Existe una tendencia generalizada por parte del Poder político en lo que toca a sus relaciones con quien ostenta la autoridad espiritual en Occidente como fruto de la civilización cristiana.
Esta tendencia tiene que ver con la cercanía con la que quienes detentan autoridad civil sobre determinado Reino o Estado han procurado con la Iglesia: ya sea buscando su favor o aprobación general; o bien, tratando esquivar su potestad cuando no atacándola, intentando someterla como instrumento para sus intereses pragmáticos.
En el caso de México, la Iglesia Católica como religión oficial ha jugado un papel determinante en la construcción de nuestra gran riqueza cultural e identidad mestiza desde el Virreinato al igual durante su Independencia de España-siendo el blanco de nuestra enseña patria nada menos que el color que simboliza la defensa de la Religión Católica: una de las Tres Garantías fundacionales con que el Libertador Agustín I de Iturbide nos diera nombre, bandera, libertad, sistema constitucional y división de poderes. Pese al amago de la llamada "Reforma" del siglo XIX que pretendía someter nuevamente a la Iglesia como instrumento del Estado, igual que el Real Patronato del Borbonismo decadente; o el de los señores feudales de la "revolución triunfante" que intentaron destruirla, como refiere Jean Meyer, la Iglesia y la religiosidad fundacional sobrevivió en México-incluso a los embates del régimen cardenista-hasta que se dio el restablecimiento formal de relaciones diplomáticas entre nuestro país y la Santa Sede en el año de 1992.
De aquí que quienes detentan el poder político han pedido hasta la mediación de la Iglesia a lo largo de distintos conflictos, como la insurrección zapatista en Chiapas en 1994 o la reciente intervención humanitaria de los obispos en los Estados de Guerrero y Michoacán donde el Gobierno Federal ha abandonado por completo a sus habitantes en manos del Crimen organizado.
Lo anterior explica también en tiempo de elecciones como es que quienes pretenden dirigir el destino de 130 millones de mexicanos han decidido buscar la bendición y acercamiento con el Vicario de Cristo y sucesor de San Pedro como es el caso de Xóchilt Gálvez quien, como candidata del Frente por México realizó cita formal para entrevistarse con el Papa y pedir su bendición ante los próximos comicios como católica practicante, siendo recibida en audiencia privada de 40 minutos por Francisco.
Extrañamente, este mismo paso sería copiado dos días después por la candidata del oficialismo Claudia Sheinbaum quien de manera atropellada, por influencia de algunos mexicanos, se abrió paso para entrevistarse con el Papa Francisco quien la recibió en uno de los pasillos del Vaticano, concediéndole solo 3 minutos en los que de manera extraña sacó una rosa de plata que pidió le bendijera "para los mexicanos".
Ante la petición y bendición el Papa cuestionó a la candidata del régimen si ella era creyente, a lo que la misma le respondió que no.
No es esta la primera vez que Sheinbaum-jázara y comunista de caviar-juega con la Fe de los mexicanos como la vez que se puso un vestido con la imagen de la Virgen de Guadalupe, siendo que por lo que más se le recuerda antes de ser impuesta como candidata oficial fue precisamente por suantirreligiosidad en Tlalpan, como Delegada del Gobierno capitalino anterior, donde con saña ordenó la destrucción de un templo católico jesuita y la mutilación de dos imágenes de Cristo y de la Virgen María, con marro y hacha, por instruccionessuyas.
Eventualmente, fue obligada a reconstruir el templo que había demolido con alevosía; hecho que ya se le olvidó como candidata, buscando atraerse votantes ingenuos, en lo que a falta de memoria y originalidad tal parece que será una tendencia personal durante su campaña: seguir los pasos e intentar imitar a su opositora, a falta de una estrategia personal y digna.