De 1988 a 2024
Se cumplen 36 años de la elección del 6 de julio de 1988. Ese día la maquinaria electoral de un partido hegemónico utilizó todo el poder del Estado para aplastar a una oposición que llegaba con fuerza a las urnas. El presidente de la Comisión Federal Electoral, máxima autoridad en materia de elecciones, era Manuel Bartlett, también secretario de gobernación y cabeza de esa misma maquinaria política.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) utilizó los recursos ilimitados del Estado para promover a su candidato, Carlos Salinas de Gortari. Con campañas mucho más modestas, los candidatos de la oposición, Cuauhtémoc Cárdenas, postulado por una coalición de partidos de izquierda, y Manuel Clouthier, Maquío, del Partido Acción Nacional (PAN), presentaron una fiera batalla.
Hubo numerosas acusaciones de fraude. Algunos observadores afirmaron que el verdadero triunfador fue el ingeniero Cárdenas; pero Bartlett era juez y parte y decretó el triunfo del candidato del gobierno. Los resultados oficiales fueron: Salinas de Gortari, 50.36 por ciento; Cárdenas, 31.12; Clouthier, 17.07.
La controversia sobre el presunto fraude llevó a Salinas a promover una serie de reformas electorales. La primera la realizó en 1990, cuando Fernando Gutiérrez Barrios era secretario de gobernación. Su logro más importante fue la creación del Instituto Federal Electoral (IFE), un organismo para organizar elecciones federales que, aunque todavía se encontraba formalmente bajo la Secretaría de Gobernación, contaba ya con consejeros ciudadanos sin filiación partidista.
En 1993 y 1994, bajo presión de la oposición, se hicieron otras dos reformas electorales, las cuales ampliaron la independencia del IFE y abrieron las puertas a un sistema realmente democrático. La reforma de 1996, en el gobierno de Ernesto Zedillo, desvinculó definitivamente al IFE de la Secretaría de Gobernación. Con estas nuevas reglas empezó un período de alternancia en el poder. Este lapso, de 1997 a 2024, ha sido el único realmente democrático en la historia de nuestro país.
La primavera democrática, tristemente, ha concluido. México está entrando a una nueva era de partido hegemónico. Los líderes del partido en el poder, Morena, aprovechando su triunfo en las elecciones de este 2024, están tomando medidas para eliminar las instituciones independientes que han servido de contrapeso al poder. En este momento el objetivo es acabar con la independencia del poder judicial, del Instituto Nacional Electoral (INE) y de los demás organismos autónomos.
El cambio hacia el autoritarismo ha venido, como en otros países en años recientes, no por un golpe de estado, sino a través de las urnas. La candidata del partido del gobierno a la Presidencia, Claudia Sheinbaum, triunfó en las elecciones del 2 de junio con casi el 60 por ciento de los votos. Pero ese no es el problema. Lo que realmente está consolidando un régimen de partido hegemónico es que con sólo 55 por ciento de los votos el gobierno ha obtenido 75 por ciento de los diputados y 65 por ciento de los senadores.
Quizá no deba sorprender que el gobierno busque concentrar el poder como en los viejos tiempos. Quien fue secretario de gobernación y presidente de la Comisión Federal Electoral en el presunto fraude electoral de 1988, Manuel Bartlett, es hoy director general de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y un importante aliado del presidente López Obrador. El espíritu del viejo régimen se mantiene vivo 36 años después.