“En martes ni te cases ni te embarques”. Ese proverbio popular preside mis renglones de hoy. Explicaré el motivo por el cual lo pongo aquí, pero antes permítanme mis cuatro lectores compartir con ellos un recuerdo familiar. Mamá Gracia, bisabuela mía, era toda una dama. Dos cualidades la caracterizaban: su refinamiento y su religiosidad. Culta, educada, jamás salía de sus labios una mala razón, un término plebeyo. Profesaba una devoción católica acendrada; cada día rezaba al menos tres rosarios, a más de sus oraciones cotidianas y las preces al santo o santa de la fecha, según prescribía su libro de cabecera, el Año Cristiano. Viuda, nunca volvió a tomar estado; vivía sola en la casona que su difunto esposo le dejó. Tenía dos hijos. Uno era agricultor; el otro se dedicaba a la ganadería. Cierta mañana fue a verla el hijo ganadero. “Mamacita -le pidió angustiado-. Por favor rece para que llueva. Hay sequía de meses en el rancho; los estanques no tienen agua; se me mueren de sed los animales. Si no llueve en los próximos días quedaré arruinado”. Se marchó el hijo ganadero, y poco después llegó el agricultor. “Mamita: por favor rece para que no llueva. Estoy a punto de cosechar el trigo. Si en los próximos días llueve no podrán entrar las trilladoras, y quedaré en la ruina”. Se fue el hijo agricultor, y en seguida llegó a visitar a la anciana señora una vecina que la frecuentaba. Le dijo: “Doña Gracia: me sorprende no encontrarla rezando”. Respondió ella: “¿Para qué rezo? Rece o no rece, a uno de mis dos hijos se lo va a llevar la chingada”. Hoy, martes, los norteamericanos elegirán Presidente o Presidenta. El fiel de la balanza está en el medio, y la elección se mira tan cerrada que es muy difícil predecir su resultado. Pese a eso los expertos en política internacional -yo no lo soy, y tampoco soy experto en política nacionalaseguran que salga Trump o salga Harris habrá problemas para México en su trato con la nación vecina, sobre todo por cuestiones migratorias y por temas relacionados con los acuerdos comerciales entre nuestro país y los Estados Unidos. Por lo que hace al panorama interno, también hoy martes se votará en la Suprema Corte el proyecto presentado por el Ministro González Alcántara sobre la nefasta reforma judicial urdida por López Obrador y avalada por su atenta y segura servidora, la Presidenta -no tantoClaudia Sheinbaum. Salvadas todas las diferencias, encuentro cierto parecido entre la postura adoptada por aquel jurisconsulto y la actitud asumida por Chamberlain, Primer Ministro inglés, ante Adolf Hitler en vísperas de la Segunda Guerra. Conciliatoria era esa posición frente al hombre que ambicionaba apoderarse de Europa, y que violaba sistemáticamente los compromisos adquiridos. Churchill, a diferencia del Ministro, abogaba por oponerse radicalmente a los excesos del dictador nazi, y resistirlo. Es fama que le dijo a Chamberlain: “Prefirió usted la deshonra a la guerra, y al final tuvo la guerra y la deshonra”. Apruébese o no la propuesta de González Alcántara el Poder Judicial quedará en ruinas, y se consumará el perverso propósito de AMLO y sus secuaces: concentrar todo el poder y ejercitarlo sin freno o contrapeso alguno. Martes negro será éste. Lo digo no con pesimismo, sino con realismo. Pienso que la desolada reflexión de mamá Gracia podrá aplicarse a México. Salga Trump o salga Harris, apruébese o no el proyecto presentado por el ministro mencionado, a nuestro país se lo llevará lo mismo que a uno de los dos hijos de mi bisabuela. Preparémonos a vivir días difíciles. No cierro la puerta a la esperanza, pero debo abrirla a lo que considero la verdad. FIN.