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De Política y Cosas Peores

ARMANDO CAMORRA

La mujer se casa pensando que su novio va a cambiar, y el hombre no cambia. El hombre se casa pensando que su novia no va a cambiar, y la mujer cambia. Don Chinguetas contrajo matrimonio, pero el anillo de casado no le cortó la circulación.

Siguió su desfachatada vida de soltero. Hace unos días llegó a su casa a las 6 de la mañana con marcado aliento alcohólico y señas de lápiz labial en la camisa. Su esposa, doña Macalota, le preguntó irritada: “¿Por qué llegas a esta hora?”. Con laconismo respondió Chinguetas: “Por el desayuno”. En la vida y la muerte de Abraham Lincoln y John F. Kennedy hay una serie de raras coincidencias. Los apellidos de ambos tienen siete letras.

Los asesinos de los dos se identificaban con tres nombres: John Wilkes Booth y Lee Harvey Oswald, de 15 letras cada uno. Booth nació en 1839. Oswald en 1939. Lincoln fue asesinado en un teatro llamado “Kennedy”. Kennedy recibió los disparos en un automóvil marca Lincoln. Booth huyó del teatro y fue capturado en una bodega. Oswald huyó de la bodega y fue capturado en un teatro. 

Lincoln fue elegido congresista en 1846. Kennedy fue elegido congresista en 1946. Lincoln llegó a la Presidencia en 1860. Kennedy en 1960. Los sucesores de ambos llevaban el mismo apellido: Johnson. El sucesor de Lincoln, Andrew Johnson, nació en 1808. El sucesor de Kennedy, Lyndon Johnson, nació en 1908.

Coincidencias, desde luego. Pero ¿podrá decirse que son meras coincidencias dos acontecimientos sucedidos el día en que “El Mayo” Zambada fue llevado a Estados Unidos? En esa misma fecha el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, hizo con miembros de su familia un viaje a Los Ángeles. Y ese mismo día, por la noche, fue asesinado Héctor Cuén, ex rector de la Universidad de Sinaloa. Ambos, según manifestó Zambada, iban a asistir a una reunión en la cual él estaría presente. 

No deja de suscitar suspicacias lo del viaje del gobernador, e igualmente es motivo de recelos el asesinato de Cuén el mismo día. Ahora los abogados defensores de “El Mayo” buscan la repatriación de su cliente alegando que su traslado a Estados Unidos fue ilegal, según relató él en una carta.

Posiblemente consigan su propósito: el argumento tiene bases atendibles. Quizás el delincuente regrese si no a los brazos sí a los abrazos de López Obrador. Pero eso no sucederá antes de que los agentes de la DEA y el FBI lo expriman y saquen de él información valiosa que comprometerá a más de un político de este lado. En eso no habrá ninguna coincidencia. Habrá, sencillamente, reincidencia. 

“Tengamos una buena relación -le dijo la linda Loretela a Libidiano-. Para eso no necesitamos tener sexo”. Replicó al punto el libidinoso galán: “Mejor tengamos buen sexo. Para eso no necesitamos tener una relación”.

Tres individuos llegaron al mismo tiempo al Cielo. Uno a uno los interrogó San Pedro, el portero de la morada celestial. Le preguntó al primero: “¿Cuál fue la causa de tu muerte?”. Relató el sujeto: “Llegué a mi casa y encontré a mi esposa desnuda en la cama. Sospeché que un hombre había estado con ella, y lo busqué por todos lados sin hallarlo. 

Lleno de rabia levanté un pesado arcón que mi mujer apreciaba mucho, herencia de su abuela, y lo arrojé por la ventana para destruirlo. El esfuerzo que hice me provocó un infarto, y aquí estoy”.

San Pedro le preguntó al segundo tipo: “Y tú ¿cómo moriste?”. Narró él: “Iba yo caminando por la calle cuando de pronto me cayó encima un pesado arcón, y aquí estoy. El apóstol de las llaves le pidió al tercer tipo que dijera cómo había muerto. Dijo el hombre: “Estaba yo metido en un arcón. Y aquí estoy”. FIN.

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