su moneda, Ghachem propuso que Francia y Estados Unidos que luego adquirió parte de la deuda que estaba pagando la isla, le restituyan 21 billones de dólares, un estimado conservador del costo de oportunidades perdidas en inversión doméstica por destinarlas a pagar la deuda.
El mismo académico destacó que la isla requiere beneficios en sus tratados comerciales para sus exportaciones y el perdón de las deudas ante organismos internacionales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional.
El centro de pensamiento Fondo Carnegie para la Paz Internacional sentencia, la intervención internacional será fútil si la voz del pueblo de Haití no es central para la reconstrucción democrática.
