(MUSEO BANCO DE MÉXICO)
La secretaría de Relaciones Exteriores destacó entre los indicadores económicos de México el lugar del peso mexicano.
Se trata de la octava moneda más negociada del mundo, la más negociada de América Latina y la tercera en todo América, pero para eso los billetes y monedas que conocemos hoy tuvieron que recorrer una larga historia.
México prehispánico
Lo que hoy es el centro de México, durante la época Prehispánica fue conocida como Mesoamérica, una rica región habitada por naciones multiculturales que compartían ciertos rasgos, entre ellos no utilizaban monedas para sus transacciones sino productos como el cacao, cuentas de piedras, mantas de algodón, conchas marinas y piezas de cobre y estaño.
Esto sucedió por siglos hasta que llegaron los españoles y la expedición comandada por Hernán Cortés conquistó Tenochtitlán con lo que a los pocos años se estableció un periodo colonial, este régimen se extendió desde el sur de lo que hoy es Estados Unidos a Centroamérica.
Virreinato de la Nueva España
Es en la época virreinal cuando las monedas españolas, que usaban el sistema octal, se intercambiaron con mercancías como el cacao que era el principal medio de cambio e incluso frente a las monedas de plata llegó a apreciarse pasando de cambiarse 200 semillas por un real a solo 80 por uno entre principios y finales el siglo XVI.
Las monedas coloniales comenzaron a producirse en la Nueva España tras la creación de la Casa de Moneda de México en 1536. Con ello, se acuñaron reales de plata y escudos de oro que sirvieron de “moneda global” hasta principios del siglo XIX.
Su uso era aceptado en Inglaterra, Países Bajos, Italia, parte del Imperio Otomano, India, Japón, Filipinas y China.
Su equivalencia era 16 reales por un escudo y pese a que las transacciones a menudeo eran por valores menores a un real, cuando se intentó acuñar monedas de cobre, la población los rechazó, según destacó el Museo Banco de México en su interactivo Dinero en el tiempo.
A su vez, dado que escaseaba la moneda fraccionaria durante el Virreinato los hacendados y comerciantes fabricaron sus propias fichas, llamadas tlacos, los cuales tenían la apariencia de monedas y servían para transacciones de pequeñas cantidades, pero su uso se extendió hasta su prohibición en la Constitución de 1917.
Usos en el México Independiente
Durante la guerra de Independencia, la Casa de Moneda de México estableció casas de moneda provisionales que acuñaban las monedas a fin de evitar el robo de plata y oro.
Incluso en San Miguel de Allende se llegó a imprimir cartones ante la necesidad de circulante.
Otra actividad que surgió en la lucha fue que Junta de Zitácuro, encabezada por José María Morelos y López Rayón, ordenó la acuñación de monedas que servirían como “promesas de pago” para canjearse por oro y plata triunfando el movimiento.
Consumada la Independencia, durante el mandato de Agustín de Iturbide como emperador además de acuñarse monedas de oro, plata y cobre también se imprimió papel moneda, el cual fue rechazado por la población ya que estaba acostumbrada a las monedas.
Más de 40 años después, en 1864 se estableció el Banco de Londres, México y Sudámerica que fue la primera institución facultada para emitir billetes, estos fueron puestos en circulación en 1865 y se aceptó su uso.
El año del establecimiento del banco fue también el de la acuñación de los primeros pesos mexicanos, los cuales fueron adoptados cuando siete años antes, en 1857, el presidente Ignacio Comonfort cambió del sistema octal que se usaba desde la colonia al decimal para la moneda mexicana.
