"Es un cuero". Esa expresión machista se usó en pasados tiempos para aludir a una mujer de buenas prendas físicas. Afrodisio Pitongo, hombre dado a la concupiscencia de la carne, le contó a un amigo: "Anoche me pesqué un cuerito". "¿En el antro?" -preguntó el amigo. "No -aclaró el tal Afrodisio-. Al subirme el zipper de la bragueta". Un sujeto llegó a la farmacia tosiendo fuertemente y pidió algo para la tos. El empleado buscó y le dio un frasco con un líquido. Le indicó que le diera un trago ahí mismo, lo cual hizo el individuo, quien a continuación se retiró. El farmacéutico interrogó al empleado: "¿Qué quería ese hombre?". "Algo para la tos -respondió él-. No encontré nada para eso, de modo que le di un purgante". Acotó el de la farmacia: "El purgante no le curará la tos". "Ya lo sé -admitió el muchacho-. Pero le va a dar miedo toser". El reverendo Rocko Fages, pastor de la Iglesia de la Quinta Venida -no confundir con la Iglesia de la Quinta Avenida, que permite el adulterio a sus fieles a condición de que no lo cometan el día de Señor-, el reverendo Rocko Fages, digo, iba a bautizar a un nuevo miembro de la congregación. Antes de proceder a la ceremonia se dirigió al tipo: "¿Renuncias a las pompas y vanidades del mundo?". "A las vanidades sí, pastor -respondió el individuo-. A las pompas no sé si pueda renunciar. Me gustan casi tanto como las bubis". Un oficial de policía llamó a la puerta de la señorita Himenia, célibe que afirmaba tener 39 años. Debía ser cierto, pues llevaba ya 10 años diciéndolo. Le advirtió: "Tenga usted cuidado, señorita. Del centro siquiátrico se escapó un maniático sexual". "Ya lo sé -replicó la señorita Himenia-. Mañana se los llevo". Don Cucurulo, señor de edad más que madura, llevó a cabo el acto natural con una sexoservidora en la habitación número 210 del Motel Kamawa. Acabadas las acciones, que ciertamente requirieron de bastante tiempo y de toda la paciencia de la dama, don Cucurulo le pagó sus honorarios a la mujer, y le dio además una propina generosa. Le preguntó ella: "¿Cuándo lo hacemos otra vez, don Cucu?". Respondió con feble voz el veterano: "Tú dime el mes y el día, linda. Yo te diré el año". Lord Highrump era duro de oído. Iba a viajar en tren con su hijo. Al mismo vagón subió un hombre que milord creyó conocer. Le pidió a su hijo: "Pregúntale si es de Lancashire". "Dice que sí -le informo el muchacho. Volvió a pedirle Highrump: "Pregúntale si conoció a tu madre. Su nombre de soltera fue Lynn Ruff". "¿Quién no la conoció?" -dijo el sujeto-. La llamábamos Lynn Hotpants. Todos los hombres en 100 millas alrededor de Lancashire tuvimos trato de colchón con ella. A nadie le negó nunca sus favores. Yo mismo pasé con ella varias noches. Era ardiente, sensual, lasciva y voluptuosa. En cosas de la cama se las sabía todas". "¿Qué dice? ¿Qué dice?" -le preguntó con ansiedad lord Highrump a su hijo. Le contestó el muchacho: "Dice que no la conoció". Claudia Sheinbaum fue declarada Presidenta electa. Presidenta, sí, que no Presidente. La Academia de la Lengua admite el femenino en ese vocablo, igual que hace en otros terminados con la misma desinencia, -ente. Se dice "clienta", "parienta", etcétera. Es un orgullo para México que una mujer ocupe la máxima magistratura de la Nación. Eso implica un avance social que debe ufanarnos a los mexicanos. Con razón, entonces, la doctora Sheinbaum pide ser llamada "Presidenta". Así la llamará quien esto escribe, a condición de que sea efectivamente Presidenta, y no herramienta, asistenta, gerenta, intendenta, tenienta, regenta o sirvienta de López Obrador. FIN.