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RODOLFO CERPA ROBLES

Todos sabemos que, la educación caracteriza a una determinada comunidad de los seres humanos y que, dentro del ambiente deportivo, esto no queda exento, es un fundamento que todo deportista debe tener en cuenta, ya que los habitamos en este planeta, no poseemos la esencia que, de acuerdo a la situación geográfica, nunca falta algún inadaptado que por el simple hecho de pagar un boleto para un partido, tiene el derecho de gritar, insultar o lo que usted quiera o mande, a un jugador de cualquier disciplina.

Y esto lo hemos visto en muchas ocasiones, ya que sólo nos recuerda al extraordinario futbolista Ramón Ramírez, quién, al salir de Santos Laguna y emigrar al Club Deportivo Guadalajara, cada vez que venía al antiguo Estadio Corona, los desambientados aficionados le gritaban hasta de lo que se iba a enfermar, cuando sabemos que todos en la vida, siempre tenemos que superarnos y alcanzar nuestros objetivos.

En el beisbol de las Grandes Ligas hay dos momentos que siempre los tendré en la memoria: primero, fue cuando Darrell Evans de los Tigres, en un juego de campeonato de la Liga Americana en contra de los Mellizos en 1987, estaba en tercera base con Lou Whitaker en la caja de bateo y la escuadra local estaba lista para empatar el juego y también la serie, pero por alguna razón, Evans, que era por lejos el corredor de base más lento en la alineación de los Tigres, tomó una gran ventaja saliendo de la antesala, donde el receptor de Minnesota, Tim Lauder, aprovechó y sacó a Evans en la esquina caliente, poniendo fin a la amenaza y cortando lo que pudo ser un rally de la escuadra de Detroit. 

Pero cual fue mi sorpresa, que en su siguiente turno al bat, la afición lo recibió con una ovación y aunque podríamos pensar que fue para levantarle el ánimo, la educación afloró en la piel de los que estaban en el ya desaparecido Tiger Stadium.

La otra situación que nunca olvidaré, fue cuando el ya retirado Albert Pujols, que fue un ícono con la escuadra de San Luis, firmó un jugoso contrato con los Angelitos que prácticamente le aseguraba su economía y que, en una serie interligas, fue al Busch Stadium, ya enfundado con el uniforme de la escuadra de California, y al pararse por primera vez en el plato, nunca había visto algo similar con los aficionados de San Luis, a tal grado que el receptor local, Yadier Molina, y el ampáyer principal, tuvieron que ponerse de pie y retirarse hacia atrás, para observar los aplausos que parecían interminables. 

El lunes pasado, los Medias Rojas tomaron medidas contra el jardinero All-Star Jarren Duran, al que le impusieron una suspensión de dos juegos sin goce de sueldo, debido al insulto homofóbico que profirió a un fanático que lo abucheaba durante la derrota de su equipo por 10-2 ante los Astros el domingo anterior, y la decisión del club de suspenderal MVP del reciente “Juego de las Estrellas”, se tomó en consulta con la MLB, el pelotero con raíces mexicanas, deberá además participar en un programa de capacitación sobre sensibilidad.

La Gran Carpa ha trabajado duro para educar a los jugadores sobre la inclusión, y se llevan a cabo reuniones con los 30 equipos todos los años en los entrenamientos de primavera, pero aquí viene una pregunta obligada ¿Habrá algún día en que las Grandes Ligas metan severo castigo también a toda esa gente que sólo va a los estadios a insultar?

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